viernes, 16 de septiembre de 2016

Palabras pronunciada por Zita Barragán sobre mi autobiografía el día de la presentación


Amigos: Éstas son las palabras pronunciadas por la novelista durangueña Zita Barragán, el día de la presentación. Las incluyo aquí porque como no tienen el libro a la mano, de esta manera pueden darse cuenta de lo que tratas.

NARANJA DULCE, LIMÓN PARTIDO

Escribir un libro de memorias no es una tarea sencilla. El escritor que decide emprender esta aventura debe reunir una fuerte dosis de valor, para buscar en su interior y remover el pasado; de determinación, para enfrentar acontecimientos que había intentado olvidar o dejar atrás y tomar la decisión de regresarlos a la vida o de desecharlos en forma definitiva, y de sinceridad, para ubicar cada suceso en su justa dimensión. Debe también hacer acopio de todas sus fuerzas para regresar al territorio del pasado, volver a andar los caminos y reencontrarse con los muros, las habitaciones, las puertas y ventanas, los aromas, las voces, las manos y los rostros que se han ido para siempre. Debe también tener la conciencia de que derramará en  unos meses de escritura las lágrimas que no había derramado en años, porque la nostalgia y los recuerdos suelen ir de la mano con el llanto.

 Me parece que el título Naranja dulce, limón partido ha sido un acierto de la autora, por cuanto nos remite, sin escalas, a los tiempos felices y lúdicos de la infancia. Sin embargo, María Rosa Fiscal no inicia estas memorias al estilo de la escritura tradicional, es decir, mediante el uso de la narrativa lineal, que consiste en contar una historia a partir del inicio, continuar con el desarrollo y nudo de la narración, hastallegar a la esperadaconclusión, como en los cuentos y las novelas antiguas. Por el contrario, haciendo uso de una técnica narrativa moderna, la autora de esta obra abre el primer capítulo con una escena crucial en su vida: la tarde lluviosa de junio, en la ciudad de México, frente a los tres integrantes del jurado ante los cuales presentará su examen profesional para obtener el título de Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas. Se muestra segura, confiada y feliz ante el jurado, pero también ante su padre y tres de sus hermanos que se encuentran entre el público que abarrota el salón número once de la Facultad. Momentos de gloria. Objetivo logrado. Después de deliberar lo suficiente, el jurado decide otorgarle la mención honorífica.

 En los siguientes capítulos la autora entrelaza los tiempos y las atmósferas. Regresa a un 4 de octubre, día del cordonazo de San Francisco, cuando vio la primera luz en el número 508 de la calle Hidalgo, en la casa paterna de la cual guarda sólo algunos recuerdos muy vagos, entre ellos la recámara de sus padres y el cuarto de baño, en donde un alacrán le picó a su padre en un pie cuando salía de la regadera. Recorrer esta etapa de su vida resultamuy grato, entre juegos infantiles, el gusto por la lectura inculcado por su abuela materna y por la hermana de ésta, su tía-abuela Luz; excursiones, cenas navideñas–incluido el menú, que seguramente dará algunas ideas a las lectoras de estas memorias–, e  incluso revive el recuerdo del gato blanco, hermoso y grande, galán de las azoteas, que regresaba a la casa aporreado y con las orejas ensangrentadas, en busca de mimos y curaciones.

Los avances y retrocesos en la narración incrementan el carácter literario de la obra; la mirada del lector recorre los paisajes del pasado y en el instante siguiente se encuentra en el futuro, en medio de situaciones que arrancan a la autora de su niñez confortable para trasladarla a un mundo adulto, en el que el éxito o el fracaso de su proyecto de vida depende exclusivamente de sí misma y de sus propias decisiones. Los detalles de sus tribulaciones estudiantiles exhiben, entre líneas, cuáles fueron las prioridades que guiaron sus pasos y dieron forma a su futuro: la educación y la cultura. Así, por ejemplo, la autora nos cuenta que uno de los textos obligados en su escuela primaria, el colegio Sor Juana Inés de la Cruz, fue Rosas de la Infancia, de María Enriqueta Camarillo, sobre quien la autora escribiría muchos años después un ensayo titulado “Reencuentro con María Enriqueta” y enseguida nos revela, en contraste, su encuentro con la obra de escritores como Hemingway, Baudelaire, Verlaine, Steinbeck y muchos otros autores de literatura escritaen inglés, gracias a una beca que le permitió estudiar por un año en el Southeast Missouri StateCollege.

 Transcribo, de manera textual, un pensamiento de María Rosa, que la describe de pies a cabeza:

A los libros y a la lectura debo que, en la infancia y la adolescencia, se ensancharan mis horizontes y se enriqueciera mi vocabulario. Me enseñaron que el mundo era diferente allende las fronteras del estado. La lectura me ha permitido ganarme la vida y me ha brindado viajes y asistencia a coloquios y congresos literarios que, de otro modo, hubieran sido sólo un anhelo incumplido. Amigos fieles, los libros me han acompañado en noches solitarias, en ciudades extrañas. Me han consolado en horas de tristeza; han fortalecido mi espíritu.

Al dar vuelta a cada página, el lector se va dando cuenta, con asombro, de que una adolescente armada de fuerza de voluntad y deseos de superación fue capaz de vencer los obstáculos impuestos por una inesperada falta de recursos económicos, valiéndose de un arma poderosa que ha portado siempre: el conocimiento. Así, con el impulso de la autosuficiencia financiera que le proporcionó su trabajo como traductora y secretaria bilingüe, primero en Durango, en los tiempos de mayor actividad fílmica, y más tarde en la ciudad de México, en Washington, D.C. y en San Antonio, Texas, la autora de estas memorias sentó las bases sobre las que construyó, paso a paso, su propia historia.

 Son numerosas las anécdotas estudiantiles, entre ellas la humillación recibida en la preparatoria del Instituto Juárez por parte de un maestro misógino; destaca también la búsqueda constante de becas y oportunidades académicas, y en particular, su gusto por los largos viajes al extranjero, que ha sido una de las mayores pasiones de su vida.

Son muchos los libros que se publican en nuestra ciudad, en ocasiones más como un estímulo a la escritura en sectores específicos, como los jóvenes menores de treinta y cinco años o los niños, o como una cuota obligada en ese rubro de la cultura local. Sin embargo, los libros con un contenido edificante son muy pocos. Naranja dulce, limón partido es una obra que nos estaba haciendo falta a quienes defendemos los principios de la dignidad y el honor de las mujeres. A quienes tenemos el convencimiento de que ejemplos de vida como el de María Rosa Fiscal son aleccionadores. Estas memorias no son un ejercicio pretencioso, sino el testimonio de una existencia fructífera de trabajo, superación y tenacidad. De la integridad y la decencia que distinguen a su autora y que la han convertido en un personaje durangueño entrañable, en quien convergen el afecto y el respeto de quienes tenemos el privilegio de conocerla. Concluyo afirmando y reafirmando la opinión que expresa mi querido amigo y magnífico escritor Jaime Muñoz Vargas, quien en la introducción de este libro ha escrito: “…lo mismo que he opinado sobre pocas, sobre muy pocas personas, opino sobre María Rosa: este mundo sería mucho mejor, notablemente mejor, si hubiera más seres humanos como ella”.


Y al subrayar lo dicho por Jaime Muñoz Vargas, me permito agregar que éste, nuestro mundo, sería no sólo mejor, sino más digno y más civilizado. 

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