jueves, 29 de diciembre de 2016

Ha sido difícil quedarme sin coche , a veces tengo la sensación de no tener piernas

APRENDER A VIVIR CON UNAS PIERNAS SIN RUEDAS

Por supuesto, ya lo adivinaron: me refiero a que ya no tengo coche y aunque me había organizado lo mejor posible antes de tomar la decisión de venderlo, en realidad en la vida cotidiana sí lo necesito, empezando porque vivo en un fraccionamiento cerrado (que me brinda mucha seguridad) pero para llegar a la salida necesito caminar casi cuatro cuadras. No son muchas, es cierto, pero también es cierto que mis piernas de carne y hueso ya no me permiten subir a un camión, como se llama aquí a los autobuses del transporte público. Ahora tengo problemas de circulación periférica y las rodillas no responden como solían hacerlo.

Durante unos meses, después de mi llegada a San Antonio en enero de 1991, viví una experiencia semejante. No quise adquirir un carro de inmediato porque no conocía ni el tráfico ni el reglamento de tránsito, así que no quise exponerme a un problema.  Pero persistía la sensación de que había perdido mis piernas al deshacerme de mi Datsun y vendérselo a mi hermano. ¿Por qué no lo llevé? Se preguntaran ustedes. En primer lugar, me dijeron que no me permitirían entrar con él y, en seguida, carecía de aire acondicionado, lo que es indispensable en los calurosos veranos de Texas.

Para resolver mi transporte del departamento donde vivía, lejos del centro de San Antonio, caminaba dos cuadras; ahí me recogían unos compañeros que vivían por el rumbo y me llevaban hasta la Universidad. En la noche, cuando teníamos clase de 6:00 a 9:00 p.m. también me regresaban.  Después de unos dos o tres meses de este tipo de arreglo que en ocasiones me hacía sentir que vivía como en una cárcel porque sólo conocía mi departamento y sus alrededores y la supercarretera número 410, decidí experimentar otra forma de transporte.

Decidí tomar el autobús que hacía una parada exactamente afuera del conjunto de departamentos. Son sumamente puntuales, así que si el letrero dice que pasará a las 8:00 a.m., así es. El chofer era un afroamericano amable que les sonreía a todos los pasajeros. El autobús llegaba hasta la Biblioteca, lo que me implicaba caminar unas cuantas cuadras, pero llegaba puntual a la escuela caminando de prisa. Al regresar, decidí hacer lo mismo para conocer un poco el centro de San Antonio y las calles. Sólo aceptaba irme con los compañeros cuando salía de la clase a las 9:00 p.m. De esta manera, me familiaricé con las calles y sus nombres y desapareció la sensación de encontrarme en una cárcel. En una ocasión, no tomé el autobús y al día siguiente el chofer me comentó: “We missed you yesterday. Your seat was empty”, lo que me hizo sonreír y explicarle lo que había ocurrido el día anterior.

Luego, decidí comprar un mapa de San Antonio y estudiarlo por las noches para saber dónde se encontraban algunos sitios y no perderme si iba en el coche. Después, para presentar el examen de manejo y no arriesgarme a que me reprobaran, conseguí el manual de tránsito y me dediqué a estudiarlo. Por último, me llevó a hacer un recorrido por las calles donde suelen examinar a los solicitantes y así me familiaricé con el rumbo.  Un día presenté al examen de conocimiento y me fue muy bien. Sólo fallé en una pregunta, así que me felicitaron y salí muy airosa. Al día siguiente me presenté con el coche lista para el examen práctico y me aprobaron de inmediato, a diferencia de algunas compañeras que lo habían tomado el examen dos o tres veces sin aprobarlo por no seguir al pie de la letra las reglas de tránsito y permitirse algunas libertades como suele ocurrir, lamentablemente, en México.

La sensación de no tener piernas con ruedas desapareció cuando adquirí de una compañera que regresaba a nuestro país un pequeño Toyota Corolla, con aire acondicionado y calefacción, que funcionó perfectamente los casi tres años que viví en San Antonio. Quise traerlo a México, por lo menos temporalmente hasta comprar otro coche en el país, pero el consulado me negó el permiso, así que se lo vendí muy barato a una compañera que enseñaba inglés a los paisanos. 


Ahora las circunstancias son diferentes. Tengo otra edad y mis condiciones de salud no son las ideales para manejar sin contar que el tráfico en Durango es terrible y pocas personas respetan cabalmente las reglas de tránsito. Por tanto, creo que no me queda otra solución que aprender a vivir con piernas sin ruedas. 

EXPO PINTURA EN EL HOTEL CASABLANACA

MUESTRA DE PINTURA COLECCIÓN CASABLANCA III

A partir del  2013, el Hotel Casablanca ofreció a sus huéspedes, además de una céntrica ubicación para recorrer el Centro Histórico, un magnífico servicio de hotelería  y una excelente gastronomía en el restaurante, la posibilidad de admirar pinturas de varios artistas durangueños pues los muros del comedor se transformaron en una galería de arte. En otras palabras, hubo un beneficio mutuo: los artistas encontraron un espacio para dar a conocer su obra y el Hotel agregó a su larga historia de servicio a la comunidad un atractivo más.

El 16 de mayo de 2013 dio inicio esta serie de exposiciones con una muestra de pintura y escultura titulada “El Museo Ángel Zárraga visita el Casablanca” y, celebrando, asimismo, que el 18 de mayo es el Día Internacional de los Museos. Hasta la fecha se han presentado nueve muestras de pintura de distinguidos pintores como Irene Arias, Jesús Pescador, Óscar Escalante, Delia Durán y José Luis Calzada, entre otros.  Los temas que pudieron admirarse en estas obras incluyen paisajes, flores, bodegones y, en algunos casos, movimientos como el surrealismo o la pintura abstracta.  Entre las técnicas utilizadas hay que mencionar el óleo sobre tela, el pastel, grabados y técnicas mixtas.

Como una muestra más de la colaboración del Hotel Casablanca con la comunidad durangueña, el lobby se transformó en varias ocasiones en salón de literatura, recordando un poco el estilo de los salones franceses del siglo XVIII. Luego del fallecimiento del excelente escritor José Emilio Pacheco y en homenaje a su trayectoria, hubo una charla para recordarlo. Después de la publicación del libro Historias de vida. 21 mujeres de Durango, de María Rosa Fiscal, dos voces se unieron a la autora para hacer una lectura de algunos textos.  Recientemente, se presentó el libro Naranja dulce, limón partido. Memorias, de la misma autora, publicado por el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Durango.

Además, también se llevaron a cabo en el lobby del hotel varias actividades de la Fundación Cultural Amaya de Durango, entre ellas, la presentación de varios números de la revista Cantaletras y la de dos libros de poesía: el primero, Poesía en los muros de la ciudad, de Armando Alanís Pulido, y el segundo, Caligramario, del maestro Petronilo Amaya.

Este mes culminan las exposiciones de pintura con la titulada Colección Casablanca III, que se inauguró el 20 de diciembre, a las 6:30 p.m. bajo el patrocinio del Instituto de Cultura del Estado de Durango a través del Centro Cultural de las Artes Plásticas. Se cierra así, con gran éxito y mucho agradecimiento de los asiduos al Hotel, esta promoción de los artistas de nuestro estado que agradecieron profundamente al señor Fernando Durán su buena disposición para llevar a cabo las exposiciones.

Además, en esta ocasión, el joven pianista duranguense, pero ya famoso en varios otros países, participó ofreciendo a los asistentes su interpretación de dos composiciones de Debussy. 


                                               

martes, 20 de diciembre de 2016

Gracias, amigos lectores, por su compañía y su atención.

ALEGRÍAS DERIVADAS DEL BLOG

Amigos lectores, cuando empecé mi blog en el 2013, lo hice como pasatiempo y para escribir lo que pensaba o sentía ya que no me atraía enviar mis textos a los periódicos locales aun cuando hay muchas personas mayores que carecen de las habilidades técnicas para entrar a una computadora, y muchos ni computadora tienen, así que ellos sí disfrutarían de mis textos. Por lo pronto, y gracias a ustedes, me siento feliz de seguir con el blog especialmente mientras me dure la ayuda técnica de Nicolás Suzán, el chico que viene los fines de semana, aunque debo reconocer que al principio quien me auxiliaba era mi amiga Anhel pero  con menos regularidad porque venía cuando su trabajo se lo permitía. Fue ella la que me ayudó a escoger el formato.

Lo que quiero compartir con ustedes hoy (aunque quizá ya lo sepan) son los resultados de la estadística de la semana pasada que me sorprendió y alentó a seguir escribiendo. Aquí van:

Visitors

México         4563
USA             1418
Francia           239
Rusia             200
Ecuador         177
Malasia            88
España             77
Alemania          75
China               43
Ucrania            43

Creo que es maravilloso que aun cuando escribo en español, haya personas en países tan diferentes como Rusia, Malasia y China que hablan y entienden el español. A veces pienso que los lectores pueden ser estudiantes que están aprendiendo español, pero también podrían ser quienes trabajan en los consulados de México en esos países. Estoy enterada, por ejemplo, de que hace unos años la Universidad Nacional Autónoma de México (por las siglas, UNAM) abrió un centro para enseñanza del español dentro de una universidad china, así que quizá esos estudiantes me leen para conocer el español de México.

Desde hace muchos años la UNAM (mi alma mater) ha tenido la preocupación de abrir centros para la enseñanza del español en diferentes países. El primero fue el de San Antonio, Texas, que ya cumplió más de 75 años de existencia y que empezó como una escuela de verano. Después se abrió un centro en Quebec que ya también festejó sus veinte años de existencia. En Estados Unidos se abrió uno en Chicago hace como quince años. Yo fui maestra en el Centro para Enseñanza para Extranjeros, en la Ciudad de México, y también por casi tres años en la UNAM-San Antonio, como se le conoce ahora.

Sea como fuere, quizá el español, por el número de hablantes en todo el mundo, compita con el inglés, aunque éste es el idioma por excelencia para los negocios y la tecnología. Por supuesto, el español de cada región tiene sus características particulares. Simplemente, dentro del propio México, se dice que en el norte se habla muy “golpeado” en tanto que a nosotros nos parece que el español de la Ciudad de México es muy “cantadito”.  Naturalmente, en los programas de televisión y en las radio novelas se tiene cuidado de hablar un español “neutro” para que se entienda en todos los países.

Aun cuando, como dice mi amiga Mónica, yo aprendí a escribir en las máquinas Remington y Olivetti, y que aprender lo poco que sé de la computadora me ha costado mucho esfuerzo, ha valido la pena.

Gracias por acompañarme en este trayecto de mi vida y de mis inquietudes literarias.


P.S. Esta mañana se sumaron 6 lectores franceses y el total de la estadística da un total de 7,494.

Cuento la enfermedad de mi oído, sin consecuencias, afortunadamente, y mis últimas despedidas

66.-EPISTOLARIO SEMO

Cape Girardeau, Mo. 10 de agosto de 1958

Mi querida mamá:

Por mi tía Luz me enteré de que ya te cambiaste al departamento, así que me imagino que debes haber estado muy ocupada estos últimos días. Espero en Dios que todo salió bien y que tuviste suficiente dinero para todos los gasta. Ya cuando yo llegue pondremos todo en orden.

Yo tengo una mala noticia y tengo la culpa. Me volví a enfermar del oído y estuve bastante mal; afortunadamente, decidí ir al doctor pronto y creo que eso me ayudó un poco. No creí que me volviera a poner mala pues si lo hubiera sabido no hubiera ido a nadar, pero ahora ya sé para otra vez. Creo que debe haber algo en el agua de la piscina del colegio que perjudica mi oído pues cuando fui a nadar en Jackson no me pasó nada. Empecé a estar mal el viernes por la mañana, pero inmediatamente me puse las gotas que me recetaron la vez anterior; el sábado me sentí peor y decidí ver al doctor para estar tranquila. Me dijo que no debía preocuparme,  pero que iba a tomar tiempo el que me pusiera bien. Creo que el absceso se reventó el sábado en la noche porque me salió pus y sangre, pero ahora me siento mucho mejor, así que creo que fue mejor. En dado caso de que no me sienta bien el jueves, creo que esperaré unos días porque no puedo estar tanto tiempo en el autobús sintiéndome tan mal, aunque espero que ya estaré mucho mejor y podré salir.

El sábado fui a comer  el lunch en casa de Miss Cleaver por última vez, ya que ella y sus papás se van de vacaciones a Chesapeake Bay, en Virginia, durante el resto del verano. Me dio mucha tristeza decirle adiós porque de veras me he encariñado cantidad con ella y, además, ha sido tan fina y amable. Me dijo que el próximo verano irá a visitarme en México porque desde hace tiempo ha tenido intenciones de volver a viajar y no se le ha concedido. Ojalá que de veras eso sea cierto.  Esa noche fui a comer con los Mackey, en Jackson; Carol hizo la comida y todo estaba rico. Preparó exactamente lo que a mí me gusta: pizza, un platillo italiano, y pie de chocolate. Me regalaron un fondo y unas pantaletas lindos; parecen de azúcar.  Creí que sería la última vez que los vería pero me invitaron otra vez a comer el martes y dijeron que iban a venir al autobús aunque fuera tan temprano. Ellos son otros que quisiera llevarme conmigo pues han sido maravillosos; no sólo me han regalado multitud de cosas sino que me han consolado y consentido como niña chiquita. Me trataron un poco al estilo de mi tía Luz.

Había decidido que no me iba a despedir de los Burciaga porque todavía me acordaba del speech de los boy scouts, en febrero, pero pensé que valía la pena ser educada, y me costeó. Me llamaron por teléfono hoy y me invitaron a comer fuera; la primera vez que me hablaron estaba dormida porque me pasé la maña en la cama ya que me sentía muy mal, pero luego me llamaron como a las dos y ya me había levantado. Fuimos a un restaurante y tuvimos una comida deliciosa –de lo que me alegro mucho porque el dormitorio estuvo de la patada- y la señora me regaló unos aretes monísimos, Toda la gente me ha regalado joyería, así que no voy a tener que comprar en mucho tiempo.

Mañana comienzan los exámenes y me siento de un flojo subido; no quiero ni ver los libros. Ojalá que el oído no me dé mucha lata para poder contestar bien.

Creo que ésta sí será la última. Espero en Dios que me alivie para poder salir el jueves. Recen por mí para que me vaya bien en la frontera y allí nos vemos a fin de semana.


Saludos a todos. Recibe todo el cariño de tu hija que mucho anhela llegar pronto. 

Última carta a mi hermano Gonzalo que, entonces tenía 10 años.

65.- EPISTOLARIO SEMO

Muy    querido Gonzalo:

Ahora sí ya faltan muy pocos días para que yo regrese y entonces sí podremos ir a nadar todos los días. Me imagino que ya debes ser todo un campeón.

Creo que ya recobré el pensamiento, pero aún no puedo dormir muy bien porque hace mucho calor y parte porque se me va el tiempo pensando todo lo que quiero hacer cuando regrese.

La semana pasada fui a nadar y me divertí mucho. Creo que este jueves también voy a ir a la piscina del colegio, de despedida.

Fíjate que a mí también me gusta mucho el Corn Flakes, como a Riqui. Dale un abrazo de mi parte y salúdame a Margarita, la cocinera.


Ya pronto les caeré de sorpresa, para que se vayan preparando. Recibe un abrazo de María Rosa 

Últimos encargos y despedidas de mis amigas y profesores

64.-EPISTOLARIO SEMO

Cape Girardeau, Mo., 30 de julio de 1958

Mi querida mamá:

No te había contestado antes porque he estado muy ocupada, pero creo que ahora ya voy a tener un poco más de tiempo para preparar el viaje.

Recibí una carta de Mamá Pina en la que me dice que ya no necesita el veliz, así que voy a buscar bien en todas las tiendas a ver si consigo el vestido. Ella me mandó $22.00 dólares, de los cuales ocho eran para mí, y el resto para comprarle un veliz y el vestido. El vestido azul me costó seis y había pensado comprar el veliz con los ocho restantes. Ya te expliqué en mis anteriores por qué es tan difícil conseguir un vestido tal como ella lo quiere, pero tal vez lo encuentre ahora que ya están trayendo los de otoño. Parece mentira pero da risa ver los aparadores con suéteres y telas de lana cuando hace un calor sofocante. Alguien me dijo que agosto era tremendo, y creo que no me mintieron; estos últimos días han estado horribles.

No voy a poder ir  San Luis por muchos motivos; en primer lugar, no tengo tiempo. En segundo no tengo dinero; en tercero, San Luis es aun 10 grados más caliente que Cape y creo que no podría soportarlo. Por último, no vale la pena ya que no iría a ningún lado. Claro que allí sí podría conseguir los vestidos, pero quién sabe si Mickey podría llevarme al centro ya que yo sola me pierdo.

Mi escribieron los del correo que ellos no podían hacer nada por mí respecto al tigre porque ellos sólo están encargados de recoger el dinero. Me sugieren que escriba a la aduana a ver qué logro; no lo he hecho porque no he tenido tiempo, pero voy a tratar de escribir hoy y, si no, trataré de arreglar cuando cruce. Del express me dijeron que sin el pasaporte no pueden dejar entrar los paquetes, pero los van a almacenar hasta que yo pase.

Había pensado escribir varias solicitudes y mandarlas antes de regresar, pero nunca tengo tiempo de escribirlas, así que ya las haré cuando regrese. El sueldo de Magdalena me parece muy bien; ojalá que me admitieran.

El pasado fin de semana lo pasé en Jackson, con los Mackey. Estuve muy contenta porque son muy amables conmigo. El sábado dormí hasta cerca de las once y me levanté como nueva porque aquí en el dormitorio se no puede porque hay mucho ruido, así que los disfruté aún más. El viernes fui a nadar y el sábado fuimos a andar en bicicleta y por poco me matan,  nomás porque Dios es grande aún vivo. Fíjate que la bicicleta tenía los frenos en los pedales en vez de en los manubrios y no los podía manejar bien. Veníamos bajando una colina muy pronunciada que desembocaba en la carretera y no pude frenar. Lo único que vi en frente de mí fueron coches y me encomendé a Dios. Apenas libré algunos carros como por  20 centímetros. La pobre de Carol venía atrás de mí y estaba aun más asustada porque como ella venía atrás vio todo mejor que yo. Me gritó que parara y no pude. Quedamos verdes, amarillas, rojas y se nos quitaron las ganas de andar en bicicleta, así que nos regresamos caminando.

El domingo fuimos de día de campo a un río cerca de Jackson. Pasé un día formidable porque como estaba haciendo un calor horrible, lo único que se me antojaba era estar en el agua. Palabra que cuando me trajeron al dormitorio no t tenía ningunas ganas de quedarme.


Bueno, creo que ya no tengo nada que platicar. Hasta dentro de pronto. Recibe el cariño de tu hija que no te olvida.

Preparando el regreso y noticia de que mis dos cajas de libros ya llegaron sanos y salvos

63.- EPISTOLARIO SEMO

Mi muy querida mamá:

Hoy recibí tu carta dándome noticias de mis libros, y créeme que se me alegró el corazón. Del correo me escribieron y decían que lo sentían mucho pero que ellos no podían condonar los derechos pues fue la aduana la que los cargó, que me dirija a la aduana, cosa que voy a hacer. Del express me escribieron también y decían que es absolutamente imprescindible que presente el pasaporte para poder sacar las cajas, así que van a guardarlas hasta que yo vaya a la oficina en Nuevo Laredo y presente el pasaporte; cuando menos, estoy tranquila pues sé que están seguras. Como estaba tan preocupada por los libros, pedí aquí en el correo que averiguaran si se habían perdido, así que si te preguntan algo, ya sabes qué es. Total, ya nada más queda pendiente lo del tigre, y si no logramos que me lo entreguen sin pagar nada, lo mejor será dejarlo perder pues no vale la pena.

No creas que no me he arrepentido de haber mandado las cosas, pero Miss Cleaver, Mrs. Estes y las demás señoras tanto m dijeron que mandara las cosas por adelantado, que me convencieron. Además, tanto en el correo como en el express me aseguraron que no habría ningún problema, así que me arriesgué, Ahora ya no tiene caso llorar por lo que sucedió, sino atenerme, en el futuro,  a lo que yo sé a pesar de lo me digan las gentes.

Como te digo en mi anterior, recibí una carta del Consulado donde me dicen que no debo tener dificultades para cruzar la frontera, cosa que así espero. Me da tristeza saber que no puedes venir a encontrarme, pero yo dudaba mucho que pudieras hacerlo pues sabía cómo anda la situación. Ni modo, otra vez se nos hará venir juntas a la frontera juntas. Ahora nada más te pido que le ruegues mucho a Nuestro Señor que me con bien y sin dificultades.

El otro día había un barco aquí, en Cape, igual a los que se usaban en el siglo pasado para viajar. Venía de Cincinnati y traía mucha gente de excursión. Era muy grande, con tres cubiertas, blando, y con las ruedas de paleta al frente. Parecía ser muy viejo, aunque bien conservado. Me recordó lo tiempos de Scarlet, la de Lo que el viento se llevó. En la noche tuvieron baile y hasta acá se oía la música. E. río ha crecido muchísimo por tantas lluvias y parecía que iba a desbordarse y a inundar Cape. De veras que se veía majestuoso con tanta agua. Me acuerdo cuando llegué qué impresión me causó ver el Mississippi, y ahora lo veo como cosa de todos los días, aunque no deja de llamar la atención.

Este fin de semana lo voy a pasar en Jackson, con Carol Mackey. Tenemos pensado ir a andar en bicicleta y a nadar, además de lavar, planchar y estudiar.

Me imagino que en las fotos que te mandó Sharon Sanders debe estar hecha un soberano monstruo, debido a mi “esbeltez”. No creas que no he tratado de reducir, pero ¡es tan difícil en el dormitorio! No quería llegar tan gorda, pero creo que no voy a poder evitarlo.

Qué bueno que Mamá Pina haya estado bien y tú también. Ahora creo que se me calmarán los nervios un poco mas sabiendo que están bien.


Ya no tengo nada más que platicarles, así que les mando un abrazo muy apretado. Recibe el cariño de tu hija que anhela verte,   

lunes, 12 de diciembre de 2016

Libro de Calderón que cumple 300 años en 2017

TRESCIENTOS AÑOS DE VIDA DE UN LIBRO DE CALDERÓN DE LA BARCA


Es rigurosamente cierto, pero no he decidido si le compraré un pastel para festejarlo. ¿Cuál será la mejor forma de celebrarlo? Primero, les contaré cómo fue que llegó a mis manos.

Al demoler un muro en la casa de mi tío abuelo Miguel, se descubrió que detrás de ese muro existía un cuarto donde se habían guardado muchos documentos, libros y objetos que tenían quizá un siglo de estar ahí. Tal vez, cuando estalló la revolución, decidieron construir ese cuarto y no decirle a nadie, de manera  que a la demolición le siguió una gran sorpresa. ¿Quién guardó esos objetos? ¿Con qué fin?
Luego, una de mis primas llegó a mi casa y, con una gran sonrisa, me dijo: te traigo un libro. Y yo repuse bruscamente: ya no quiero libros, dentro de poco se van a adueñar de todo el espacio. Con gran sorpresa, pero con paciencia, mi prima me dijo: Velo y después decides. Así tuve en mis manos un antiguo libro con pasta de cuero de cerdo conocido como piel de vitela. En la primera página se lee: “De la librería de Taxco. Ay excomunión para quien lo juzgare”. Aparecían, además, muchas marcas de fuego.

El libro lleva este título: Autos Sacramentales, alegóricos, y historiales del insigne poeta español Don Pedro Calderón de la Barca. Obras Posthumas, parte Quinta con privilegio. Luego, informa  que se imprimió en Madrid, en la Imprenta de Manuel Ruiz de Murga, en el año 1717.  Cuando leí todo eso, le agradecí efusivamente a mi prima haberse acordado de mí y regalarme el libro; luego, mi mente dio un salto y pensé; “Este libro vale una fortuna” Y empecé a calcular en cuánto podría venderlo.

Don Pedro Calderón de la Barca es uno de los insignes escritores del Siglo de Oro español.  Nació  en Madrid en 1600 y descendía “de una familia hidalga y de ascendencia norteña. Se ordenó sacerdote a los cincuenta y uno años”, según nos informa Guillermo Díaz Plaja en el prólogo al volumen que recoge  dos de las más famosas obras de Calderón: La vida es sueño y El Alcalde de Zalamea. Escribe principalmente obras de teatro, los llamados Autos Sacramentales, que eran una especie de sermones que podían escenificarse para edificar a chicos y a grandes.

Su obra más conocida y llevada al teatro  es La vida es sueño, y de ella el monólogo de Segismundo, preso en una celda y atado con una cadena,  cuyos primeros versos dicen así:

¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos pretendo,
Ya que me tratáis así,
Qué delito cometí
Contra vosotros naciendo;
Aunque si nací, ya entiendo
Qué delito he cometido;
Bastante causa ha tenido
Vuestra justicia y rigor
Pues el delito mayor
Del hombre es haber nacido.

La expulsión de los moros y de los judíos de los territorios españoles se dio en 1492, fecha del descubrimiento de América que, según dicen los especialistas, ni siquiera llamó la atención de los Reyes Católicos porque ignoraban por completo lo que eran los territorios descubiertos. Todavía durante el siglo XVI continuó la expulsión de los judíos, así que la intención de Calderón de la Barca al escribir sus autos sacramentales era la de evangelizar a los que se habían convertido al catolicismo.

Los autos de fe que contiene este libro están escritos en español antiguo y con una tipografía propia de la época, por eso no transcribo ningunos versos. Sin embargo, les diré me ha interesado mucho en su lectura la evolución de la lengua española. El volumen contiene doce autos sacramentales con sus correspondientes loas y en la página 422, la última del volumen, se cierra con las palabras LAUS DEO.

Ahora bien, en cuanto a si me volví rica vendiendo el volumen, fue un verdadero fiasco. En una casa de subastas, en la Ciudad de México, me ofrecieron mil pesos y debía dejar un porcentaje de comisión. Escribí luego a Rare Books, en Nueva York, para ver si se interesaban y, tras dos o tres meses de espera, me contestaron que habían decidido no adquirir el libro. Tenían muchos libros antiguos en venta, en idioma inglés, y en español sólo uno del gran poeta Lope de Vega. Apareció luego otra persona interesada en adquirirlo, pero quería también los otros cinco tomos, que no tengo.


En fin, me decidí a conservarlo y llevarlo a la Biblioteca Nacional o al Centro de Estudios Literarios, de la UNAM, ambos en la Ciudad de México. Sin embargo, cada vez que tengo la oportunidad de viajar para allá, se me olvida el libro. Quizá don Pedro Calderón de la Barca decidió acompañarme durante unos años más. 


Adaptándome al nuevo refrigerador con buenas noticias

DOS ADIOSES, UNA BIENVENIDA

Mi nuevo refrigerador, que ya cumplió tres meses en la cocina, vino a llenar el hueco dejado por el otro que se marchó. No lo llena totalmente porque éste es alto y esbelto (casi parece un atleta griego) y me complica la vida porque el cajón para la verdura está en la parte inferior (como ocurre con los demás modelos, porque estuve revisándolos antes de decidirme por éste) y cada día me cuesta más trabajo agacharme para sacar la verdura. Creo que tendré que sentarme en una silla para facilitar las cosas.  No me gustaba mucho que fuera color gris, pero es el que está de moda y, finalmente, no desentona demasiado con los muebles de la cocina que son  estilo rústico mexicano.

Aun cuando me habían dicho que era ahorrador de corriente eléctrica, a su llegada yo desconfiaba de que esto fuera verdad. Una vez que pasaron las 24 horas exigidas para conectarlo, empezó a funcionar con fuerza, como si fuera el atleta griego con el que lo comparé. Esto me asustó mucho y les confieso, amigos lectores, que durante una semana viví casi en la obscuridad porque me daba miedo que se incrementara mucho mi recibo de luz.

Luego, tuve muchos problemas para saber cuál era la temperatura ideal. El instructivo recomendaba que fuera a la mitad del control pero a mí me parecía exagerado porque estaba casi vacío. Entonces, empecé a mover el control hacia abajo y, de todas maneras, el refrigerador seguía arrancando con frecuencia. Finalmente, coloqué el control donde debía ser y decidí esperar a ver qué sucedía.

Una tía, en la Ciudad de México, tiene el refrigerador tan frío que casi parece un congelador. Además, tiene un termómetro dentro del refrigerador para asegurarse de que realmente ésa es la temperatura deseada. Claro, su refrigerador está siempre muy lleno en tanto que el mío se ve bastante vacío.

Un buen día llegó el recibo de luz y, efectivamente, la cantidad a pagar  HABÍA DESCENDIDO CASI EL CINCUENTA POR CIENTO. No podía creerlo. Hablé con el refri como si fuera un ser animado y le di las gracias. Como el recibo de luz llega cada dos meses, espero que el siguiente sea otra agradable sorpresa.

Ahora que ya somos amigos vivo con mayor tranquilidad. A veces, cuando entro a la cocina después de un buen rato de haber salido, arranca el refrigerador y en ocasiones me he puesto a pensar que suena como el ronroneo de un  gato  que me estuviera saludando.

Nicolás, el chico que me ayuda con mis dificultades con la computadora y quien sube las ilustraciones, sugirió que debía retirar algunos de los adornos que estaban en el otro refrigerador, y sólo escogió los que le parecieron más de acuerdo con el color gris. Y, realmente se ve muy elegante.
Ahora recuerdo el primer refrigerador que hubo en la casa de Independencia cuando vivíamos ahí. Era un General Electric, blanco y grande. Mis hermanos y yo lo mirábamos con admiración pues era un aparato sorprendente. Salió de la Casa Gavilán, la tienda de mi abuelo materno, y ocupó un lugar preferente en el comedor porque en la cocina no había espacio.  Por supuesto, la recomendación para nosotros, los hijos, era: “no lo abran porque se puede descomponer”. Así que lo mirábamos con respeto y no lo tocábamos.

En aquellos días, cuando los refrigeradores no eran un aparato común en las casas, había unos pequeños donde se metía una barra de hielo y así se conservaban mejor los alimentos. Como la mayoría de las personas compraba diariamente los alimentos perecederos, en realidad no nos hacía demasiada falta.


Por lo pronto, espero que mi refrigerador gris, marca Mabe, me acompañe durante muchos años gozando de buena salud y que no me vea obligada a decir “adiós” o “bienvenido” a ningún aparato eléctrico                              


                                           

Siguen los preparativos para el retorno

62.-EPISTOLARIO SEMO

Mi muy querida mamá:

Esperaba que tu carta me dijera que mis paquetes ya habían llegado, pero veo que no es así. Como te decía en mi otra carta, el tigre no me importa, puedes dejarlo ir; claro que me da coraje que después de pagar tanto flete no los pueda tener, pero ni modo.  Te quería pedir el favor de que fueras al correo y averiguaras qué pasa con los otros dos bultos, uno marcado Books y el otro, Printed matter. Me parece muy extraño que no hayan llegado pues se supone que los libros y las revistas deben ir sin ningún contratiempo.  He estado pensando que quizá ya están ahí y no te han mandado el aviso, así que si tú vas y averiguas, a lo mejor te los dan; si no, quizás puedas escribir a los correos cerca de la frontera y ver si no se han quedado olvidados en algún lugar. Me interesan pues el libro de cocina costó cerca de $5.00 dólares y todos los otros libros también son buenos. Yo voy a tratar de averiguar aquí si no se han quedado retrasados o qué. Quién sabe si los derechos que te cobran sean por los tres bultos en vez de uno solo. Por favor, haz todo lo que sea posible por averiguar qué sucede.

El pasaporte ya se arregló; me escribieron del consulado diciendo que no necesitaba renovarlo ya que no es permanente, sino provisional. Además, me mandaron una carta según la cual  no debo tener ninguna dificultad al cruzar la frontera, pero yo estoy segura de que los encargados de la aduana hacen caso omiso de cartas como ésta.  Quisiera que por arte de magia o con una alfombra voladora pudiera llegar hasta allá; tengo un miedo horroroso de que a la mejor se me va a perder todo el equipaje. Muchas muchachas dicen que aquí, en los autobuses, se pierden maletas con mucha frecuencia,  así que estoy peor de nerviosa pues tengo seis velices, uno de mano, una caja de sombreros y mi bolsa.  No sé si voy a llegar o me muero en el camino.

Cómo quisiera que no me mandaras dinero y vinieras a encontrarme aunque sea a Nuevo Laredo, pues allí va a ser todo el jaleo. No necesitas sacar pasaporte para esperarme en ese lado, y yo me sentiría tan tranquila de saber que estabas allí para ayudarme con todo.  Había pensado mandar 4 velices con dos o tres días de anticipación a Laredo, recogerlos allí, pasarlos y mandarlos de nuevo; pero ahora no sé ni qué hacer pues me da miedo que no lleguen, o me los roben, o algo les suceda. Ahora bien, si los llevo todos conmigo y el autobús está muy lleno no me los aceptan todos juntos, y luego se arma otro jaleo en la aduana porque si cruzo y algunos de mis velices se quedan atrás, nomás no los vuelvo a ver y me quedo sin ropa. Estoy en estado de pánico verdaderamente, y no puedo comprar equanil  porque aquí no venden nada suelto, así que con impuesto y bote, viene saliendo como en cinco dólares o más, y estaré loca para gastar tanto dinero. Mejor me aguanto, aunque no creas que lo logro muy bien; tengo la cabeza pájaros completamente y lo que quiero hacer todo el día es llorar. Dios quiera que me vaya bien, aunque lo dudo.

No te preocupes mucho, pero estoy desesperada; no sé qué hacer, a veces hasta me arrepiento de haber venido. Verdaderamente, no encuentro la solución. Como te decía en mis otras cartas, ya escribí al express y al correo y tengo esperanza de que si no mandan los bultos, cuando menos no les hagan nada; quizá si tú escribieras a la oficina del express los remitieran más pronto. Haz todo lo que puedas, por favor.

Del vestido de Mamá Pina, no he podido conseguir uno negro, decente, así que voy a ver si me regresan el dinero o qué hago.

Tengo tanto qué hacer que no sé ni cómo lo voy a hacer, pues además de nerviosa siento que es imposible hacer tanto en tan pocos días. No creas que no estoy impaciente por regresar; creo que sé los días, horas, minutos y casi segundos que todavía voy a permanecer aquí. Dios quiera que se vayan como en sueños; a veces pienso que mejor me  voy al día siguiente pero me da lástima desperdiciar las clases que me faltan. No sé, te digo que ni pensar puedo.

Ayer fui a comer en casa de Mrs. Potashnik de despedida; me fui como a las cinco y regresé en la noche. Estuvimos platicando mucho rato, y me dijo que en la primera semana de agosto se va California, y acaba de regresar de Michigan y Canadá. Cómo quisiera que me regalara dinero y yo te lo mandaba para que vinieras por mí. Parece increíble que unos puedan tener tanto dinero y otros, nada. En fin, Dios sabe por qué sucede así, pero me he vuelto envidiosa.

No hagas mucho caso de esta carta pues estoy en mi día de locura. Escríbeme lo más pronto que puedas y trata de informarte de qué pasa con esos dos paquetes.

Saludos  a todos y recibe todo el cariño de tu hija que no te olvida y desea estar allá.


P.S. Te incluyo una carta para mi tía Luz.

Preocupada por el montón de cachivaches acumulados en el año

61.-EPISTOLARIO SEMO

Cape Girardeau, Mo., 16 de julio de 1958

Mi muy querida mamá:

No sabes con qué alivio recibí tu carta pues de veras estaba muy preocupada sabiendo que estabas enferma; bendito sea Dios que ya estás bien.

Ojalá que cuando recibas esta carta ya hayan llegado mis otros bultos pues me interesan más que el tigre; yo escribí al correo explicando que el tigre es viejo y está medio sucio a ver si condonan los derechos. En caso de que no los condonen, o siquiera que los reduzcan un poco, puedes dejarlo ir pues no me importa mucho conservarlo. Sabía muy bien que me iba a dar mucha lata llevármelo porque está muy grande y no cabía en ningún veliz, pero me daba lástima regalarlo porque me lo dieron Mickey y otras de las chicas el día de mi cumpleaños ya que aquí todas las muchachas tienen verdaderas colecciones de animales de peluche que ponen sobre las camas. Como yo no tenía ninguno, decidieron comprarme uno, pero no me explico por qué no me regalaron dos pequeños en vez de uno tan grande; como te digo, si no perdonan los derechos no lo saques porque no vale tanto la pena. En cuanto a los paquetes del express, me tienen bastante preocupada. Ojalá que mi carta sirva de suficiente prueba de que soy mexicana y los dejen pasar.

No cread que no siento deseos de dejar todo como está y regresarme; a veces me siento tan cansada y sin ganas de hacer nada. No me decido a abandonar todo tan cerca del fin, especialmente después de que tengo bastante buenas calificaciones y que he trabajado tanto para merecerlas. Parece increíble que estos últimos días me parezcan más pesados que todo el año junto, pero estando tan cerca del fin creo que bien vale la pena aguantarse y aprovechar lo más que se pueda, al fin y al cabo dentro de muy pronto estaré de vuelta.

No creas que no extraño mucho a mis amigas, me siento muy sola y triste sin ellas. Todas las chicas con las que yo me llevaba muy bien no están aquí; unas están trabajando, otras de vacaciones y otras sólo descansando. Sonia ya no está aquí, ni Mickey, ni Judy, ni Sharon, ni Janet, especialmente esta última. Margaret me ha dicho que vaya a su casa muy seguido, pero queda un poco lejos y hace tanto calor para caminar en las calles que mejor me quedo en el dormitorio.

Tú sabes que con mi compañera de cuarto jamás me llevé bien, y creo que el no tener que verla más cuando me vaya será mi primera alegría. Creo que ella ha tratado de ser mona y amable conmigo lo más que ha podido, pero no dio resultado. El haber vivido con ella será la única experiencia desagradable que me lleve de los Estados Unidos. No me acuerdo si te platiqué que ella quería que fuera a pasar un día con ella en su granja, y no tenía ni el menor deseo pero no encontraba la forma de rehusar pues no quería molestarla. Gracias a Dios, todo se resolvió y no voy a tener que ir. Imagínate que no tienen baño o río, como nosotros teníamos en La Villa y a 90 grados de temperatura y sin baño me hubiera muerto.  Además, por la forma como ella es tengo la impresión de que en su casa deben ser bastante cochinitos porque, de acuerdo con lo que me ha platicado, su hermana limpia la casa retacando la basura debajo de las camas. ¿Te imaginas que horror?

Sobre mi regreso, probablemente será  el 14 de agosto; el 15 estaré en Monterrey y el 16, en la noche, en Durango. Voy a llegar medio loca después de tanto tiempo en el autobús, pero feliz de estar otra vez con ustedes.

Otra señora rica,  Mrs. Miles, me regaló un veliz, no nuevo, pero bastante bueno. Estaba pensando si Mamá Pina no querría que en lugar  de comprarle el veliz con los ocho dólares de ella que aún tengo, tratara de conseguirle un vestido negro, así podría vender el otro y sacarle algo. Creo que con este veliz tendré suficiente para todas mis cosas y cargar con el de Mamá Pina, casi vacío, sería más lata; además de que tengo seis velices y ya son bastantes.

He seguido pensando en lo de Carlos y si mi proposición de que viva con los Cuéllar no te parece bastante buena, por qué no pensar en que vaya a Guanajuato. Creo que tienen una muy buena Universidad, aunque claro que no como México y, además, ofrecen becas; como tienen muchos turistas y él sabe inglés, podría trabajar en sus ratos libres guiando grupos a través de la ciudad y de los sitios históricos y le pagarían bastante bien. Además, Guanajuato no es tan grande como México y sus gastos serían naturalmente más baratos, y es una ciudad muy bonita e interesante. Cuando menos, podría comenzar allí y después cambiar a México.

El año próximo viene una chica de Perú en mi lugar y, según Miss Cleaver, no es tan “encantadora” como yo. También va a venir una chica de Francia y Miss Cleaver tiene pensado presentar comedias en francés, Sería una oportunidad formidable para mí de practicar el francés, pero no voy a estar aquí; claro que no puedo tener todo lo que deseo en esta vida, pero sí me encantaría estar aquí para hablar francés.


Creo que ya no tengo nada más que platicarte; saludos a todos. Ojalá que ya estés completamente bien y no tengas ninguna recaída. Recibe todo el cariño de tu hija que anhela estar de vuelta. 

sábado, 3 de diciembre de 2016

Palabras de Mónica Perla Hernández en la presentación de mi libro Aromas de Durango

Para mi amiga entrañable,  por su amor a las palabras,  a los viajes y a las costumbres.


María Rosa Fiscal logra, a partir de la cocina duranguense, llevarnos más allá de los aromas, a un recorrido de los linajes, los sucesos históricos, la comunión de las familias tradicionales de Durango, y al retrato de muchos de sus municipios.

Si bien la portada de Aromas de Durango, tiene como elementos la canela que no puede faltar en la salsa para las enchiladas, o los tornachiles que acompañan unos buenos patoles, y un pan de agua, que recuerda tanto la añoranza de quienes están o han estado autoexiliados de Durango. Este texto puede llevarnos a un recorrido por distintas épocas de esa sociedad duranguense, tan desconocida para muchos, en el país, porque desde que se puso de moda en el imaginario colectivo se cree que en Durango surgió el pasito duranguense y hace mucho fue la tierra del cine.

Hoy que están tan moda series como Velvet o el Tiempo entre Costuras, puedo decirles que en Aromas de Durango, también hay una escena narrativa muy bien lograda, en la cual un hombre grita desde un tapanco los precios de las telas, mientras las clientas y las empleadas se pierden entre los tubos cubiertos de satín, de seda o de alguna otra textura montada sobre metros de papel aglomerado convertidos en un largo cilindro.

La nariz y los platillos que acompañaron su niñez, su adolescencia, sus estudios en Estados Unidos, su estancia en esta Ciudad de México, le permiten a la autora darnos cuenta de algunas de las lecturas que le han sido entrañables. Me permito aquí mencionar una sobre el Premio Nobel de Literatura, Orhan Pamuk, en su libro Nieve. Al dar cuenta de la llegada de las primeras familias libanesas a Durango, María Rosa se refiere a las lentejas, como uno de los platos de la Semana Santa de los duranguenses, y al invierno en Turquía, que retrata el Nobel en esa novela.

La autora no escapa de la religiosidad duranguense, que es una característica que nadie podría omitir al hablar de la cultura de ese estado, y entrelaza como un muégano, las historias de algunos platillos, con citas bíblicas ad hoc.

Imaginar un militar francés comiendo naranjas dulces, mientras contempla el cielo azul luminoso de Durango, en el invierno de 1866, en tanto que da cuenta de que los liberales mexicanos no son tan fáciles de derrotar, es una escena que retrata la comunicación epistolar rescatada por la autora para este texto.

El recetario familiar, el de las amigas, el de las abuelas de las amigas, el de los amigos, es la columna de un libro que nos lleva a recrear las escenas en torno al pan de huevo y los cientos de charlas que se dan en la preparación de un caldillo durangueño.

La aportación de este texto para la cocina tradicional mexicana, es develar para cientos, una cocina que a diferencia de la oaxaqueña o la poblana, no es conocida de forma masiva, pero, sobre todo,  dar cuenta de forma precisa y bien documentada, de la geografía de Durango, a través de sus platillos, y para quienes somos duranguenses por decisión y por adopción, llenarnos de evocaciones y anhelar una manzana de Canatlán o Nuevo Ideal. Qué importa que no esté grandota y muy roja, así pequeñita es jugosa, y en esta época ya no es pecado comérsela.

Quiero agradecerle a María Rosa, haberme permitido ser parte de la creación de este libro, y dar cuenta de que esta literata, que había sido formada con las Remington, y las Olivetti, con  Aromas de Durango,  se familiarizó con los lenguajes de las computadoras.

Mónica Perla Hernandez 

Soy nuevamente gente de a pie porque no tengo coche

ADIÓS A OTRO BUEN AMIGO: MI COCHE GOLF MODELO 1990

“Sin lágrimas, será la despedida”, así empieza un bolero de los años cincuenta y ahora lo recuerdo porque así me despedí de mi fiel amigo y compañero, el coche Golf azul marino, modelo 1990, estándar, que heredé a la muerte de mi hermano Ricardo en 1993.

 Desde el principio de este año noté que la fuerza de mis piernas y la agudeza de mis ojos habían disminuido, pero me resistía a dejarlo partir. Sin embargo, en tres ocasiones choqué, afortunadamente, con las llantas de las camionetotas que circulan por Durango, por lo que no hubo ningún daño, pero sí interpreté el incidente como un aviso de la vida de que había llegado el momento de despedirme del coche y organizar mi vida de otra manera.

El Golf azul marino llegó a mis manos cuando regresé de mi trabajo en San Antonio, pero en momentos muy dolorosos. Pertenecía a mi querido hermano Ricardo (el menor de la familia) que falleció repentinamente en 1993 a causa de un infarto masivo. Su muerte sumió a la familia en una tristeza profunda y creo que ya nunca volvimos a ser los mismos.

Me había nombrado heredera universal y albacea, lo cual significó para mí una enorme responsabilidad porque implicó ocuparme de muchos asuntos, quitar el consultorio, avisar a los pacientes de su fallecimiento, vender su biblioteca y muchas cosas más. Me llevó más de un año poner todo en orden y mi vida se convirtió en un frenesí: mis clases en el Colegio Americano, la única clase que impartía en el Centro de Enseñanza para Extranjeros en la UNAM, y asistir puntualmente a todas las audiencias que se necesitaron para que todo se resolviera de la mejor manera.

La primera vez que manejé el Golf tuve muchas dificultades con el clutch. En San Antonio mi coche era un Toyota Corolla, suave como la seda, y tan pequeño que cuando me presenté al examen práctico de manejo el examinador, que era alto  y grueso,  tuvo dificultad para acomodarse. Afortunadamente, eso no fue problema y fui aprobada con lo que ya me sentí segura al manejar por las calles y por la carretera 410 de alta velocidad que era prácticamente la que más utilizaba.  

No sé si el Golf extrañaba a su antiguo dueño y por eso protestaba como un caballo amaestrado montado por algún extraño cuando yo presionaba el clutch.  El caso es que lo estropeé en dos o tres ocasiones y hubo que sustituirlo. Pero pasaron los meses y aprendimos a comprendernos el uno a la otra.  

En 1995 tomé la decisión de regresar a Durango para hacerme cargo de mi casita en el Fraccionamiento Camino Real antes de que me la estropearan por completo y lo hice, acompañada de una amiga, en mi coche Golf. Antes, ya había ido en el coche a Cuernavaca y a Querétaro sin ningún problema. Y esta vez fue igual. Salimos de la Ciudad de México a las 7:00 a.m. y llegamos a Durango a las 7:00 p.m. pues nos detuvimos en San Luis Potosí para desayunar y más tarde a cargar gasolina. El coche se portó de maravilla. El regalo que le hizo Durango a mi Golf poco después de mi arribo fue el robo de los cuatro tapones.

Como en el Camino Real no había forma de protegerlo durante la noche, compré dos bastones y unas cadenas y con eso lo dejaba seguro. Además, para impedir que los maleantes pudieran empujarlo hacia atrás y llevárselo, mandé construir una puerta de metal que lo protegía y que llamaba la atención porque no tenía muros a los lados, sólo la puerta anclada firmemente en el suelo. Andando el tiempo se construyó la barda y esto aumentó mi seguridad.

Dejé que corrieran los años porque el coche no me daba ningún problema con la esperanza de que se volviera clásico y pudiera yo venderlo muy bien. Luego, me enteré de que ese tipo de coches no se volvía clásico, sólo los Volkswagen. Pero seguí conservándolo.


El día que se lo llevaron me sentí triste pero seguí el consejo del bolero mencionado y no lloré. Ahora el espacio que ocupaba y donde yo lo veía todo el tiempo a través de los cristales de la cocina parece inmenso y desperdiciado. Quizá cuando llegue la primavera compraré algunas macetas para que el lugar se vuelva más amable.


                                       

El tren que corría por la ancha vía. Recordándolos

EL TREN QUE CORRÍA

Camina trenecito que
A Atotonilco voy
Parecen tus muchachas
Angelitos de Dios.
Canción popular jalisciense

En efecto, desde que fueron construidos por Porfirio Díaz, los trenes de carga y de pasajeros corrían atravesando las planicies de nuestro país. Poco a poco, los de pasajeros fueron decayendo hasta ser completamente desmantelados durante el sexenio de Ernesto Zedillo. Los trenes empezaron a declinar en nuestro país durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés quien favoreció la construcción de carreteras –entre ellas, la Panamericana que atravesaba el país de Chiapas a Ciudad Juárez- para impulsar el desarrollo de la industria automovilística y el establecimiento de las armadoras norteamericanas.

Los hubo de alta calidad. Recuerdo, por ejemplo, el que iba del Distrito Federal a la ciudad de Querétaro. Salía puntual a las 7:00 a.m. de la estación de Buenavista y llegaba a su destino a las 10:00 a.m. Las tres horas parecían  unos cuantos minutos. Poco después de arrancar, sonaba la campana anunciando que se podía pasar al carro comedor para el desayuno. Las mesas lucían un albo mantel y siempre había un florero que alegraba la vista. También hubo trenes de pasajeros a Guadalajara, Morelia, Veracruz, Oaxaca, entre otras ciudades. A Durango no llegaba el tren que se dirigía a la Ciudad de México y que provenía de Ciudad Juárez; era necesario que los pasajeros abordaran un ramal a Cañitas y ahí subieran al otro. En los años ochenta se hizo un intento por reanudar esta corrida a la capital del país, aunque duró poco tiempo. Como en el pasado, los pasajeros debían trasladarse a Zacatecas para conectar con el tren que se dirigía a la Ciudad de México y el viaje  requería de casi 24 horas

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Pero así como los grandes trasatlánticos debieron transformarse en buques para cruceros, los trenes también han sufrido una metamorfosis: ahora son  turísticos y, a veces, de gran lujo. Para viajar de Madrid a Andalucía puede reservarse un espacio en  El Andaluz, un tren de gran categoría planeado para que los turistas disfruten de la travesía. En Sudáfrica, según una nota publicada en el periódico Victoria de Durango, existe el “Pride of Africa”, calificado como “el más lujoso del mundo”. Los vagones son arrastrados por una locomotora de vapor fabricada en 1893 y los mil 595 kilómetros que separan a Pretoria de Ciudad del Cabo requieren de dos días. Parece, sin embargo, que a los pasajeros no les importa y pueden darse un buen baño de tina en las cómodas y antiguas  bañeras con que están provistas las alcobas. En avión, el viaje dura dos horas. Pero, el placer no es comparable.

En Jalisco se enorgullecen de su tren Tequila Express que va de Guadalajara a Tequila, distante 80 kilómetros de la capital. Sólo funciona los sábados. Sale a las 12:00 p.m. y regresa a las 18:00 hrs.  El precio es de $600.00 pesos y los pasajeros pueden beber tequila durante todo el trayecto de ida y vuelta, el cual es amenizado, además, por un mariachi que también alegra el buffet que se ofrece  en la hacienda La Rojeña mientras se disfruta de un espectáculo de bailes típicos.

Hace unas semanas se anunció que la empresa francesa Alsthom construiría un tren rápido en Argentina, de Buenos Aires a Mendoza. La distancia entre las dos ciudades es de 1,000 kilómetros que se recorrerán en 31/2 horas. ¿Se imagina el lector lo que sería contar con un tren de este tipo para viajar de Durango al Distrito Federal? Un sueño imposible, quizá,  porque la topografía de México no es igual a la de Argentina y el costo de la construcción sería altísimo.

Si este sueño no es viable, ¿no podríamos tener un tren  turístico de Durango a Otinapa (69 kms.) o a Tepehuanes (320 kms.)?  Me dicen que es igualmente  un sueño imposible porque los puentes ya desparecieron y  la reparación de las vías sería costosísima.  Sin embargo, pienso que sería más fácil atraer al turismo a nuestro estado con un recorrido así que tratando de  convencerlos de que el Centro Histórico o los museos valen la pena un viaje a Durango. Ya lo dijeron los hoteleros al comentar lo ocurrido con  sus hoteles durante la Semana Mayor: la ocupación fue mínima y por una noche. Quizá la sierra, que sí es formidable, a pesar de la deforestación (urge reforestar Otinapa) los convencería de permanecer unos días más.

Hoy, es posible viajar en automóvil de Durango a Mazatlán en 2 ½ horas por una carretera llena de baches, según afirman los que la han recorrido. Quizá lo más valioso de esa ruta es conocer el famoso puente El Baluarte cuya construcción requirió de dinamitar un pedazo de la Sierra Madre Occidental para abrir el espacio para el puente. De otra manera, era necesario rodear las formidables rocas. Los paseantes van y vienen entre una y otra ciudad quejándose de los baches y del costo de la autopista pero felices de haber pasado unas horas a la orilla del mar.


Carta núm. 60 desde Cape. Se acerca el regreso.

60.- EPISTOLARIO SEMO

Cape Girardeau, Mo., 13 de julio de 1958

Mi muy querida mamá:

Ayer recibí tu carta en la que me dices que tres de las cajas ya llegaron, pero que te cobran noventa pesos de derechos. No me explico por qué pues libros y revistas van libres de impuestos; no les pude poner muestras sin valor porque aquí, en el correo, no los aceptaban así, pero esperaba que no tendrías dificultades con ellas. Hoy escribí al correo reclamando a ver si no te cobran tanto  pero quién sabe si logre algo. En caso de que no rebajen nada, yo te agradecería que hicieras lo posible por sacarlas porque hay varias cosas que no quisiera perder. Respecto a las cajas detenidas en la frontera ya escribí a ver si las dejan entrar. También el agente del Express escribió a ver qué logramos. También le escribí al cónsul mexicano en St. Louis a ver si él me puede dar un papel para que las admitan.

Estoy muy preocupada porque estás enferma; ahora, desde la muerte de Papá Chuy, estoy hecha un manojo de nervios y no estoy nada tranquila sabiendo que estás enferma pues me acuerdo de cómo te pusiste el año pasado, y más me asusto. Por favor, dime la verdad de cómo estás y si es necesario que me vaya porque ni creas que estando tan preocupada estoy estudiando bien. Además, con los líos en la frontera  mejor voy a ver si rescato las cajas.

Contéstame esta carta lo más pronto posible para saber si me voy o no pues nada más voy a esperar que me escriban del express si dejan entrar las cajas o no para emprender el viaje de regreso. Ya no me importan ni las clases ni nada y con toda esta bola de dificultades tengo los nervios de punta; si no pierdo la cabeza es porque la tengo pegada a los hombros. En dado caso de que ya estés bien y que dejen entrar las cajas, haré lo posible por esperarme hasta el fin; si no, allí me tendrán a  fines de la semana que entra, del 22 en adelante. Ni les digo a qué hora llego porque quién sabe si me pierda de nuevo en Nuevo Laredo buscando las cajas. Para colmo de males, el pasaporte mexicano se venció el día primero y quien sabe que vaya a pasar porque no lo he refrendado. Esta vida es una verdadera tragedia.

Este fin de semana fue la boda de Janet Burke y estuvo muy bonita. Todo es tan distinto de lo que nosotros acostumbramos que voy a tener que dar speeches acerca de las costumbres americanas. Janet se veía muy mona, ya que no es bonita. Su traje era de satín muy grueso y gracias a Dios que la iglesia tenía aire acondicionado porque si no se hubiera cocido. Era de estilo antiguo, pero no como el de Papy (Núñez). Sus damas iban vestidas de  encaje azul y blanco; lo chistoso es que aquí las mamás no entran en el cortejo. En fin, ya les platicaré con detalles cuando llegue, que a lo mejor es más pronto de lo que se imaginan.

Recibí los periódicos que me mandaron; muchas gracias. Mickey estuvo aquí este fin de semana de visita. Cuando nos despedimos me sentí muy chistosa porque probablemente ésta sea la última vez que la vea ya que no creo que pueda ir a Saint Luis otra vez. Nos despedimos y yo no sabía qué decir; tenía un nudo en la garganta.

Cuando vean a Sara y a Blanca díganles que recibí sus cartas. A Blanca díganle que esperaré a que me conteste para que nuestras cartas no se vuelvan a cruzar, y a Sara que le contestaré en persona.
No dejen de escribirme inmediatamente aunque sea una tarjeta postal pues tengo que saber cómo estás y si me voy o no.

Recibe todo el cariño de tu hija que no te olvida y que está medio loca