VIENTO AZUL
Este libro, integrado doce relatos
escritos por la doctora Yolanda Natera, especialista en homeopatía, y residente en
Torreón, Coahuila, es uno de los pocos que se han ocupado de dar a conocer la
naturaleza y el paisaje del norte del país. Se habla mucho de los escritores
del sur o del Distrito Federal, pero es muy raro que algún crítico preste
atención a los libros editados en el norte generalmente por los Institutos de
Cultura. Como me comentó en una ocasión la distinguida poeta Olga Arias (nacida
en Toluca en 1923 y arraigada en Durango), “darse a conocer desde provincia,
casi imposible.” Yolanda Natera sí ha tenido la suerte de que sus textos hayan
sido recogidos en otras publicaciones, por ejemplo, en la antología titulada Sin límites imaginarios, editada por la
Universidad Nacional Autónoma de México.
Los doce relatos que integran el
volumen son los siguientes: Remolinos, Sorpresiva flor, La pesadilla, Un día
cualquiera, Peñascos, Canto de Ave, Recuerdos de alguien, Zapato de bailarina,
Dólares caros, Los pájaros, Errante, y Ofelia
en el país de las maravillas. Todos ocurren en la zona conocida como la región
lagunera, aunque mucho más en Torreón, Coahuila, y sus alrededores. Muchos tienen que ver con los problemas que
debe enfrentar la mujer: el acoso sexual, la discriminación racial o el despido
de un trabajo bien remunerado cuando la mujer tiene dos hijos y carece de otros
ingresos o querer ser libre sin ataduras como marido o hijos.
En el texto “La pesadilla” la
historia tiene que ver con lo que lamentablemente ocurre con mucha frecuencia
en los pequeños poblados aislados en el campo y que con mucha facilidad son
tomados por los delincuentes que se aprovechan de las tierras y de sus
habitantes. El texto empieza de la siguiente manera: “Desde aquella época en que aterrizaban avionetas en el llano, mi vida
se pintó de oscuro. Algunos sueños se convirtieron en pesadillas que revivían
la cara con su diente dorado”.
Más adelante el lector descubrirá quién tenía el diente dorado y por qué razón
le provocaba tantas pesadillas a la protagonista que carece de nombre, lo que indica que es una situación
por la que atraviesan muchas mujeres.
En “Un día cualquiera” la
narradora recuerda cómo fueron los inicios de Torreón y de la zona del Mercado
Alianza y del Cerro de la Cruz. Hace más de cincuenta años eran unas calles
animadas y seguras, se podía caminar por ahí sin temor alguno. Puedo decirlo
porque yo, siendo una adolescente, anduve muchas veces por esa zona porque era
ahí donde se encontraba la terminal de los autobuses Transportes del Norte, que
iban de Durango a Torreón. Mi tía abuela Luz y yo tomábamos ese autobús cada
dos semanas para trasladarnos a Torreón donde yo estaba siendo atendida por un
ortodoncista ya que en Durango no había ninguno. Efectivamente, era el corazón
de Torreón, pero todo cambió cuando los narcotraficantes se apoderaron de la
ciudad y ese es precisamente uno de los temas que aborda este relato.
Quizá uno de mis preferidos sea
“Peñascos”, dedicado sobre todo a cantarle a la naturaleza. Se trata de un
vaquero que nunca quiso estudiar y que desde niño, y con la aprobación de su
padre, se dedicó vivir en el campo
cuidando a los animales y admirando la belleza de este suelo semidesértico, con
muy escasa vegetación, pero con una gran belleza. Veamos el siguiente párrafo:
“En la oscuridad, apareció una lengüeta azul y roja cerca de la vereda,
Jinete y caballo nos sobresaltamos. Lengüeta de lumbre. Fue que brotaba de la
tierra, fuego fatuo. Decíase que el fuego fatuo sale de la tierra donde hay
huesos o metales enterrados.” {…} Más adelante, al mirar al cielo, iba cayendo
un aerolito, como una canica de lumbre lanzada a la tierra. Había mucho que
mirar en esa tierra de sol hiriente y luna fría. Así es la región, ahí por
Ceballos. Después le llamaron Zona del Silencio, porque se dejaban de oír los
radios. Entonces nosotros ni radio teníamos”.
En los textos “Zapato de
bailarina”, “Dólares caros”, “Los pájaros”, “Errante” y “Ofelia en el país de
las maravillas”, la autora aborda los temas relacionados especialmente con la
mujer. Por ejemplo, la que pretende ser americana porque es rubia cuando vive
en California y luego es descubierta, la mujer sometida por su madre que no le
permite vivir feliz su vida de casada, la que es despedida y aun teniendo un
título universitario no puede conseguir trabajo así que recurre a la actividad
tradicional de la mujer: la cocina, o la mujer libre a quien no le importa ser
madre y regala a su hijo recién nacido. Todos ellos se ocupan de situaciones
que la mujer contemporánea tiene que afrontar.
Como ya lo hemos señalado, destaca
también en el texto la minuciosa descripción de la naturaleza, del vibrante sol
de esa región, de la forma en que la vida ha ido cambiando. Además, intercala
en distintos relatos localismos propios de esa zona: por ejemplo. Aterrada (con
el sentido de llena de tierra por las tormentas de tierra propias de esa región),
engarruñada, maniada (torpe) y enlentecen (vuelven lento).


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