60.- EPISTOLARIO SEMO
Cape Girardeau, Mo., 13 de julio de 1958
Mi muy querida mamá:
Ayer recibí tu carta en la que me
dices que tres de las cajas ya llegaron, pero que te cobran noventa pesos de
derechos. No me explico por qué pues libros y revistas van libres de impuestos;
no les pude poner muestras sin valor porque aquí, en el correo, no los
aceptaban así, pero esperaba que no tendrías dificultades con ellas. Hoy
escribí al correo reclamando a ver si no te cobran tanto pero quién sabe si logre algo. En caso de que
no rebajen nada, yo te agradecería que hicieras lo posible por sacarlas porque
hay varias cosas que no quisiera perder. Respecto a las cajas detenidas en la
frontera ya escribí a ver si las dejan entrar. También el agente del Express
escribió a ver qué logramos. También le escribí al cónsul mexicano en St. Louis
a ver si él me puede dar un papel para que las admitan.
Estoy muy preocupada porque estás
enferma; ahora, desde la muerte de Papá Chuy, estoy hecha un manojo de nervios
y no estoy nada tranquila sabiendo que estás enferma pues me acuerdo de cómo te
pusiste el año pasado, y más me asusto. Por favor, dime la verdad de cómo estás
y si es necesario que me vaya porque ni creas que estando tan preocupada estoy
estudiando bien. Además, con los líos en la frontera mejor voy a ver si rescato las cajas.
Contéstame esta carta lo más
pronto posible para saber si me voy o no pues nada más voy a esperar que me
escriban del express si dejan entrar las cajas o no para emprender el viaje de
regreso. Ya no me importan ni las clases ni nada y con toda esta bola de
dificultades tengo los nervios de punta; si no pierdo la cabeza es porque la
tengo pegada a los hombros. En dado caso de que ya estés bien y que dejen
entrar las cajas, haré lo posible por esperarme hasta el fin; si no, allí me
tendrán a fines de la semana que entra,
del 22 en adelante. Ni les digo a qué hora llego porque quién sabe si me pierda
de nuevo en Nuevo Laredo buscando las cajas. Para colmo de males, el pasaporte
mexicano se venció el día primero y quien sabe que vaya a pasar porque no lo he
refrendado. Esta vida es una verdadera tragedia.
Este fin de semana fue la boda de
Janet Burke y estuvo muy bonita. Todo es tan distinto de lo que nosotros
acostumbramos que voy a tener que dar speeches
acerca de las costumbres americanas. Janet se veía muy mona, ya que no es
bonita. Su traje era de satín muy grueso y gracias a Dios que la iglesia tenía
aire acondicionado porque si no se hubiera cocido. Era de estilo antiguo, pero
no como el de Papy (Núñez). Sus damas iban vestidas de encaje azul y blanco; lo chistoso es que aquí
las mamás no entran en el cortejo. En fin, ya les platicaré con detalles cuando
llegue, que a lo mejor es más pronto de lo que se imaginan.
Recibí los periódicos que me
mandaron; muchas gracias. Mickey estuvo aquí este fin de semana de visita.
Cuando nos despedimos me sentí muy chistosa porque probablemente ésta sea la
última vez que la vea ya que no creo que pueda ir a Saint Luis otra vez. Nos
despedimos y yo no sabía qué decir; tenía un nudo en la garganta.
Cuando vean a Sara y a Blanca
díganles que recibí sus cartas. A Blanca díganle que esperaré a que me conteste
para que nuestras cartas no se vuelvan a cruzar, y a Sara que le contestaré en
persona.
No dejen de escribirme inmediatamente aunque sea una tarjeta
postal pues tengo que saber cómo estás y si me voy o no.
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