domingo, 10 de julio de 2016

Remodelación del Centro Histórico en Dgo. hace ocho años





LA REMODELACIÓN DEL CENTRO HISTÓRICO DE DURANGO

Creo que fue en la década de los años cincuenta cuando el centro histórico de la ciudad de Durango empezó a deteriorarse. O quizá fue entonces cuando nos dimos cuenta. Primero, hubo dos incendios, Uno consumió el hermoso edificio que ocupaba el almacén La Francia Marítima, propiedad de los señores Lombard  y Vinay, en la esquina de las calles de 5 de Febrero y Juárez, que después se convirtió en una tienda moderna sin ningún encanto. El otro dañó el entonces Cine Principal, hoy Teatro Ricardo Castro, que fue reconstruido y siguió operando como cine hasta finales de los años ochenta cuando el presidente Salinas de Gortari lo obsequió a la ciudad y se inició su remodelación para convertirse en teatro.

Por otra parte, antiguas casonas, como la de la familia Bracho, sobre la Avenida 20 de Noviembre, dieron paso a una serie de las llamadas boutiques que todavía perduran. Otras fueron remodeladas precisamente para convertirlas en locales comerciales y así obtener un mayor beneficio económico.

También desapareció otro bello edificio en la esquina de las calles de Victoria y 5 de Febrero que ocupaba la ferretería alemana propiedad de los señores Von Bertrab. Tal vez lo más doloroso haya sido ver cómo retiraban la cantera que cubría la fachada del Banco de Comercio en la esquina de la Avenida 20 de Noviembre y la calle Constitución dejando a un edificio, otrora hermoso, convertido en una edificio sin ningún atractivo.

Quizá fue en la primera década de este siglo que el arquitecto Fermín Soto Cesaretti y sus colaboradores concibieron el proyecto de la remodelación del Centro Histórico de Durango y obtuvieron los recursos necesarios para llevarlo a cabo.  Poco a poco los edificios que he mencionado recobraron su antigua belleza y dignidad. También fueron remodelados otros que estaban deteriorados y que entonces, con las obras realizadas sobre su fachada, recobraron su dignidad    embelleciendo el conjunto.

La historia y la ejecución  de este proyecto fue recogida  por el arquitecto Fermín Soto Cesaretti en su libro Remodelación en el Centro Histórico de Durango, publicado por Amaroma Ediciones, de Guadalajara, Jalisco, en 2010, y presentado en el Museo Francisco Villa, de Durango, en 2014. Incluye, asimismo, un prólogo de Carlos Vidal Ángeles, dos textos del arquitecto Soto Cesaretti, uno del filósofo Alberto Espinosa y otro de Delia Zúñiga.

Profusamente ilustrado con fotografías del ayer y de hoy da cuenta de cómo se inició la tarea y cómo fue desarrollándose poco a poco hasta su culminación. La inclusión de fotografías que muestran el estado en que se encontraban los edificios y cómo se aprecian actualmente permite al lector formarse una clara idea de lo que este proyecto significó para el centro histórico de la ciudad de Durango.

En la presentación efectuada en el Museo Francisco Villa, la escritora Rosa María Cortéz expresó las siguientes palabras que se refieren al arquitecto Soto Cesaretti y a su empeño en recuperar el centro histórico de la ciudad donde nació. Dice entonces que Fermín Soto

“le ha dado la vuelta al mundo para traer a esta calles lo que considera más bello de las antiguas y de las vanguardistas culturas, así como la avanzada  tecnología para hacer posible este hermoso renacimiento, conjugando el talento con el poder del primitivo adobe de tierra, del hierro forjado y de la piedra cantera que dan al centro histórico una luz propia y un efecto colectivo y permanente de cautivación”.

Por su parte, el autor afirma en la introducción titulada “Una nueva ciudad que surge del pasado” que, al  recorrer las páginas de este hermoso libro, el lector conocerá “la estructura urbana en diferentes momentos históricos de la ciudad, sus características de diseño, la utilización de elementos ornamentales de pasadas épocas, como la cantera blanca –material tan peculiar de Durango-, así como la intervención directa que propició nuevos cambios volumétricos en cada uno de los edificios, ya fuera en la extensión de fachadas como la recuperación de segundos cuerpos o monumentos enteros”.  


Quienes caminan por el centro histórico, principalmente los jóvenes, es posible que no reparen en la belleza de algunos edificios porque están acostumbrados a ellos. Sin embargo, quien visita la ciudad por primera vez queda favorablemente impresionado por la armonía de los edificios que enmarcan la Plaza de Armas mientras se dirigen lentamente hacia otro bello edificio de nuestra ciudad: el Palacio del Conde de Súchil (en la esquina de las calles 5 de Febrero y Francisco I. Madero) que hoy ocupa Banamex y que, en los años cincuenta, era un conservador almacén propiedad de los señores García. 


                                             

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