sábado, 20 de febrero de 2016

The Revenant (El renacido)

THE REVENANT

Ese es el título de la última película dirigida por Alejandro González Iñárritu y que se estrenó en nuestro país en enero de este año con el nombre de El renacido, poco poético pero que sí corresponde de algún modo a la trama.

En lo personal, la película me encantó y la recomiendo ampliamente aunque requiere de paciencia y de habilidad para transportarse a los escenarios que nos presenta.  Es larga (casi dos horas), filmada en Canadá, con muchos paisajes cubiertos de espesa nieve, muchos ríos caudalosos y un personaje principal: Hugh Glass, interpretado magistralmente (desde mi punto de vista) por Leonardo di Caprio. La película ha recibido ya varios galardones: los premios Globos de Oro a la mejor película, al mejor director y al mejor actor. En los premios BAFTA (British Academy of Film and Television Arts, de Londres) se llevó cinco:  mejor filme, mejor actor, mejor sonido, mejor director y mejor fotografía (por supuesto, de Emmanuel Lubezki, que ha colaborado ya con González Iñárritu en varias ocasiones). Está nominada para dos Óscares: mejor director y mejor actor, aunque la Academia ha desdeñado ya en varias ocasiones a Leonardo di Caprio. Hasta ahora, la música, que me pareció espléndida, y que fue compuesta por el japonés Ryuichi Sakamoto y Alva Noto no ha recibido ninguna mención especial.

El guión, adaptado de la novela de Michael Punk e, por el propio González Iñárritu y por Mark L. Smith, nos ofrece una historia épica y una esforzada lucha por la supervivencia. Inicia con una vista de cazadores ingleses y norteamericanos que han dado muerte a muchísimos renos: se aprecian los pesados bultos que han formado con las pieles y que venderán a buen precio cuando regresen a la civilización. Glass tiene como rival a Fitzgerald que no sólo está en desacuerdo con el camino propuesto por Glass para el regreso, sino que lo deprecia abiertamente por haber tenido un hijo, llamado Hawk, con una indígena. La traducción al español de esa palabra significa azor, águila, gavilán, cualidades que sí corresponden al personaje.

Por un enfrentamiento con su rival,  Glass se aleja del grupo  y es atacado ferozmente por una osa que defiende a sus oseznos y queda muy malherido. Como el grupo debe iniciar la caminata de regreso antes de que el invierno se muestre con todo su poder, Fitzgerald propone, o bien dar muerte a Glass, o bien abandonarlo a su suerte. Hawk interviene para defender a su padre pero es muerto por Fitzgerald. El grupo entonces, que ya siente cerca el ataque de los indígenas, inicia el retorno abandonándolo. 

Aquí se inicia la lucha por la supervivencia porque Glass decide que debe retornar vivo para entregar a Fitzgerald a la justicia y vengar a su hijo. Con un esfuerzo muy superior a su fuerza física por sus heridad, Glass se enfrenta no sólo a un severísimo invierno sino a diversos enfrentamientos con grupos indígenas que lo persiguen. Recurriendo a toda la fuerza de su espíritu y a alimentarse con lo que encuentre en su camino, logra llegar al campamento donde ya se encuentra Fitzgerald.

La fortaleza y el deseo de sobrevivir de Glass me impresionaron mucho y me recordaron un episodio de mi vida. Hace casi quince años sufrí una caída que me lastimó la columna vertebral. Como al principio no le puse atención, el daño avanzó. Una mañana, al querer levantarme de la cama, las piernas no me respondieron. Me asusté muchísimo, hice algunos movimientos y, al fin, pude ponerme en pie. Corrí a  consultar a un ortopedista quien de inmediato, aparte de los medicamentos para aminorar el dolor, me ordenó usar una faja ortopédica (todavía continúo usándola) y me envió al CREE (Centro de Rehabilitación y de Educación Especial). Al presentarme al examen con la doctora que debía autorizar mi ingreso a las sesiones de  terapia, me dijo: “Lo suyo no tiene remedio, va a terminar pronto en una silla de ruedas”. Con fuerza, rápidamente repuse: yo no voy a quedar paralítica, apruebe que yo entre a terapia y le aseguro que voy a caminar. Hace poco me la encontré en el pasillo del hospital y le dije: “Ya ve, doctora, todavía aquí ando”. Sonrió y me contestó:” me alegro”.  Toda esta historia se me vino a la cabeza a medida que avanzaba la caminata y el esfuerzo de Glass, por eso me atrevo a incluirla en este texto.

Es un filme épico porque muestra cómo los ingleses y norteamericanos fueron poco a poco apoderándose de las tierras de los indígenas y cómo estos con flechas y hachas se enfrentaban a contrincantes que los superaban en armamento. Además, iban  despoblando a distintas regiones de los animales que antes se movían con plena libertad por esas tierras que les pertenecían; por ejemplo, los renos y los búfalos.

La música me pareció extraordinaria. Distintos segmentos concuerdan plenamente con la fuerte corriente de los ríos, con las cascadas y, a veces, con un lento deslizarse de las aguas. Di Caprio logra,  desde mi punto de vista, una actuación formidable. La fotografía de Lubezki  es sencillamente formidable  y, por supuesto, la dirección de González Iñárritu, intachable.  Todo el equipo se trasladó a Canadá para filmar en escenarios reales, así que también eso merece una mención especial.


Los filmes producidos por González Iñárritu tienen siempre una preocupación social. Así podemos apreciarlo en Amores perros o en Biutiful, para mencionar sólo dos, y esta película tampoco podía faltar.   

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