58.- EPISTOLARIO SEMO
Cape Girardeau, Mo., 3 de julio de 1958.
Mi muy querida mamá:
El otro día recibí una carta de
mi tío Carlos en la que me cuenta cómo murió Papá Chuy; me pasé el día entero
llorando y no podía calmarme. Sé que ustedes están muy tristes y que es muy
doloroso lo que pasó, pero se me hace que no se sienten como yo porque al menos
ustedes están juntos y se consuela mutuamente. Palabra que no deseo que nadie
se vea en mi situación; me siento muy extraña porque no siento ganas de
estudiar y se me hace como que no vale la pena. Dios quiera que estos últimos
días no se me hagan tan pesados como el domingo pasado porque ese día parecía
que el reloj se había detenido todo el día. Espero que todos ustedes estarán
más consolados porque, como dice mi tío Carlos, así es mejor porque para él
porque ya no estará sufriendo tanto, y Mamá Pina, tampoco. Lo más triste es que
ya estaban tan cerca de cumplir sus bodas de oro ¡Sea por Dios!
Estos últimos días he tenido una
comezón espantosa; por un momento, creí que era otra vez lo de la hiedra por el
calor, aunque no he ido a nadar, pero ojalá que sólo sean piquetes de moscos.
No había hecho mucho calor pero julio se presenta como asador; estamos otra vez
cerca de los 100 grados Fahrenheit.
Este fin de semana lo voy a pasar
en casa de Mrs. Estes porque como el 4 de julio es gran fiesta nacional todas
las chicas se van a sus casas. El dormitorio no cierra oficialmente pero a mí
no me seducía la idea de quedarme sola con las cocineras y el mozo, así que le
hablé a Mrs. Estes y ella va a venir por mí.
No me acuerdo si ya te había platicado que el año pasado una pareja se
metió en el dormitorio y atacaron a una chica, así que con esa información
menos me quedo sola. No sé por qué pero a veces cuando voy al baño en la noche
y todo está tan callado, me entra un miedo horrible y me pongo a temblar; siento
como si alguien estuviera a la vuelta del corredor dispuesto a atacarme. Es la
sensación más desagradable.
La semana pasada te compré un
vestido, pero no es negro. Quisiera saber si prefieres que lo cambie a ver si
consigo uno negro aunque lo dudo pues con el calor que hace incluso las señoras
mayores usan vestidos strapless y en colores pálidos; parece que yo soy la
única excepción.
Mrs. Mackey me dijo que recibió
tu carta y que te lo agradece infinito. A propósito, Mrs. Pott te escribió la
semana pasada, probablemente ya recibiste la carta. Además, te manda un regalo
conmigo, pero no te voy a decir qué es para que sea una sorpresa.
El otro día estaba pensando en tu
venida a San Antonio, Sería formidable si pudieras lograrlo pues además de que
me daría mucho gusto que me vinieran a encontrar, tendrías unas vacaciones y
volverías a los U.S. El pasaporte te
cuesta como tres dólares y me imagino que necesitarás el acta de nacimiento. Si
no puedes venir hasta San Antonio, ¿no podrías venir a Monterrey? Estoy segura
de que la señora Rosita estaría encantada de tenerte en su casa y a mí me
fascinaría que estuvieras esperándome allí. El puro viaje a Monterrey sería
divertido pues ha crecido mucho y no lo reconocerías. Descansaría y te
pasearías.
De la ida a México, a mí no me
seduce la idea en lo absoluto. México se me hace formidable para ir a pasear,
pero no para vivir. Sí, es cierto que tendría oportunidad de ganar más dinero,
pero todo se me iría en gastos; además, hay mucha competencia. Estoy segura de
que para cada empleo hay miles de solicitudes y quién sabe si yo conseguiría un
empleo. En caso de que no pueda conseguirlo en Durango, trataría de encontrarlo
en Torreón porque allí también hay muchas empresas que pagan bien. Si no se
puede allí, quizá en Monterrey, en el consulado. Tal vez Mr. Ostrander me
ayudaría a conseguir la chamba aunque como pagan bien, hay miles de
solicitudes. Además de todas estas razonesm quiero estar con ustedes y con J. Si
me voy a México, cuando él regrese no lo puedo ver. Espero que esto no te
mortifique mucho y ojalá que J. ya te satisfaga un poco más.
Estaba pensando en la idea de
Carlos a México y me parece que no sería mala idea que les escribieras a los
Cuéllar y les preguntaras si Carlos podría vivir con ellos. Ya construyeron su
casa nueva y está muy grande, según me cuenta Emilia. Viven muy cerquita de
C.U., que sería probablemente adonde Carlos tuviera que ir, así que por ese
lado sería muy conveniente para él. Además, tú estarías segura de que Carlos
estaría bien vigilado. Emilia estará en segundo de Arquitectura el año próximo
y le podría ayudar con las clases. Emilia no está en la Universidad Nacional
sino en la Iberoamericana. También estaba pensando que si le escribes a mi tía
Gloria Gómez Palacio, su hijo puede conseguirle un empleo a Carlos en su
oficina porque ya ves que él es arquitecto y muy inteligente. No se me ocurre
nada más para ayudarlo pues lo demás le resta a mi papá hacerlo. Quién sabe si
sería posible conseguirle una beca para el Southeast Missouri State College
aunque no le serviría de mucho. El año próximo van a venir un muchacho de
Alemania y una muchacha de Francia, becados; el College les paga los gastos y,
en compensación, ellos ayudan con las clases de alemán y francés, además no
tienen que dar speeches, como yo.
Creo que no debe quejarme de los speeches
pues si fueron muy latosos, me regalaron una cantidad de cosa que yo no
hubiera podido comprar.
Podría seguir escribiendo pero
Mrs. Estes va a venir por mí y todavía no he empacado. Espero que no te
disgustes por lo que digo de la ida a México, pero es que de veras voy en serio
con J. aunque no sé lo que piense él. Espero que lo mismo que yo.
Recibe todo el cariño de tu hija que especialmente quisiera
estar contigo en estos momentos.
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