sábado, 2 de julio de 2016

Diccionario sobre el español del noreste del estado.

DICCIONARIO REGIONAL DE DURANGO

Hace unos días participé en la presentación del Diccionario regional de Durango compilado por Natalia Mata Navarrete a lo largo de diez años. Este proyecto se inició quizá en 2005, cuando recibió la beca del FONCA (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) como apoyo para la investigación sobre la lengua popular de Durango, principalmente en la región noreste del estado. Al concluir, como la beca no incluía fondos para la edición del libro (que hubiera resultado muy pequeño), decidió continuar su investigación hasta tener el Diccionario que ahora ve la luz bajo el patrocinio del Instituto de Investigaciones Históricas, de la Universidad Juárez del Estado de Durango.

El libro tiene un subtítulo: Una mirada hacia el interior, que es interesante porque  se refiere tanto al interior del estado, una región donde ella vivió cuando niña y a la que volvió cuando realizaba la investigación para su tesis de licenciatura, como al interior de sí misma. Aun cuando nació en Mexicali, muy lejos de Durango, sus raíces estaban en esa región y ahora volvió a ellas con otra mirada.

Por mera curiosidad, busqué algunas palabras que me interesaban; por ejemplo, patol, tan común en Durango y tan usada en los días de Cuaresma porque con los patoles se prepara un guiso exquisito, y tan desconocida en otros lugares aun por los hijos de durangueños que no han visitado el terruño de sus padres. En su diccionario titulado Nahuatlismos en el habla de la Laguna, esa región formada por las ciudades de Lerdo y Gómez Palacio, en nuestro estado, y Torreón, Coahuila,  se informa al lector que el vocablo “deriva del náhuatl patolli, huesecillos como dados para jugar al patoa, jugar a los dados.  Entre los antiguos mexicanos el juego se practicaba sobre un petate con varias semillas de patol o colorín”.  Andando el tiempo, se jugaba también entre las personas de la alta sociedad; por ejemplo, Manuel Payno lo cita en su famosa e interesante novela Los bandidos de Río Frío cuyos sucesos ocurren en el siglo diecinueve.

Vocablos  como moyote (mosquito) y boje (que se ríe por todo y que ha ido desapareciendo sobre todo del vocabulario de los jóvenes) fueron incluidos por la escritora María Elvira Bermúdez (primera mujer mexicana en escribir novelas y cuentos policiacos) en algunos de sus textos con el fin de afirmar su origen durangueño.

La palabra soda (refresco) era usual en los años cincuenta cuando las sodas, de limón, naranja o grosella, fabricadas por La favorita, la compañía de don Plácido Rodríguez (cuando todavía no había llegado el refresco hoy universal) gozaban de gran popularidad.   Otra palabra interesante es  liacho (bulto)  que es –o más bien, debería escribir, fue- propia de esta región del mundo.  Busqué también la palaba jején (insecto) que, en Puerto Rico, cuando estuve allá, se refería a un microscópico insecto que se encontraba en la playa; y luego, en la toalla depositada sobre la misma para después  penetrar en la piel causando un intenso dolor. Lo padecí, por eso lo afirmo, aunque ahora la Dra. Cristina Mata de Orrante, nos informa que es común en Veracruz y con el mismo significado.  Interesantes resultan dos vocablos muy populares en Durango: navegar y batallar que significan más o menos lo mismo: enfrentarse a las dificultades propias del diario existir. Una palabra no tan antigua, bebeleche, que se refiere a un juego infantil, y con la que fue bautizado un museo para niños en Durango, en la Ciudad de México es conocida como avión.

Hoy en día el español popular se enriquece (o quizá, a juicio de otros, se empobrece con vocablos derivados del inglés y que forman parte habitual de los paisanos que viven allá y visitan su tierra una vez al año o de los que han regresado para quedarse. Entre ellas, podemos mencionar mueble (coche o automóvil), liquear (gotear, una llave de agua), yonke (lugar donde se pueden conseguir piezas usadas de todo), mopear (trapear), desponchadora (vulcanizadora), lonche (torta compuesta). Natalia Mata señala que los paisanos tienen dificultad para utilizar el modo subjuntivo (a decir verdad, la conjugación de los verbos en español representa un problema para propios y extraños). Por mi parte, dada mi experiencia en San Antonio, Texas, durante los años que viví ahí y que traté a muchos artistas conectados con el Teatro Guadalupe, pude observar que sólo manejaban con soltura el presente, el copretérito y el futuro (en ir a, por ejemplo, voy a comprar un vestido).

Otras palabras interesantes que escuché cuando regresé a Durango en 1975 y que pertenecen al español popular urbano son las siguientes: tiene los ojos borrados (azules), esa mujer está nueva (refiriéndose a una mujer de más de treinta años) y habla al pasito (quedito), por citar sólo unas cuantas.


Concluyo con unas palabras de Natalia Mata: Los diccionarios de regionalismos, tienen gran importancia porque “en ellos se registra la base de la riqueza léxica de la lengua española y, para los hablantes, ahí se plasma el orgullo de tener palabras propias, exclusivas de la  zona, las cuales forman  parte de la herencia y de la riqueza cultural de los habitantes de la región”.

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