domingo, 19 de marzo de 2017

Guiso mexicano tradicional, especialmente en Durango.

PATOLES

El primero de marzo de este año 2017 fue el miércoles de ceniza (Ash Wednesday) y marca el inicio de la cuaresma para los católicos que terminará con el domingo de Resurrección. Antiguamente, la Iglesia ordenaba a sus fieles no comer carne durante dicho miércoles y todos los viernes de cuaresma. Hoy no es así, la abstinencia de carne, que mucha gente sigue llamando “vigilia”, sólo obliga el miércoles de ceniza y el Viernes Santo. El pescado es muy caro en México y, en Durango, era difícil de conseguir porque no tenemos costa, así que la gente creó platillos cocinados con habas, chícharos, choales (pedacitos de maíz), nopales, patoles y muchos otros ingredientes que no necesitaban  carne. El postre, por supuesto, es la capirotada, ya sea café o blanca. Parece ser que los patoles son más usuales en el norte del país por lo que en otros lugares se desconoce qué son. Por ello, hoy les comparto un texto sobre los patoles incluido en mi libro El aroma de la nostalgia. Sabores de Durango, que fue publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) en el 2005.

¿Patoles? ¿Qué son? La cara de mi sobrino reflejaba su asombro mientras con el tenedor se llevaba a la boca un poco de huevo con chorizo. De ascendencia durangueña, había visitado la tierra de sus mayores en varias ocasiones sin trabar conocimiento con los patoles que muchas personas acostumbran para acompañar el adobo o el, además del arroz, o los ofrecen a sus invitados a guisa de frijoles por si hay antojo o un pequeño hueco en el estómago que no quedó del todo satisfecho.

Por mi parte, debo confesar que antes de la conversación con mi sobrino, jamás se me había ocurrido que los patoles no fueran del conocimiento de todo mexicano. Tampoco había indagado el origen del vocablo; más bien, dejándome llevar por la imaginación asumí que esta palabra había llegado por boca de los vascos. Craso error. Recurrí entonces a los especialistas en busca de la etimología.

En el Diccionario de mexicanismos, de Francisco Santamaría, se asienta que proviene del náhuatl patolli, nombre que se aplica a “varias plantas leguminosas, del género Erythrina, particularmente el zompancle. Añade que los aztecas llamaban patolli  “a un juego de dados, en el cual empleaban dichas semillas como fichas” y que muchas personas las denominaban colorines debido a su color rojo.

El estudioso coahuilense Francisco Emilio de los Ríos, en su libro Nahuatlismos en el habla de La Laguna, concuerda con lo expresado por Santamaría. Además, agrega algunos datos interesantes sobre el desarrollo del juego:

Entre los antiguos mexicanos el patole o patoli era un juego que se practicaba sobre un petate con varias semillas de patol o colorín. Los jugadores oraban antes de empezar el juego y pedían suerte a las semillas y al petate como si fueran dioses; durante el desarrollo de la competencia invocaban a Macuilxóchitl, divinidad protectora del juego; alrededor se reunían numerosos apostadores y mirones.

Si volvemos los ojos hacia la literatura encontramos que don Manuel Payno (un famoso escritor del siglo diecinueve), en Los bandidos de Río Frío, nos ofrece un claro ejemplo del uso de la voz patoles en su acepción de fichas. Relata que los jueves por la noche, la casa de doña Severa y Amparo se encendía para recibir a los convidados a la tertulia que no tenía nada que ver con la literatura y sí con el juego. Anota que los invitados formaban

Una mezcla rara que representaba las distintas escalas de la sociedad mexicana, sin descender muy bajo  (y que) una de las recámaras, que eran bien amplias se convertía en sala de tresillo, y se ponían dos o tres mesas con las barajas, patoles o frijolillos encarnados, fichas de concha y lo demás necesario.

Hasta hace pocos años, en las ferias pueblerinas,  al jugar lotería, a cada jugador se le proporcionaba su dotación de frijolillos –siempre encarnados- para marcar las casillas a medida que el gritón vociferaba: ¡El diablo! ¡La luna! ¡El catrín! En Chihuahua y Durango, según dicen los investigadores mencionados, los patoles –o sea, las alubias grandes- son un delicioso manjar. Una vez cocidos y guisados, puede realzarse su sabor con un poco de chorizo, tocino, salchicha rebanada (según el gusto de la cocinera) y, en Durango, unos cuantos tornachiles que, además de enriquecer el colorido, le dan un toque diferente al sabor.

Por su parte, el historiador y novelista durangueño Francisco Durán Martínez, en su novela El cuervo de Dios, narra la elaboración de un postre antiguo que quizá hoy pocos recuerden y que se prepara a base de patoles: “Con infinito cuidado, Luz pelaba los piñones mientras la mayor rallaba el coco y Hormesinda molía los patoles para prepararlos con leche y azúcar”.

Hay quien prefiere las alubias, esos frijolillos que se preparan de manera similar a los patoles, aunque sin tornachiles. Los patoles se llevan bien con el otoño, el invierno o los días de cuaresma cuando el viento estimula el apetito. Ya no se les ve con frecuencia en las mesas del juego porque los propios de la baraja española han sido sustituidos por otros. Nadie, empero, les disputa su sitio en la cocina durangueña y la llegada del platón a la mesa en siempre recibida con expresiones de júbilo.





Me encontré por casualidad esta carta mientras buscaba otros documentos y decidí compartirla.

CURIOSIDAD BIBLIOGRÁFICA

Amigos lectores, les comparto esta curiosidad bibliográfica: una carta escrita en 1906 por el Obispo de Chihuahua, Nicolás Pérez Gavilán (que está enterrado en esa ciudad) escrita a su tío el afamado  Dr. Felipe Pérez Gavilán, mi bisabuelo materno, que vivía en Durango.  Es una verdadera joya bibliográfica. 


Guerrero azteca con su novia en brazos. Atrás, el Popo.

EL POPOCATÉPETL Y EL IZTACCÍHUATL, UN ROMANCE DE LEYENDA AL ESTILO DE ROMEO Y JULIETA.



Entre las altas cumbres que hay en el continente americano ocupa el primer lugar el Aconcagua, en Perú, que alcanza una altura de 6,962 metros. En México, el más alto es el hermoso Pico de Orizaba, con 5,610 metros, y  se encuentra en el estado de Veracruz; le cabe también el honor de ser la tercera montaña más alta en América del Norte. El Popocatépetl alcanza una altura de 5,426 metros; se localiza entre los estados de Morelos, Puebla y México. Viene luego el Iztaccihuátl, que llega a los 5,238 metros y se localiza entre los estados de México y Puebla. Ambos son hermosos, cuando no había contaminación en la Ciudad de México, podían apreciarse cualquier tarde. Hoy sólo se logra esa maravillosa vista en algunas tardes de invierno cuando el viento despeja el ambiente.

Dice la leyenda que el guerrero Popocatepetl estaba enamorado de la bella Iztaccihuatl, pero tuvo que irse a la guerra. La novia se quedó sola y esperando el retorno de su amado. Como pasó mucho tiempo y no volvía, Iztaccihuatl murió de amor y se convirtió en la mujer dormida que es hoy. Poco después regresó Popocatepetl. Devastado por la pena de haber perdido a la mujer amada, el guerrero murió y se convirtió en la montaña que hoy está tan cerca de la otra.  ¿No les parece que es un poco como Romeo y Julieta?

Estos bellos volcanes, junto con otras muchas hermosas y pintorescas  imágenes del México popular, se convirtieron en el tema preferido del pintor Jesús Helguera (Chihuahua, 1910-México, D.F., 1971) para sus calendarios. Se le considera como el pintor “de la identidad mexicana”. Sin embargo, cuando su obra podía conseguirse en cualquier lado, gran parte de la sociedad mexicana pensaba que carecía de valor artístico. Andando el tiempo, se vio que ese era un concepto equivocado.

Hijo de Álvaro de la Helguera García, un inmigrante español radicado en México, y de María Espinoza Escárzaga, por causa de la revolución de 1910, emigró junto con ellos a España cuando tenía siete años. Allí estudió la primaria en Ciudad Real y, posteriormente, en Madrid ingresó a la Escuela de Artes y Oficios; tiempo después se inscribió en la Academia de San Fernando. Regresó a México a fines de 1938. Trabajó como artista exclusivo de la cigarrera La Moderna, pero también durante un tiempo para la Editorial Galas que todavía conserva algunas de sus pinturas.  

Además de sus calendarios, muchas de sus obras fueron utilizadas para decorar charolas metálicas que hoy son muy cotizadas. Además, por ejemplo, una de sus pinturas, La Patria, fue utilizada para ilustrar la portada del libro de texto gratuito. Su mirada se dirigió siempre a lo bonito y diferente de México, pero también a lo religioso. Así, hay pinturas de mujeres hermosas ataviadas con el traje veracruzano necesario para bailar La Bamba, pero también de una pareja que se dirige con su bebé a la iglesia para el bautizo.

En 1980 se organizó una exposición en el Palacio de Bellas Artes para mostrarle al público mexicano la formidable obra de Jesús Helguera y, además, para compensarlo de alguna manera por el desprecio del que fue objeto por la clase alta de México.  Posteriormente, se organizaron algunas exposiciones en el extranjero.

En opinión de Carlos Monsiváis, Helguera fue el “pintor de cabecera de las multitudes que vivió siempre un doble reconocimiento lento, la admiración de la mayoría y la referencia irónica de la minoría”.




Julio Bracho, sus hermanos y su hija Diana hace muchos, muchos años

JULIO BRACHO, ANDREA PALMA, JESÚS BRACHO Y DIANA BRACHO, FAMOSOS EN EL CINE MEXICANO



En esta  fotografía vemos (de pie) a Andrea Palma, a Julio Bracho, a Jesús Bracho, una señora que no sé quién es y a Rosario Bracho. En el centro, Diana Bracho celebrando su graduación. 
 
Tres de ellos, Julio, Andrea y Jesús, junto con sus hermanos Toribio, Refugio, Rosa (que entró al convento de las religiosas de la Cruz),  Felipe, José, Miguel, Luz y Rosario fueron hijos del matrimonio formado por el próspero hacendado (antes de la Revolución de 1910) Julio Bracho Zuloaga que contrajo matrimonio con mi tía abuela Luz Pérez Gavilán. Vivían en la hacienda conocida como La Ochoa que, en ese tiempo, quedaba dentro de los linderos del estado de Durango. Al efectuarse la nueva división geopolítica del país tras la Revolución, pasó a formar parte del estado de Zacatecas.  Actualmente, la hacienda, que fue incendiada durante la Revolución, ha desaparecido por completo  y sólo se conserva (me informan porque no la he visitado) la iglesia.

Dada la violencia del movimiento revolucionario, Julio Bracho Zuloaga emigró, junto con su familia, a la ciudad de México, donde murió  en 1927, poco tiempo después de haberse establecido allá. A su muerte, la familia quedó sin recursos económicos y la madre empezó un comercio de repostería, en el que le ayudaban sus hijas.  Guadalupe (Andrea) poco después abrió una sombrerería. Andando el tiempo, tanto Julio como Andrea se volverían famosos en el cine mexicano. Jesús fue un destacado escenógrafo que también colaboró en algunas películas, pero falleció muy joven.

Julio Bracho Pérez Gavilán nació en Durango, en 1909 y falleció en la Ciudad de México en 1978. Fundó el Teatro Orientación y adquirió mucha fama por sus películas, entre ellas, La virgen que  forjó una patria (1942), Historia de un gran amor (1942), Distinto amanecer (1943) La mujer de todos (1946) y la que suscitó gran polémica y nunca ha podido exhibirse con plena libertad, La sombra del caudillo (1960), basada en la novela del mismo nombre del gran escritor Martín Luis Guzmán, que narra un hecho de sangre verídico debido a unas elecciones para presidente y que terminó con el asesinato del general Aguirre (nombre supuesto), candidato a la presidencia y sus acompañantes en Huitzilac, Morelos. La novela ha circulado con toda libertad (la edición que tengo está fechada en 1973 y le correspondió el número veinticuatro. La película, que muestra lo ocurrido con toda claridad, fue enlatada y sólo algunas veces y bajo circunstancias especiales, se ha permitido su exhibición.

Guadalupe, que luego adoptó el nombre de Andrea Palma, nació en Durango en 1903 y falleció en la Ciudad de México en 1987. Su entrada al cine, que le valió fama y críticas severas de su familia, fue La mujer del puerto (1934) dirigida po Arcady Boytler, donde actuó al lado de Domingo Soler. Otras películas importantes fueron Distinto amanecer (1943) donde contó con la colaboración de su hermano Julio y que yo llamaría la versión mexicana de la famosa Casablanca, protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, en la cual se impone el deber antes que el amor.  Otras películas dignas de mencionarse son: Aventurera (1950) y Ensayo de un crimen (1955).

Famosa por su actuación en cine, teatro y televisión, Diana Bracho es actualmente una de las mejores actrices de México. La lista de su actuación en los medios mencionados es larguísima, así que sólo indicaré que la última telenovela en la que actuó fue El hotel de los secretos, que se transmitió en 2016. Otras actuaciones destacadas en la televisión serían El vuelo del águila (1994-1995) y Cuna de lobos (1986-1987). En el teatro es de recordar su actuación en la obra Entre Villa y una mujer desnuda  que fue llevada al cine en 1995 y Master Class (2014).  Sigue siendo una mujer muy bella que aparece siempre muy bien vestida y apropiada al papel que representa, por lo que su carrera todavía no parece llegar al final.

Jesús Bracho nacido en Durango en 1910 y fallecido en la Ciudad de México en  1976 fue un destacado escenógrafo. Entre sus trabajos más notables se cuenta la película Doña Bárbara,  basada en la novela del mismo nombre del escritor venezolano Rómulo Gallegos y donde apareció, por primera vez, la actriz sonorense María Félix,  a quien a partir de su actuación en esta película se le adjudicó el sobrenombre La Doña.  

La fotografía llegó a mis manos junto con muchísimas  más (no sólo de los Bracho) que mi abuela materna guardaba como un valioso tesoro en una gran caja. Después de su fallecimiento, la caja pasó a las manos de mi madre y, luego, a las mías. Me gustaría mucho que en Durango hubiera un museo de fotografía histórica para donarlas y que estuvieran al alcance del gran público.   

domingo, 5 de marzo de 2017

Renato acompañó la comida y la cena de miles de comensales en el Hotel Casablanca.

RENATO

A Renato, en persona o de nombre, lo conocemos todos los que hemos  frecuentado el restaurante del Hotel Casablanca, ubicado  en el centro de la ciudad, desde hace tiempo. Su vida en Durango está tan ligada a este establecimiento que resulta difícil hablar de uno sin pensar en el otro.

Empezó a trabajar en el Casablanca en 1945, cuando éste era sólo un restaurante y un bar al cual se llegaba bajando unos escalones al lado derecho del local. Además de tocar el piano, en esos días Renato colaboraba también como asistente del dueño del lugar. Tres años más tarde, después de la inauguración formal del hotel, se convirtió en el pianista oficial: fungía, igualmente como maestro de ceremonias en recepciones que se organizaban en el restaurante, así como en las tertulias de los jueves y los domingos con la presentación de algún conjunto musical y de diversos artistas.

De estatura regular, moreno, delgado, de pelo obscuro y bigote, Renato entraba al restaurante, se sentaba al piano y tocaba su rúbrica: “A través de los años” (As time goes by), la famosa melodía de la película Casablanca protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. La clientela suspiraba emocionada recordando el amor de la pareja y su apego a la ética que finalmente los separa. Música y remembranzas disponían a los presentes a disfrutar de las viandas y del ambiente.

Renato nació en el ciudad de Durango, pero emigró a la capital del país en su juventud. Obtuvo su credencial de locutor (la primera para nuestro estado) después de aprobar los exámenes reglamentarios y trabajó en varias estaciones de radio en el Distrito Federal. En la década de los años treinta, y tal vez hasta el año de 1944, nos informa su hijo, se desempeñó como jefe de ayudantes de Cantinflas, cuando el cómico iniciaba su carrera presentándose en carpas. Renato lo acompañaba también en sus giras. Su relación fue tan estrecha que, años después, cuando Cantinflas visitó Durango, buscó a su antiguo colaborador para saludarlo. Es posible que, a más de estas labores, el pianista durangueño haya trabajado en algunos teatros de revista.

Amaba la música, particularmente la romántica, y le agradaba que la gente la disfrutara. Tenía un repertorio muy amplio, con muchísimas composiciones de Agustín Lara, Gonzalo Curiel, Luis Alcaraz, María Grever y Alberto Domínguez, por citar apenas a los más populares. Sin embargo, podía ejecutar piezas del siglo diecinueve, por lo que era muy solicitado para amenizar otras reuniones. Era un buen fisonomista, de manera que cuando por el restaurante aparecía algún durangueño emigrado a otra ciudad, Renato tocaba de inmediato las melodías preferidas de aquella persona. En mi caso, puedo afirmar que siempre me saludaba con Caminos de ayer, además de con un caluroso apretón de manos.

Como locutor se enorgullecía de estar entre los fundadores de la XEE y de la XEDU, las primeras estaciones de radio en Durango. Su hijo recuerda que en el libro Vidas en el aire. Pioneros de la radio, de Bertha Zacatecas y publicado por la Editorial Diana, se consigna su nombre como el locutor por Durango de aquellos días.

En los años sesenta, decidió probar suerte en La Laguna. Trabajó un año para el Club Campestre y después en el restaurante “Los sauces”, de Torreón, Coahuila. Regresó luego a Durango y, por supuesto, al Casablanca, donde deleitó a los asistentes desde 1982 hasta su retiro en 1997.

Como todo bohemio, gustaba de la farra y del buen trago. Hay quienes conservan en la memoria una anécdota que revela que, como todos los seres humanos, Renato era un hombre de luz y sombra. Se cuenta que una madrugada regresó al restaurante donde se exhibía la obra de dos pintores locales con quienes se había disgustado. Antes de que alguien pudiera detenerlo, logró destruir tres cuadros. Más tarde se arrepintió de su conducta, reparó la ofensa y su relación con los pintores recobró la cordialidad.

Su popularidad llegó a ser tan grande que amenizaba las fiestas de los beisbolistas e, invitado por un poderoso industrial de la madera de la época, recorría los caminos serranos, con todo y piano, para alegrar los convivios en San Miguel de Cruces y en Otinapa.

Renato pertenece, pues, tanto a la historia del Hotel Casablanca como a la de la sociedad durangueña de su tiempo. Era inconcebible llegar a cenar y que no estuviera al piano. Su nombre y su sonrisa van unidos al recuerdo de muchas horas amables en ese lugar y al de los pasos dados por los caminos de ayer.

Tomado de mi libro Perfiles al viento, 2000.




Homenaje a las películas musicales de hace años.

LA PELÍCULA LA LA LAND

Estrenada unos días antes de la ceremonia de los Óscares, fui al cine a verla y a disfrutarla porque éramos muy pocos los espectadores. En realidad, puedo decirles que me encantó y que la recomiendo especialmente a quienes, como yo, disfrutaron en su juventud de las películas musicales. Es posible que a los jóvenes de hoy les parezca cursilona y aburrida porque prefieren esa música que taladra los oídos y que seguramente les causará problemas en pocos años.

¿Por qué me gustó? En primer lugar, porque me recordó mi juventud y cómo gocé de ese tipo de películas. En segundo lugar, me pareció que era un homenaje precisamente a bailarines como Fred Astaire, Gene Kelly, Ginger Rogers, Cyd Charisse y Moira Shearer.  Entre las películas que les dieron fama se cuentan, entre muchas otras,  “Shall we dance?”, Top Hat, Cantando bajo la lluvia y Las zapatillas rojas.

Los años en que transcurre la anécdota de La la land son los cincuenta y sesenta si juzgamos por la cantidad de automóviles que aparecen en la primera escena. El elenco está constituido de esta manera: Director, Damien Chazelle (premiado con el Óscar), Actriz, Emma Stone (que sí recibió un Óscar a la mejor actriz), Actor, Ryan Gosling (nominado, pero que no obtuvo la ansiada estatuilla), Compositor de la música, Justin Horowitz (que sí fue premiado) y faltaría otro porque recibió cinco Óscares.  El título de la melodía es City of Stars, dulce y sentimental como  corresponde a los protagonistas que se conocen en su juventud, llenos de sueños y de proyectos que quizá no se convertirán en realidad.

Además del homenaje que rinden a las películas musicales, está el homenaje al jazz porque Sebastián, el personaje masculino, se ve obligado, como lo hicieron muchos músicos y cantantes que así alcanzaron fama y reconocimiento,  a participar en muchas giras con las big bands que recorrían los Estados Unidos. Sebastián logra así  reunir una suma de dinero suficiente para realizar su sueño y abrir su propio local, bautizado como Seb’s, donde se toca jazz. Con esta secuencia apreciamos el interés del director por rendir un homenaje al propio jazz, así como a músicos tan destacados como Louis Armstrong.

Por su parte, Maia deseaba convertirse en actriz. Le ofrecen la posibilidad de ir a trabajar en París, que ella acepta encantada, pero ese viaje y la larga estancia en el extranjero la separará para siempre de Sebastián. Volverán a encontrarse una noche, por azares del destino, en el bar Seb’s, pero ella va acompañada por su esposo.

La música de este filme me hizo recordar los bailes a los que asistí en Durango durante las décadas mencionadas, especialmente los que tuvieron lugar en el Club Durango, hoy desaparecido y transformado en un estacionamiento. Otros se efectuaron en el Club de Leones, que todavía se conserva, y algunos muy especiales, como el de Año Nuevo, en el patio del Palacio de Gobierno, hoy convertido en el Museo Pancho Villa. Un 31 de diciembre asistí al baile de año nuevo en el Club Campestre. Hacía tanto frío que no pude quitarme el abrigo y así bailé toda la noche. La mejor orquesta de Durango en esos días era la de los Hermanos Cisneros, pero muchos fueron amenizados por orquestas venidas de la Ciudad de México como la de Pablo Beltrán Ruiz.

Otro acontecimiento de mi vida que me recordó la película fueros los tres meses cuando tomé clases de tap durante mi estancia en el Southeast Missouri State College, en Cape Girardeau, Mo., como lo he narrado en mis Memorias. Naranja dulce, limón partido.  Yo era una alumna becada, así que no tenía dinero para comprar los zapatos adecuados, por lo que bailé con los de una compañera del dormitorio mientras duró el curso. Al final, teníamos que presentar, en equipos de cuatro, un número ideado por nosotras. Escogimos la melodía Té para dos y lo hicimos lo mejor posible. Ignoro qué calificación obtuvieron mis compañeras, pero yo logré aprobar el curso, que era lo que me interesaba.
Todos estos recuerdos acudieron a mi memoria mientras veía la película y, después, durante la ceremonia del Óscar. Creo que a todos los que vimos de qué manera obligaron a descender del podio a todos los participantes en La la land, que ya había sido anunciada como la mejor película, y ceder su lugar al equipo que realizó Moonlight nos pareció de pésimo gusto. Sin embargo, creo que en el ánimo de los que ya vimos y disfrutamos de La la land la seguiremos considerando como la ganadora. En un periódico leí un comentario al respecto aparecido en un periódico de Londres: no les importa la opinión de la Academia. Y para ellos la triunfadora fue La la land. También para mí. 


   

  

Comentarios sobre la última novela de Vargas Llosa

CINCO ESQUINAS

Tal es el título de la última novela del escritor peruano-español Mario Vargas Llosa que recientemente cumplió ochenta años. El título está inspirado por un área que todavía existe en Lima y que data de los días de la colonia cuando debe haber sido de gran importancia. Según se describe en la novela,  hay grandes edificios que vivieron días de gloria en otras épocas, y que actualmente son vecindades (es decir, la gente renta una o dos habitaciones). Se pueden admirar viejas iglesias en malas condiciones y entrar a  pobres locales donde se puede adquirir algo de comida. Es decir, es un barrio habitado por  gente de bajos recursos;  por las noches, deambulan por allí muchos malvivientes que se reúnen en los restaurantes y bares baratos del rumbo, lo  que obliga a los habitantes de la zona a refugiarse en sus viviendas. Éste es el sitio donde vive La Retaquita, personaje de gran importancia en el desarrollo de la historia.  

Respecto de la anécdota de su libro, el propio autor escribe lo siguiente en la contraportada: “La idea de esta novela comenzó con una imagen de dos señoras amigas que de pronto una noche, de manera impensada para ambas, viven una situación erótica. Luego se fue convirtiendo en una historia policial, casi en un thriller, y el thriller transformando en una especie de mural de la sociedad peruana en los últimos meses o semanas de la dictadura de Fujimori y Montesinos”. Este último era conocido como el Doctor, era el brazo ejecutor de Fujimori y, por supuesto, temido por todos los peruanos.

Como ya el propio autor nos ha dado el inicio de la novela, la historia continúa cuando Quique (el ingeniero Enrique Cárdenas, millonario y poseedor de muchas minas) es objeto de un chantaje por parte de Rolando Garro, un periodista de escándalos,  director de la revista Destapes donde publican en primera plana una fotografía de Quique calato (es decir, desnudo). Garro le pide cien mil dólares para que ese número de la revista no circule y, además, lo invita a ser director de la misma. Por supuesto, Quique no acepta y éste es el inicio de lo que será la desventura del acaudalado Enrique Cárdenas y el inicio del thriller de la novela.

De esta manera, tenemos dos anécdotas principales que se entrecruzan constantemente: la historia de Rolando Garro y todos los personajes relacionados con la revista y la de las esposas de Enrique y de Luciano, amigo suyo y destacado abogado dispuesto a ayudar a Enrique a defenderse del escándalo. Pero también vendrán los capítulos que tienen que ver con Garro y su eficiente colaboradora, La retaquita (Julieta Leguizamón) que es su mano derecha en el manejo de la revista.

Las fotografías de Quique en aquella orgía fueron tomadas sin su consentimiento, obviamente, por el fotógrafo Ceferino Argüello, que se coló en la fiesta, se escondió en un rincón y tomó todas las fotografías de Quique que le parecieron interesantes. Por supuesto, el empresario había sido drogado sin darse cuenta. El director de Destapes maltrata al fotógrafo por tomar esas fotos sin su autorización. Claro que, como puede suponer cualquier lector, Ceferino no tendrá un buen final.

La historia de Quique y de la revista tendrá un final inesperado para cualquier lector porque quien se ocupa de deshacerse de Garro y de todos los que alguna manera tuvieron algo que ver con él fue el Doctor Montesinos, brazo ejecutor de Fujimori. Recordemos que Vargas Llosa compitió contra Fujimori por la presidencia del Perú en 1990 y fue derrotado por éste, lo cual hace que el escritor abandone su país de inmediato y se refugie en España, pero esta experiencia lo convierte en un excelente conocedor de la historia de Fujimori y de Montesinos.

Quizá el thriller tenga más que ver con la relación que sostienen Chabela, una guapa morena esposa de Luciano, y Marisa, esposa de Quique. Con frecuencia viajan a Miami,  donde Chabela y su marido son propietarios de un departamento, lo que les permite vivir su romance sin peligro alguno. Sólo temen que los maridos las descubran algún día. De hecho, Quique se entera y se une al dueto, por lo que el trío vive una acalorada relación y sólo temen que se entere Luciano.

Un personaje importante para el desarrollo de la historia es la Retaquita, que sufre muchísimo por la muerte de su jefe y el destino de algunos de sus amigos. Sin embargo, la vida da un vuelco que la beneficia y se convierte en la directora de la revista Destapes.

Esta novela viene a ser la número dieciséis en la bibliografía de Vargas Llosa. Además, por supuesto, ha escrito ensayos, cuentos y obras de teatro. Ha sido un escritor muy prolífico y, ahora con ochenta años, da a la prensa Cinco esquinas. Nada mal para un escritor que acaba de celebrar un año más en su exitosa carrera.