sábado, 3 de diciembre de 2016

El tren que corría por la ancha vía. Recordándolos

EL TREN QUE CORRÍA

Camina trenecito que
A Atotonilco voy
Parecen tus muchachas
Angelitos de Dios.
Canción popular jalisciense

En efecto, desde que fueron construidos por Porfirio Díaz, los trenes de carga y de pasajeros corrían atravesando las planicies de nuestro país. Poco a poco, los de pasajeros fueron decayendo hasta ser completamente desmantelados durante el sexenio de Ernesto Zedillo. Los trenes empezaron a declinar en nuestro país durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés quien favoreció la construcción de carreteras –entre ellas, la Panamericana que atravesaba el país de Chiapas a Ciudad Juárez- para impulsar el desarrollo de la industria automovilística y el establecimiento de las armadoras norteamericanas.

Los hubo de alta calidad. Recuerdo, por ejemplo, el que iba del Distrito Federal a la ciudad de Querétaro. Salía puntual a las 7:00 a.m. de la estación de Buenavista y llegaba a su destino a las 10:00 a.m. Las tres horas parecían  unos cuantos minutos. Poco después de arrancar, sonaba la campana anunciando que se podía pasar al carro comedor para el desayuno. Las mesas lucían un albo mantel y siempre había un florero que alegraba la vista. También hubo trenes de pasajeros a Guadalajara, Morelia, Veracruz, Oaxaca, entre otras ciudades. A Durango no llegaba el tren que se dirigía a la Ciudad de México y que provenía de Ciudad Juárez; era necesario que los pasajeros abordaran un ramal a Cañitas y ahí subieran al otro. En los años ochenta se hizo un intento por reanudar esta corrida a la capital del país, aunque duró poco tiempo. Como en el pasado, los pasajeros debían trasladarse a Zacatecas para conectar con el tren que se dirigía a la Ciudad de México y el viaje  requería de casi 24 horas

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Pero así como los grandes trasatlánticos debieron transformarse en buques para cruceros, los trenes también han sufrido una metamorfosis: ahora son  turísticos y, a veces, de gran lujo. Para viajar de Madrid a Andalucía puede reservarse un espacio en  El Andaluz, un tren de gran categoría planeado para que los turistas disfruten de la travesía. En Sudáfrica, según una nota publicada en el periódico Victoria de Durango, existe el “Pride of Africa”, calificado como “el más lujoso del mundo”. Los vagones son arrastrados por una locomotora de vapor fabricada en 1893 y los mil 595 kilómetros que separan a Pretoria de Ciudad del Cabo requieren de dos días. Parece, sin embargo, que a los pasajeros no les importa y pueden darse un buen baño de tina en las cómodas y antiguas  bañeras con que están provistas las alcobas. En avión, el viaje dura dos horas. Pero, el placer no es comparable.

En Jalisco se enorgullecen de su tren Tequila Express que va de Guadalajara a Tequila, distante 80 kilómetros de la capital. Sólo funciona los sábados. Sale a las 12:00 p.m. y regresa a las 18:00 hrs.  El precio es de $600.00 pesos y los pasajeros pueden beber tequila durante todo el trayecto de ida y vuelta, el cual es amenizado, además, por un mariachi que también alegra el buffet que se ofrece  en la hacienda La Rojeña mientras se disfruta de un espectáculo de bailes típicos.

Hace unas semanas se anunció que la empresa francesa Alsthom construiría un tren rápido en Argentina, de Buenos Aires a Mendoza. La distancia entre las dos ciudades es de 1,000 kilómetros que se recorrerán en 31/2 horas. ¿Se imagina el lector lo que sería contar con un tren de este tipo para viajar de Durango al Distrito Federal? Un sueño imposible, quizá,  porque la topografía de México no es igual a la de Argentina y el costo de la construcción sería altísimo.

Si este sueño no es viable, ¿no podríamos tener un tren  turístico de Durango a Otinapa (69 kms.) o a Tepehuanes (320 kms.)?  Me dicen que es igualmente  un sueño imposible porque los puentes ya desparecieron y  la reparación de las vías sería costosísima.  Sin embargo, pienso que sería más fácil atraer al turismo a nuestro estado con un recorrido así que tratando de  convencerlos de que el Centro Histórico o los museos valen la pena un viaje a Durango. Ya lo dijeron los hoteleros al comentar lo ocurrido con  sus hoteles durante la Semana Mayor: la ocupación fue mínima y por una noche. Quizá la sierra, que sí es formidable, a pesar de la deforestación (urge reforestar Otinapa) los convencería de permanecer unos días más.

Hoy, es posible viajar en automóvil de Durango a Mazatlán en 2 ½ horas por una carretera llena de baches, según afirman los que la han recorrido. Quizá lo más valioso de esa ruta es conocer el famoso puente El Baluarte cuya construcción requirió de dinamitar un pedazo de la Sierra Madre Occidental para abrir el espacio para el puente. De otra manera, era necesario rodear las formidables rocas. Los paseantes van y vienen entre una y otra ciudad quejándose de los baches y del costo de la autopista pero felices de haber pasado unas horas a la orilla del mar.


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