AROMAS DE DURANGO
Quizá sería en mayo de 2015
cuando recibí una llamada telefónica que me sorprendió y me llenó de alegría.
Era un funcionario del CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES que me informó que dicho Consejo estaba interesado
en publicar una nueva edición de mis anteriores libros de cocina, con el título
Aromas de Durango, en un nuevo
formato, y que se presentaría el 15 de octubre de 2016 en la 2ª. Feria de Libros de Cocina organizada por el Consejo en el Museo
de Culturas Populares en Coyoacán, un sitio ad hoc, y, además, hermoso. Por supuesto, con gran emoción acepté de
inmediato porque fue un regalo que la vida me puso en las manos
inesperadamente. En Durango no hubiera conseguido jamás una segunda edición
porque todos los escritores están siempre ávidos de que los dos Institutos de
Cultura del Estado (el estatal y el municipal) acepten publicar alguno de sus
textos.
Transcurrió el año, como se había
dicho, con todos los trámites que hay que cumplir y la presentación se llevó a
cabo tal como se había anunciado. Además, se presentaron cinco libros
pertenecientes a otros estados. Este año
se rendía homenaje al Estado de Guerrero y, especialmente, al Colectivo
Comunitario de Cocineras Tradicionales de Costa Grande, de dicho estado. Estas cocineras se veían hermosas ataviadas
con sus trajes y tocados típicos llenos
de colorido; además, se esmeraron en llevar antojitos guerrerenses para
obsequiar a la concurrencia. Por ejemplo, atoles de distintos sabores, agua de
Jamaica y de horchata, tamales de distintos tipos, deliciosas empanadas
rellenas de coco, que nunca había probado.
Fueron muchos los libros que se
presentaron, así que sólo mencionaré unos cuantos que seguramente los
sorprenderán, amigos lectores, como me sorprendieron a mí porque hay una
diferencia grande entre la cocina del norte y del sur de México. Por ejemplo, Los atoles de Acapetlahuaya, de Rosa
Román; Pan tradicional de Acaxochitlán,
La magia de la cocina típica otomí, Recetario tradicional isleño del Caribe
mexicano, Cocina tradicional tabasqueña
y muchos más, todos interesantes, bien ilustrados y con espléndido
colorido. Particularmente interesantes fueron dos conferencias: “Los alimentos
que México dio al mundo” (por ejemplo, el tomate (que en el Distrito Federal
denominan jitomate), el aguacate, el maíz, los frijoles, los cacahuates y
tantos más, La tacopedia. Enciclopedia
del taco, y la “Historia de los recetarios en Iberoamérica”.
Lamentablemente, debido al cambio de
autoridades, el estado de Durango sólo aportó la bebida alcohólica conocida
como sotol y unos dulces de melón
deshidratado que corresponden a la región lagunera, es decir, a las ciudades de
Lerdo y Gómez Palacio. Faltaron, en primerísimo lugar, los tornachiles, los
dulces de nuez y de almendra, el pinole de Santiago Papasquiaro, los duraznos
en conserva, entre otros muchos.
En la presentación de mi libro me
acompañaron dos apreciados amigos: Antonio Avitia, historiador especializado en
el período conocido como la Guerra Cristera, y Mónica Perla Hernández, la excelente
periodista que vivió muchos años en Durango antes de retornar a la Ciudad de
México. Además, tuve el gusto saludar a antiguas alumnas y a otros parientes
cuyas raíces se encuentran en Durango y
que proceden de familias que tuvieron que emigrar cuando se inició la
Revolución de 1910.
Además, estuvieron presentes
representantes de museos interesados especialmente en cultura popular, así
como de editoriales con excelentes
libros de cocina; entre ellos, La cultura
del té, aun cuando en nuestro país se aprecian mucho los tés hechos con la
hierba seca, por ejemplo, manzanilla, yerbanís y, en invierno, canela y Jamaica
en el gustado ponche que bebemos en los fríos días de invierno.
Entre las experiencias
interesantes e inesperadas que viví esa
mañana fue una larga entrevista que me hicieron. Cuando pregunté en qué medio
podría verla, me dijo el reportero que era para la Agencia Xinhua, de noticias
en español, en China. WOW ¡Qué emoción!
En pocas palabras, haber asistido
a esta 2ª. Feria del Libro de Cocina Tradicional fue una experiencia
maravillosa, además de que nos tocó un
día espléndido lleno de sol.
Fotografía tomada por el durangueño Octavio Zaldívar, en la Cremería Wallander.
Fotografía tomada por el durangueño Octavio Zaldívar, en la Cremería Wallander.
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