DICCIONARIO REGIONAL
DE DURANGO
Hace unos días participé en la
presentación del Diccionario regional de
Durango compilado por Natalia Mata Navarrete a lo largo de diez años. Este
proyecto se inició quizá en 2005, cuando recibió la beca del FONCA (Fondo
Nacional para la Cultura y las Artes) como apoyo para la investigación sobre la
lengua popular de Durango, principalmente en la región noreste del estado. Al
concluir, como la beca no incluía fondos para la edición del libro (que hubiera
resultado muy pequeño), decidió continuar su investigación hasta tener el Diccionario que ahora ve la luz bajo el
patrocinio del Instituto de Investigaciones Históricas, de la Universidad
Juárez del Estado de Durango.
El libro tiene un subtítulo: Una
mirada hacia el interior, que es interesante porque se refiere tanto al interior del estado, una
región donde ella vivió cuando niña y a la que volvió cuando realizaba la
investigación para su tesis de licenciatura, como al interior de sí misma. Aun
cuando nació en Mexicali, muy lejos de Durango, sus raíces estaban en esa
región y ahora volvió a ellas con otra mirada.
Por mera curiosidad, busqué
algunas palabras que me interesaban; por ejemplo, patol, tan común en Durango y tan usada en los días de Cuaresma
porque con los patoles se prepara un guiso exquisito, y tan desconocida en
otros lugares aun por los hijos de durangueños que no han visitado el terruño
de sus padres. En su diccionario titulado Nahuatlismos
en el habla de la Laguna, esa región formada por las ciudades de Lerdo y
Gómez Palacio, en nuestro estado, y Torreón, Coahuila, se informa al lector que el vocablo “deriva
del náhuatl patolli, huesecillos como
dados para jugar al patoa, jugar a
los dados. Entre los antiguos mexicanos
el juego se practicaba sobre un petate con varias semillas de patol o colorín”. Andando el tiempo, se jugaba también entre
las personas de la alta sociedad; por ejemplo, Manuel Payno lo cita en su
famosa e interesante novela Los bandidos
de Río Frío cuyos sucesos ocurren en el siglo diecinueve.
Vocablos como moyote
(mosquito) y boje (que se ríe por
todo y que ha ido desapareciendo sobre todo del vocabulario de los jóvenes)
fueron incluidos por la escritora María Elvira Bermúdez (primera mujer mexicana
en escribir novelas y cuentos policiacos) en algunos de sus textos con el fin
de afirmar su origen durangueño.
La palabra soda (refresco) era usual en los años cincuenta cuando las sodas,
de limón, naranja o grosella, fabricadas por La favorita, la compañía de don
Plácido Rodríguez (cuando todavía no había llegado el refresco hoy universal)
gozaban de gran popularidad. Otra
palabra interesante es liacho (bulto) que es –o más bien, debería escribir, fue- propia
de esta región del mundo. Busqué también
la palaba jején (insecto) que, en
Puerto Rico, cuando estuve allá, se refería a un microscópico insecto que se
encontraba en la playa; y luego, en la toalla depositada sobre la misma para después
penetrar en la piel causando un intenso dolor.
Lo padecí, por eso lo afirmo, aunque ahora la Dra. Cristina Mata de Orrante,
nos informa que es común en Veracruz y con el mismo significado. Interesantes resultan dos vocablos muy
populares en Durango: navegar y batallar que significan más o menos lo
mismo: enfrentarse a las dificultades propias del diario existir. Una palabra
no tan antigua, bebeleche, que se
refiere a un juego infantil, y con la que fue bautizado un museo para niños en
Durango, en la Ciudad de México es conocida como avión.
Hoy en día el español popular se
enriquece (o quizá, a juicio de otros, se empobrece con vocablos derivados del
inglés y que forman parte habitual de los paisanos que viven allá y visitan su
tierra una vez al año o de los que han regresado para quedarse. Entre ellas,
podemos mencionar mueble (coche o
automóvil), liquear (gotear, una
llave de agua), yonke (lugar donde se
pueden conseguir piezas usadas de todo), mopear
(trapear), desponchadora (vulcanizadora), lonche
(torta compuesta). Natalia Mata señala que los paisanos tienen dificultad
para utilizar el modo subjuntivo (a decir verdad, la conjugación de los verbos
en español representa un problema para propios y extraños). Por mi parte, dada
mi experiencia en San Antonio, Texas, durante los años que viví ahí y que traté
a muchos artistas conectados con el Teatro Guadalupe, pude observar que sólo
manejaban con soltura el presente, el copretérito y el futuro (en ir a, por
ejemplo, voy a comprar un vestido).
Otras palabras interesantes que
escuché cuando regresé a Durango en 1975 y que pertenecen al español popular
urbano son las siguientes: tiene los ojos borrados
(azules), esa mujer está nueva
(refiriéndose a una mujer de más de treinta años) y habla al pasito (quedito), por citar sólo unas cuantas.
Concluyo con unas palabras de
Natalia Mata: Los diccionarios de regionalismos, tienen gran importancia porque
“en ellos se registra la base de la riqueza léxica de la lengua española y,
para los hablantes, ahí se plasma el orgullo de tener palabras propias,
exclusivas de la zona, las cuales forman parte de la herencia y de la riqueza cultural de los habitantes de la región”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario