64.-EPISTOLARIO SEMO
Cape Girardeau, Mo., 30 de julio de 1958
Mi querida mamá:
No te había contestado antes
porque he estado muy ocupada, pero creo que ahora ya voy a tener un poco más de
tiempo para preparar el viaje.
Recibí una carta de Mamá Pina en
la que me dice que ya no necesita el veliz, así que voy a buscar bien en todas
las tiendas a ver si consigo el vestido. Ella me mandó $22.00 dólares, de los
cuales ocho eran para mí, y el resto para comprarle un veliz y el vestido. El
vestido azul me costó seis y había pensado comprar el veliz con los ocho
restantes. Ya te expliqué en mis anteriores por qué es tan difícil conseguir un
vestido tal como ella lo quiere, pero tal vez lo encuentre ahora que ya están
trayendo los de otoño. Parece mentira pero da risa ver los aparadores con
suéteres y telas de lana cuando hace un calor sofocante. Alguien me dijo que
agosto era tremendo, y creo que no me mintieron; estos últimos días han estado
horribles.
No voy a poder ir San Luis por muchos motivos; en primer lugar,
no tengo tiempo. En segundo no tengo dinero; en tercero, San Luis es aun 10
grados más caliente que Cape y creo que no podría soportarlo. Por último, no
vale la pena ya que no iría a ningún lado. Claro que allí sí podría conseguir
los vestidos, pero quién sabe si Mickey podría llevarme al centro ya que yo
sola me pierdo.
Mi escribieron los del correo que
ellos no podían hacer nada por mí respecto al tigre porque ellos sólo están
encargados de recoger el dinero. Me sugieren que escriba a la aduana a ver qué
logro; no lo he hecho porque no he tenido tiempo, pero voy a tratar de escribir
hoy y, si no, trataré de arreglar cuando cruce. Del express me dijeron que sin
el pasaporte no pueden dejar entrar los paquetes, pero los van a almacenar
hasta que yo pase.
Había pensado escribir varias
solicitudes y mandarlas antes de regresar, pero nunca tengo tiempo de
escribirlas, así que ya las haré cuando regrese. El sueldo de Magdalena me
parece muy bien; ojalá que me admitieran.
El pasado fin de semana lo pasé
en Jackson, con los Mackey. Estuve muy contenta porque son muy amables conmigo.
El sábado dormí hasta cerca de las once y me levanté como nueva porque aquí en
el dormitorio se no puede porque hay mucho ruido, así que los disfruté aún más.
El viernes fui a nadar y el sábado fuimos a andar en bicicleta y por poco me
matan, nomás porque Dios es grande aún
vivo. Fíjate que la bicicleta tenía los frenos en los pedales en vez de en los
manubrios y no los podía manejar bien. Veníamos bajando una colina muy
pronunciada que desembocaba en la carretera y no pude frenar. Lo único que vi
en frente de mí fueron coches y me encomendé a Dios. Apenas libré algunos
carros como por 20 centímetros. La pobre
de Carol venía atrás de mí y estaba aun más asustada porque como ella venía
atrás vio todo mejor que yo. Me gritó que parara y no pude. Quedamos verdes,
amarillas, rojas y se nos quitaron las ganas de andar en bicicleta, así que nos
regresamos caminando.
El domingo fuimos de día de campo
a un río cerca de Jackson. Pasé un día formidable porque como estaba haciendo
un calor horrible, lo único que se me antojaba era estar en el agua. Palabra
que cuando me trajeron al dormitorio no t tenía ningunas ganas de quedarme.
Bueno, creo que ya no tengo nada
que platicar. Hasta dentro de pronto. Recibe el cariño de tu hija que no te
olvida.
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