martes, 9 de febrero de 2016

Autobiografía de Ángeles Mastretta

JUGANDO CON LA AUTOBIOGRAFÍA: ÁNGELES MASTRETTA

En la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, celebrada a principios de diciembre del 2015, se presentó el libro El viento de las horas, de Ángeles Mastretta,  famosa por su primera novela Arráncame la vida, que, en 2008, se  convirtió en una magnífica película (desde mi punto de vista) con las actuaciones de Ana Claudia Talancón, Daniel Jiménez Cacho y José María de Tavira. Tuvo tanto éxito en nuestro país que fue enviada para concursar  por un Óscar en Hollywood en la categoría de mejor película extranjera, aunque allá no llamó mucho la atención, quizá porque no les interesa la historia de un general corrupto.

En México nunca ha sido fuerte la corriente de escribir biografías o autobiografías  aunque últimamente se han publicado varios libros que corresponden a esa categoría: por ejemplo. A veces, ayer del conocido médico especialista en bioética Dr. Arnoldo Kraus. También se han traducido al español autobiografías de autores extranjeros, por ejemplo, El hombre perfecto, una obra póstuma de Albert Camus, y Diario de invierno, de Paul Auster. En ese sentido, El viento de las horas (2015) viene a abrir un camino para que las mexicanas –escritoras o no- se animen a escribir sus memorias o autobiografía.

Mastreta no sigue un orden cronológico, sino el de sus recuerdos. Comienza recordando su infancia en Puebla, la llegada de su padre a nuestro país emigrado de Italia, el matrimonio con su madre, los años y compañeras de escuela. Pero puede dar un salto cronológico o intercalar breves párrafos de un gran sentido poético.  Por ejemplo,

Del enorme fresno frente a mi ventana están cayendo las hojas del otoño. Una mariposa cruza por el mismo aire, El sol pega sobre sus alas y la hace relucir como un trozo de oro. ¿A dónde va la mariposa? ¿A dónde su oro?

El título del libro procede de un hermoso poema del famoso poeta chiapaneco, Jaime Sabines, que luego se convierte en el epígrafe. Dice así:

Si sobrevives, si persistes, canta,
Sueña,  emborráchate.
Es el tiempo del frío: ama,
Apresúrate. El viento de las horas
Barre las calles, los caminos.
Los árboles esperan: tú no esperes
Éste es el tiempo de vivir, el único.

En estas páginas Mastretta prueba que ha seguido el consejo de Sabines y que ha sabido aprovechar las oportunidades que la vida ha puesto al alcance de su mano. Incluso que, en su momento, ella y su esposo, el historiador Héctor Aguilar Camín, se atrevieron a romper con los convencionalismos sociales y religiosos y decidieron vivir juntos sin contraer matrimonio. La vida ha sido generosa con Matretta porque le ha ofrecido viajes, oportunidad de publicar artículos y libros, de disfrutar viajes a Cozumel y sitios maravillosos en la lejana China o a la impresionante Amazonia  pero muy diferentes a los que incluyen comúnmente las excursiones turísticas. Hace además énfasis en su relación afectuosa tanto con su peinadora como con unas personas que conoce en Cozumel y a los que siempre visita en sus estancias en la isla. Intercala, además, versos de Sor Juana Inés de la Cruz, de Ramón López Velarde, de Renato Leduc y del cantante Sabina, entre otros muchos. 

Incluyo un párrafo sobre el azúcar que me ha parecido muy ad hoc para los días que vivimos y con el que estoy de acuerdo:

La amenaza de provocar un diente picado era la única mala fama que se le permitía al azúcar. Todo lo demás eran ventajas. Hasta el mal de amores se curaba con postres. Nadie hablaba, como ahora, no sólo de cuánto engorda sino de que casi cualquier mal puede venir de su textura. (…) Jamás se habló mal del turrón, de los polvorones, ni del mazapán. Mucho menos de las azucareras. Nadie se imaginó que a la mesa llegarían, en su lugar, unos pequeños sobres de papel que, para mí, son el sinónimo más preciso de la palabra desencanto. ¿Quién le hubiera dicho al hada del azúcar, en cuyo nombre escribió Tchaikovsky una Danza exquisita, que alguna vez querrían suplirla con el gnomo al que llaman Aspartame?

Se trata, en pocas palabras, de un libro ameno, bien escrito y con pasajes poéticos.  Ángeles Mastretta ha sido una escritora afortunada a quién se le han abierto las puertas de la literatura. Y eso queda confirmado por este libro editado por la editorial Seix Barral, en la colección Biblioteca Breve. Además, me encantó encontrarme con la antigua palabra faltriquera que casi nadie conoce.


  

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