lunes, 12 de diciembre de 2016

Siguen los preparativos para el retorno

62.-EPISTOLARIO SEMO

Mi muy querida mamá:

Esperaba que tu carta me dijera que mis paquetes ya habían llegado, pero veo que no es así. Como te decía en mi otra carta, el tigre no me importa, puedes dejarlo ir; claro que me da coraje que después de pagar tanto flete no los pueda tener, pero ni modo.  Te quería pedir el favor de que fueras al correo y averiguaras qué pasa con los otros dos bultos, uno marcado Books y el otro, Printed matter. Me parece muy extraño que no hayan llegado pues se supone que los libros y las revistas deben ir sin ningún contratiempo.  He estado pensando que quizá ya están ahí y no te han mandado el aviso, así que si tú vas y averiguas, a lo mejor te los dan; si no, quizás puedas escribir a los correos cerca de la frontera y ver si no se han quedado olvidados en algún lugar. Me interesan pues el libro de cocina costó cerca de $5.00 dólares y todos los otros libros también son buenos. Yo voy a tratar de averiguar aquí si no se han quedado retrasados o qué. Quién sabe si los derechos que te cobran sean por los tres bultos en vez de uno solo. Por favor, haz todo lo que sea posible por averiguar qué sucede.

El pasaporte ya se arregló; me escribieron del consulado diciendo que no necesitaba renovarlo ya que no es permanente, sino provisional. Además, me mandaron una carta según la cual  no debo tener ninguna dificultad al cruzar la frontera, pero yo estoy segura de que los encargados de la aduana hacen caso omiso de cartas como ésta.  Quisiera que por arte de magia o con una alfombra voladora pudiera llegar hasta allá; tengo un miedo horroroso de que a la mejor se me va a perder todo el equipaje. Muchas muchachas dicen que aquí, en los autobuses, se pierden maletas con mucha frecuencia,  así que estoy peor de nerviosa pues tengo seis velices, uno de mano, una caja de sombreros y mi bolsa.  No sé si voy a llegar o me muero en el camino.

Cómo quisiera que no me mandaras dinero y vinieras a encontrarme aunque sea a Nuevo Laredo, pues allí va a ser todo el jaleo. No necesitas sacar pasaporte para esperarme en ese lado, y yo me sentiría tan tranquila de saber que estabas allí para ayudarme con todo.  Había pensado mandar 4 velices con dos o tres días de anticipación a Laredo, recogerlos allí, pasarlos y mandarlos de nuevo; pero ahora no sé ni qué hacer pues me da miedo que no lleguen, o me los roben, o algo les suceda. Ahora bien, si los llevo todos conmigo y el autobús está muy lleno no me los aceptan todos juntos, y luego se arma otro jaleo en la aduana porque si cruzo y algunos de mis velices se quedan atrás, nomás no los vuelvo a ver y me quedo sin ropa. Estoy en estado de pánico verdaderamente, y no puedo comprar equanil  porque aquí no venden nada suelto, así que con impuesto y bote, viene saliendo como en cinco dólares o más, y estaré loca para gastar tanto dinero. Mejor me aguanto, aunque no creas que lo logro muy bien; tengo la cabeza pájaros completamente y lo que quiero hacer todo el día es llorar. Dios quiera que me vaya bien, aunque lo dudo.

No te preocupes mucho, pero estoy desesperada; no sé qué hacer, a veces hasta me arrepiento de haber venido. Verdaderamente, no encuentro la solución. Como te decía en mis otras cartas, ya escribí al express y al correo y tengo esperanza de que si no mandan los bultos, cuando menos no les hagan nada; quizá si tú escribieras a la oficina del express los remitieran más pronto. Haz todo lo que puedas, por favor.

Del vestido de Mamá Pina, no he podido conseguir uno negro, decente, así que voy a ver si me regresan el dinero o qué hago.

Tengo tanto qué hacer que no sé ni cómo lo voy a hacer, pues además de nerviosa siento que es imposible hacer tanto en tan pocos días. No creas que no estoy impaciente por regresar; creo que sé los días, horas, minutos y casi segundos que todavía voy a permanecer aquí. Dios quiera que se vayan como en sueños; a veces pienso que mejor me  voy al día siguiente pero me da lástima desperdiciar las clases que me faltan. No sé, te digo que ni pensar puedo.

Ayer fui a comer en casa de Mrs. Potashnik de despedida; me fui como a las cinco y regresé en la noche. Estuvimos platicando mucho rato, y me dijo que en la primera semana de agosto se va California, y acaba de regresar de Michigan y Canadá. Cómo quisiera que me regalara dinero y yo te lo mandaba para que vinieras por mí. Parece increíble que unos puedan tener tanto dinero y otros, nada. En fin, Dios sabe por qué sucede así, pero me he vuelto envidiosa.

No hagas mucho caso de esta carta pues estoy en mi día de locura. Escríbeme lo más pronto que puedas y trata de informarte de qué pasa con esos dos paquetes.

Saludos  a todos y recibe todo el cariño de tu hija que no te olvida y desea estar allá.


P.S. Te incluyo una carta para mi tía Luz.

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