CURSO RÁPIDO DE
TANATOLOGÍA
Decidí titular así este texto
sobre el libro Recordar a los difuntos (2015), del
Dr. Arnaldo Krauss, presentado en
la Feria del Libro de Guadalajara en diciembre del año pasado, porque ya había
utilizado ese título cuando escribí sobre las festividades para el día de
muertos en nuestro país. El libro nos muestra cómo el Dr. Krauss
acompañó a su madre Helen en el proceso de decaimiento que lleva a la muerte. Al inicio, hace hincapié en que ella tiene 89casi90años y cómo empieza a mezclar lo
que sucede hoy con lo ocurrido en su
niñez. Veamos el siguiente diálogo:
-Hola, Ma, buenos días, ¿cómo estás?
-Bien. Ya se me hizo tarde. Voy a la escuela.
-¿A cuál escuela?
-A la primaria, a la de Polonia, Aquí no fui a la escuela.
Los padres de Krauss
sobrevivieron al holocausto. Después de la liberación, se encontraron en el
camino a París donde solicitaron la visa para ser aceptados en México. Aquí se
establecieron, formaron una familia y están enterrados. Son, pues, mexicanos de
corazón.
El diálogo anterior se repite durante muchas páginas, lo que hace
pensar al lector que sólo se trataría de eso. Afortunadamente, no es así. Krauss recuerda más adelante el proceso del
fallecimiento de su padre, que fue completamente diferente porque murió
relativamente joven y no cayó en la
demencia senil.
Este diálogo también me recordó
aquella escena de la famosa película Driving
Miss Daisy (1989) en la que Jessica
Tandy, da vida a una mujer rica que en
sus años mozos fue profesora de escuela. El célebre actor Morgan Freeman
interpreta al chofer. Una mañana ella dice: “No encuentro mis cuadernos.
Llegaré tarde a la escuela”. Es
comprensible que sea la escuela porque esa era la actividad aceptada por la
sociedad y a la que se dedicaban las mujeres
antes de contraer matrimonio.
Más adelante Krauss reflexiona –y
obliga al lector a reflexionar- sobre lo que significa para la persona de
avanzada edad, no necesariamente enferma, la proximidad de la muerte y cómo se recuerdan los momentos
felices de la infancia. Hay muchos párrafos donde se habla del tiempo y de cómo
las personas mayores van perdiendo las fuerzas: “lo que era ligero, ahora es
pesado, las prisas desaparecen” y
quienes los rodean no comprenden la
situación.
Hay muchas consideraciones sobre
el tiempo que me parecen importantes. Krauss escribe: Opina que lo que
cualquier adulto mayor desea es
“Pervivir lo mejor posible –con los elementos disponibles- o morir cobijado con
dignidad y entereza deben ser las consignas”. Por ejemplo, darse cuenta de que
se empieza a perder el control de los esfínteres significa mucho dolor “porque cuando la
enfermedad rompe el mundo partir es necesario”.
Páginas más adelante Krauss menciona
la importancia del Día de Muertos en nuestro país: “No por azar las ofrendas y
las comidas predilectas servidas en la mesa para que los difuntos las degusten,
al lado de parientes, amigos y vecinos.
La mesa dispuesta ese día invita y facilita el reencuentro entre quien se fue y
quienes se quedan, y ejemplifica los vínculos eternos entre vivos y muertos y
la necesidad de los primeros para mantener vivos a los que se fueron”.
En otro párrafo y siguiendo con
el tema del tiempo escribe: “¿Tarda el tiempo? El tiempo altera su ritmo cuando
inicia y termina la vida. En esas circunstancias el tiempo sí cambia: se
observa el cuerpo –la muerte, la vida- de otra manera”. Una vez fallecida la
persona amada, “Encontrar las palabras adecuadas para nombrar la ausencia es
difícil. Sentado, frente a las palabras no siempre dóciles o exactas, se
comprende mejor el significado y la profundidad de la ausencia”. Hay quienes
deciden conservar su habitación tal como estaba antes, incluyendo la ropa. Hay
quienes respetan su lugar en la mesa del comedor como si fuera a presentarse de
un momento a otro. Hay quienes prefieren no nombrarlo porque es demasiado
doloroso. Así se vive el proceso hasta que el tiempo, misericordioso, cicatriza
la herida.
Una vez fallecida su madre,
Krauss sigue escribiendo sobre el pasado y el presente. Recordando la infancia,
la adolescencia, los momentos felices. Para buscar consuelo, recurre a autores
famosos de los cuales toma frases, ideas, opiniones. Casi al final, escribe:
Quienes tienen pocas deudas emocionales y vivieron con plenitud
confrontan la muerte desde un ángulo diferente. Le temen, siempre se le teme,
es el final. Cuando la existencia fue plena y el tiempo y la vida se agotan, el
diálogo entre vida y muerte difiere, es más terso, más comprensible, duele con
otro dolor. Ese diálogo es el culmen de una vida bien vivida.
Hace mucho tiempo que deseaba
tomar un curso de tanatología. Después, abandoné la idea porque pensaba que si
mis padres y varios de mis hermanos habían fallecido, ya no habría necesidad de
reflexionar sobre la muerte. En este libro Krauss me ha llevado de la mano por
muchas páginas donde se habla sobre ese momento que va a llegar
inevitablemente y me hizo comprender
mejor muchos pensamientos que tenía sobre el paso del tiempo.