LA CONSTRUCCIÓN
DEL COLECTOR PLUVIAL SUR
El texto que leerán a continuación lo escribí creo que entre 1996
y 97 pero me sentí impulsada a rescatarlo hoy porque las últimas dos semanas ha
llovido intensamente en Durango, como hace mucho tiempo no ocurría. Ha habido
inundaciones en las calles y la circulación se volvió muy difícil. Muchos
coches se quedaron varados.
Por supuesto, el agua es vida y tan necesaria
para el campo pero ha causado mucha destrucción en las casas de las familias de
escasos recursos y, también, en la
ciudad cuyas calles están llenas de baches (hoyos) en el pavimento y en las
banquetas (aceras) y apenas se puede circular. El hoyo se ve rebosante de agua,
pero el conductor ignora qué tan profundo es y qué tan peligroso sería pasar
encima de él. En las banquetas es más difícil caminar porque hay obstáculos por
doquier y también hoyos al por mayor.
Las autoridades anteriores, que están prontas a irse, porque el cambio de gobierno será el 15 de
septiembre se han lavado las manos al respecto, como lo hicieron durante toda
la administración anterior cuando se dedicaron principalmente a construir obras
de ornato sin tener en cuenta las necesidades de los ciudadanos.
Ya no vivo en mi linda casita de
la calle Hacienda Santa Patricia, donde
escribí el texto que sigue, y ya no tengo tanta necesidad de salir si cae un
aguacero torrencial, pero el texto es divertido y deseo que ustedes al menos se
sonrían al leerlo.
LA CONSTRUCCIÓN DEL
COLECTOR PLUVIAL SUR
Quienes navegamos cada verano en las caudalosas aguas del
Boulevard Domingo Arrieta, la pasamos mal. Los propietarios de embarcaciones
pequeñas (VW, Golf, Nissan, Caribe o algún calafateado Renault) sufrimos cuando
los orgullosos dueños de trasatlánticos (Suburban, Ram Charger y todo tipo de
pick-ups) navegan a toda velocidad y aumentan el nivel de las aguas creando
olas innecesarias. ¡Ni hablar de los buques- cisterna (autobuses urbanos
registro SEP-AZTECA-IMSS o CAMIONERA POR LIBERTAD) que arremeten contra los
menos altos y, en muchas ocasiones, propician que las pequeñas naves encallen
sin remedio!
Por ello, recibimos con gusto la
noticia, hace casi dos años, de que se iniciaría la construcción del Colector
Pluvial Sur que aliviaría las inundaciones y las tribulaciones de los pilotos. En el
embarcadero del supermercado Soriana Madero se congregaron autoridades y
público en general (¿serían marineros de corazón?) y una tarde se anunció que,
ahora sí, comenzaban las obras.
Primero, se trabajó en la zona
habitacional del Huizache –también
peligroso río veraniego- y, en otoño de
1997, una mañana, sin decir agua va, ni mediar anuncio radiofónico o letrero
que informara a los navegantes cuál sería la situación aquel lunes, se cerró la
glorieta Madero y todos, sin excepción debieron navegar por la calle Hacienda
Santa Patricia (donde yo vivía) y arreglárselas como pudieran para llegar a su
destino final.
El polvo se adueñó del ambiente
hasta el jueves 12 de diciembre cuando la nieve negra (un descenso de más de 12
grados centígrados en unos cuantos minutos) cubrió la ciudad. La máquina
excavadora quedó muda e inmóvil durante dos meses. Un vecino comentó que el
radiador se había estropeado por el
congelamiento. Sin embargo, un día desapareció. Alguien dijo que la habían
reparado y que se la habían llevado para trabajar en las nuevas vías navegables
que se estaban construyendo en otros rumbos de la ciudad.
Inesperadamente, el trascabo
reapareció y se puso manos a la obra con toda celeridad. Esta vez los
navegantes se enfrentaron a la noticia (otro lunes caótico) de que una de los
canales del Boulevard Domingo Arrieta se convertía en uno de doble sentido.
Como en el otoño anterior, sin previo aviso y sin respeto ni consideración a la
ciudadanía.
En sí, las obras beneficiarán a
la comunidad; no obstante, un poco de cortesía y previsión habrían evitado
molestias y enojos y la población las habría aceptado con mejor talante. Por
ejemplo, ¿por qué no se utilizaron los canales de Tierra Blanca como vías
alternas? ¿Por qué, además de recomendar su utilización, no se colocó un mapa
espectacular, con anticipación, informando cuáles eran y cómo llegar a ellas?
Los semáforos, por supuesto, no funcionan desde hace meses, a pesar del intenso
flujo naviero. Los agentes de navegación (tránsito) sólo se dejan ver algunos
días y en las horas pico, Después, todos quedamos librados a nuestra buena
suerte y a la civilidad de los conciudadanos.
Ahora, se trabaja intensamente.
Pero, ¿se concluirá la obra antes del día de las elecciones y, lo que es más
importante, cumplirá los fines para los que fue diseñada? (Hoy, estamos en la misma situación: las
anteriores autoridades ya se van y ni quién se ocupe de los hoyos). En otras palabras ¿se resolverá el problema
de las inundaciones en días de tormenta?
Para quien lo ignore, conviene recordar que el agua sube de 0.50 a 1.00
metro en pocos minutos y que las lagunas
o estanques se forman como por arte de magia (quizá se podrían utilizar como
criaderos temporales de peces). Los buques-cisterna, cuando llevan pasaje hasta
las oficinas de la Secretaría de Educación Pública, dejan a los pasajeros a
buena distancia (para no correr el riesgo de encallar) y éstos deben nadar o
mojarse hasta la rodilla para llegar al sitio de trabajo.
Desde que tengo uso de razón, la
Acequia Grande se derramaba tres o cuatro veces por año (en gran medida, debido
a que la gente la utilizaba como basurero) anegando toda la zona en ambas
márgenes. Después, se entubó y afirmó que ya no habría más inundaciones. A
pesar de ello, año tras año nos congratulamos si logramos navegar por el área
sin quedarnos a media laguna. ¿Cuál será el futuro para los que viven en Tierra
Blanca y a ambos lados del multicitado Boulevard?
Los romanos fueron espléndidos
constructores de caminos, acueductos y puentes. ¿No habrán dejado alguna muestra de su manejo
de las inundaciones?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario