62.-EPISTOLARIO SEMO
Mi muy querida mamá:
Esperaba que tu carta me dijera
que mis paquetes ya habían llegado, pero veo que no es así. Como te decía en mi
otra carta, el tigre no me importa, puedes dejarlo ir; claro que me da coraje
que después de pagar tanto flete no los pueda tener, pero ni modo. Te quería pedir el favor de que fueras al
correo y averiguaras qué pasa con los otros dos bultos, uno marcado Books y el otro, Printed matter. Me parece muy extraño que no hayan llegado pues se
supone que los libros y las revistas deben ir sin ningún contratiempo. He estado pensando que quizá ya están ahí y
no te han mandado el aviso, así que si tú vas y averiguas, a lo mejor te los
dan; si no, quizás puedas escribir a los correos cerca de la frontera y ver si
no se han quedado olvidados en algún lugar. Me interesan pues el libro de
cocina costó cerca de $5.00 dólares y todos los otros libros también son
buenos. Yo voy a tratar de averiguar aquí si no se han quedado retrasados o
qué. Quién sabe si los derechos que te cobran sean por los tres bultos en vez
de uno solo. Por favor, haz todo lo que sea posible por averiguar qué sucede.
El pasaporte ya se arregló; me
escribieron del consulado diciendo que no necesitaba renovarlo ya que no es
permanente, sino provisional. Además, me mandaron una carta según la cual no debo tener ninguna dificultad al cruzar la
frontera, pero yo estoy segura de que los encargados de la aduana hacen caso
omiso de cartas como ésta. Quisiera que
por arte de magia o con una alfombra voladora pudiera llegar hasta allá; tengo
un miedo horroroso de que a la mejor se me va a perder todo el equipaje. Muchas
muchachas dicen que aquí, en los autobuses, se pierden maletas con mucha
frecuencia, así que estoy peor de
nerviosa pues tengo seis velices, uno de mano, una caja de sombreros y mi bolsa. No sé si voy a llegar o me muero en el
camino.
Cómo quisiera que no me mandaras
dinero y vinieras a encontrarme aunque sea a Nuevo Laredo, pues allí va a ser
todo el jaleo. No necesitas sacar pasaporte para esperarme en ese lado, y yo me
sentiría tan tranquila de saber que estabas allí para ayudarme con todo. Había pensado mandar 4 velices con dos o tres
días de anticipación a Laredo, recogerlos allí, pasarlos y mandarlos de nuevo;
pero ahora no sé ni qué hacer pues me da miedo que no lleguen, o me los roben,
o algo les suceda. Ahora bien, si los llevo todos conmigo y el autobús está muy
lleno no me los aceptan todos juntos, y luego se arma otro jaleo en la aduana
porque si cruzo y algunos de mis velices se quedan atrás, nomás no los vuelvo a
ver y me quedo sin ropa. Estoy en estado de pánico verdaderamente, y no puedo
comprar equanil porque aquí no venden
nada suelto, así que con impuesto y bote, viene saliendo como en cinco dólares
o más, y estaré loca para gastar tanto dinero. Mejor me aguanto, aunque no
creas que lo logro muy bien; tengo la cabeza pájaros completamente y lo que
quiero hacer todo el día es llorar. Dios quiera que me vaya bien, aunque lo
dudo.
No te preocupes mucho, pero estoy
desesperada; no sé qué hacer, a veces hasta me arrepiento de haber venido.
Verdaderamente, no encuentro la solución. Como te decía en mis otras cartas, ya
escribí al express y al correo y tengo esperanza de que si no mandan los
bultos, cuando menos no les hagan nada; quizá si tú escribieras a la oficina
del express los remitieran más pronto. Haz todo lo que puedas, por favor.
Del vestido de Mamá Pina, no he
podido conseguir uno negro, decente, así que voy a ver si me regresan el dinero
o qué hago.
Tengo tanto qué hacer que no sé
ni cómo lo voy a hacer, pues además de nerviosa siento que es imposible hacer
tanto en tan pocos días. No creas que no estoy impaciente por regresar; creo
que sé los días, horas, minutos y casi segundos que todavía voy a permanecer
aquí. Dios quiera que se vayan como en sueños; a veces pienso que mejor me voy al día siguiente pero me da lástima
desperdiciar las clases que me faltan. No sé, te digo que ni pensar puedo.
Ayer fui a comer en casa de Mrs.
Potashnik de despedida; me fui como a las cinco y regresé en la noche.
Estuvimos platicando mucho rato, y me dijo que en la primera semana de agosto
se va California, y acaba de regresar de Michigan y Canadá. Cómo quisiera que
me regalara dinero y yo te lo mandaba para que vinieras por mí. Parece
increíble que unos puedan tener tanto dinero y otros, nada. En fin, Dios sabe
por qué sucede así, pero me he vuelto envidiosa.
No hagas mucho caso de esta carta
pues estoy en mi día de locura. Escríbeme lo más pronto que puedas y trata de
informarte de qué pasa con esos dos paquetes.
Saludos a todos y recibe todo el cariño de tu hija
que no te olvida y desea estar allá.
P.S. Te incluyo una carta para mi
tía Luz.
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