Amigos lectores: el poema que leerán a continuación lo copié
de una revista titulada Estepas del Nazas,
que se publica en Torreón, Coahuila, una ciudad que forma parte de la región
lagunera. El Nazas era un poderoso río que en la temporada de lluvias corría
con un gran caudal, por ello se construyó un puente de acero para cruzar de
Gómez Palacio a Torreón. Hoy es apenas un arroyito pues la construcción de la
presa Lázaro Cárdenas retiene todo el caudal. Cuando está casi llena, abren las
compuertas y la gente se precipita a las antiguas márgenes del río o al puente
para ver al Nazas como era en sus días de gloria. Esto explica el título de la
revista, aunque el poema a continuación no tiene nada que ver con el río.
Ayer tiramos a Gohan a la basura.
¿Por qué esa crueldad al perro fiel, compañero sabio, férreo
fugitivo,
¿por qué no le dimos un funeral de fuego, la devoción a
su ceniza tierna,
El embalsamiento que lo convirtiera en una eterna
presencia decorativa?
¿Por qué tras el dolor de verlo decaer
Respirar como un herido fuelle
Extinguirse con aquella despaciosa, sangrante y dolorosa
sabiduría,
Tras verlo ser devorado por el virus
Y convertirse en un molde endurecido por la sal de la
tragedia
No le dimos la sacra sepultura
La devoción debida?
¿Por qué lo reportamos como un accidente ajeno en el
terreno vacío
Por qué terminó en una bolsa negra como lo es el
silencioso barranco de la muerte
Con un coro de campanas hediondas salmodiando el hecho
La extremaunción ominosa
Los pútridos óleos del camión de la basura?
Esta noche, cuando han pasado años te recuerdo, Gohan
Y una culpa voraz y la deshonra realizan en mí sus
sangrías.
¿Qué eras tú entonces tras haber vivido en plenitud
Tras haber padecido la enfermedad y quedarte en un rigor
muerto,
Qué eras entonces sino el alimento de la tierra, el
condensado humus futuro,
Los días secretos y amorosos que destilarían la peste;
Qué eras en nosotros, compañero,
Fiel animal de inteligencia clara
Escapista que bañé y curé aquel día cuando volviste con
la piel expuesta
Con la pelambre convertida en material para la
curtiembre?
¿Qué eras ya, en tu ominosa muerte
Sino un cadáver más, una cosa yerta, inanimada
Acaso un desmoronado conjunto de materia inerte
Que pudo haber nutrido el ciclo de la vida
La renovación de la grama y las flores que jamás
recibiste?
Porque no te enterramos.
¿Por qué no te enterramos?
Escribo esto esta noche
Y me confieso vil
Porque debimos sepultarte
Expectorar nuestro llanto en el rito
Porque no tenías por qué hermanarte con los perros
desconocidos
Que navegan en la muerte en medio del arroyo vehicular
Y quizás me justifico escribiéndote
Desde la convulsión culposa de los yerros y el
remordimiento
El inoportuno tributo para ti y para ellos:
Los ajenos al cariño
Los olvidados en la peste
Los traumados por las golpizas y la roña
Los plagados de parásitos y odios
Los famélicos que sonríen con el vaivén de su cola y la risa lúgubre de sus costillas a los
desconocidos
Los agresivos devoradores de infantes
Los cachorros envenenados por la incuria del
resentimiento acuñado durante años
Los apedreados por el olvido
Los ahogados en los canales, diversión de pandillas
Los macheteados por la inyección en el exterminio oficial
del control canino
Los que rengos caminan tras hurgar en la basura
Con el hocico abierto por los filos de las latas y los
vidrios
Los de los belfos que estallan con cruda pirotecnia
En plena Nochebuena para las risas sádicas
Los que son alimento en el festín chino
Los descastados del cariño
Los que mecen sus lenguas y facultades rotas en las
peleas clandestinas
En medio de los gritos y las apuestas.
Perdóname, Gohan
Merecía mausoleos
Y te dimos nuestras faltas
El destino de basura en una cruda bolsa negra
Y yo porto la culpa virulenta, hasta ahora secreta
Que me ocupa en silencio
Y jamás se lava.
Hemos visto muchas películas de perros fieles que esperan
a sus amos sin fatigarse durante años, como en el filme , pero también
películas de perros de pelea explotados inmisericordemente, como en la película
mexicana Amores perros, que lanzó a
la fama a Gael García Bernal , y también perros como Tracker, en la película Desierto,
cuya habilidad para cazar a los indocumentados perdidos en la arena, que hizo
un papel admirable.
Por eso decidí copiar este largo poema de Daniel
Maldonado, sin título, y publicado en la revista Estepas del Nazas.
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