JUGANDO CON LA AUTOBIOGRAFÍA:
ÁNGELES MASTRETTA
En la Feria Internacional de
Libro de Guadalajara, celebrada a principios de diciembre del 2015, se presentó
el libro El viento de las horas, de
Ángeles Mastretta, famosa por su primera
novela Arráncame la vida, que, en
2008, se convirtió en una magnífica película
(desde mi punto de vista) con las actuaciones de Ana Claudia Talancón, Daniel
Jiménez Cacho y José María de Tavira. Tuvo tanto éxito en nuestro país que fue
enviada para concursar por un Óscar en
Hollywood en la categoría de mejor película extranjera, aunque allá no llamó
mucho la atención, quizá porque no les interesa la historia de un general
corrupto.
En México nunca ha sido fuerte la
corriente de escribir biografías o autobiografías aunque últimamente se han publicado varios
libros que corresponden a esa categoría: por ejemplo. A veces, ayer del conocido médico especialista en bioética Dr.
Arnoldo Kraus. También se han traducido al español autobiografías de autores
extranjeros, por ejemplo, El hombre
perfecto, una obra póstuma de Albert Camus, y Diario de invierno, de Paul Auster. En ese sentido, El viento de las horas (2015) viene a
abrir un camino para que las mexicanas –escritoras o no- se animen a escribir
sus memorias o autobiografía.
Mastreta no sigue un orden
cronológico, sino el de sus recuerdos. Comienza recordando su infancia en
Puebla, la llegada de su padre a nuestro país emigrado de Italia, el matrimonio
con su madre, los años y compañeras de escuela. Pero puede dar un salto cronológico
o intercalar breves párrafos de un gran sentido poético. Por ejemplo,
Del enorme fresno frente a mi
ventana están cayendo las hojas del otoño. Una mariposa cruza por el mismo
aire, El sol pega sobre sus alas y la hace relucir como un trozo de oro. ¿A
dónde va la mariposa? ¿A dónde su oro?
El título del libro procede de un
hermoso poema del famoso poeta chiapaneco, Jaime Sabines, que luego se
convierte en el epígrafe. Dice así:
Si
sobrevives, si persistes, canta,
Sueña,
emborráchate.
Es el
tiempo del frío: ama,
Apresúrate.
El viento de las horas
Barre
las calles, los caminos.
Los
árboles esperan: tú no esperes
Éste
es el tiempo de vivir, el único.
En estas páginas Mastretta
prueba que ha seguido el consejo de Sabines y que ha sabido aprovechar las oportunidades
que la vida ha puesto al alcance de su mano. Incluso que, en su momento, ella y
su esposo, el historiador Héctor Aguilar Camín, se atrevieron a romper con los
convencionalismos sociales y religiosos y decidieron vivir juntos sin contraer
matrimonio. La vida ha sido generosa con Matretta porque le ha ofrecido viajes,
oportunidad de publicar artículos y libros, de disfrutar viajes a Cozumel y
sitios maravillosos en la lejana China o a la impresionante Amazonia pero muy diferentes a los que incluyen
comúnmente las excursiones turísticas. Hace además énfasis en su relación
afectuosa tanto con su peinadora como con unas personas que conoce en Cozumel y
a los que siempre visita en sus estancias en la isla. Intercala, además, versos
de Sor Juana Inés de la Cruz, de Ramón López Velarde, de Renato Leduc y del
cantante Sabina, entre otros muchos.
Incluyo un párrafo sobre el
azúcar que me ha parecido muy ad hoc para los días que vivimos y con el que
estoy de acuerdo:
La amenaza de provocar un diente
picado era la única mala fama que se le permitía al azúcar. Todo lo demás eran
ventajas. Hasta el mal de amores se curaba con postres. Nadie hablaba, como
ahora, no sólo de cuánto engorda sino de que casi cualquier mal puede venir de
su textura. (…) Jamás se habló mal del turrón, de los polvorones, ni del
mazapán. Mucho menos de las azucareras. Nadie se imaginó que a la mesa
llegarían, en su lugar, unos pequeños sobres de papel que, para mí, son el
sinónimo más preciso de la palabra desencanto. ¿Quién le hubiera dicho al hada
del azúcar, en cuyo nombre escribió Tchaikovsky una Danza exquisita, que alguna
vez querrían suplirla con el gnomo al que llaman Aspartame?
Se trata, en pocas palabras,
de un libro ameno, bien escrito y con pasajes poéticos. Ángeles Mastretta ha sido una escritora
afortunada a quién se le han abierto las puertas de la literatura. Y eso queda
confirmado por este libro editado por la editorial Seix Barral, en la colección
Biblioteca Breve. Además, me encantó encontrarme con la antigua palabra faltriquera
que casi nadie conoce.
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