miércoles, 2 de noviembre de 2016

Comentario sobre la vida y obra de Ramón Novarro

DE BEN-HUR AL OLVIDO: RAMÓN NOVARRO 

Ramón Samaniego Pérez Gavilán, conocido en los anales cinematográficos como Ramón Novarro, era primo hermano de mi madre y, por tanto, mi tío. Lo conocí cuando niña, en una ocasión que visitó a mis abuelos en Durango y se hospedó en la casona de las calles de Zaragoza. Lo saludé  a la hora de la comida cuando se sentó  a la izquierda de mi abuela; yo  ocupé mi lugar habitual,  a su derecha, entre ella y mi tía Luz..  Cada vez que podía, lo miraba con atención. Era un hombre de porte distinguido, quizá cercano a los cincuenta años y de cabello gris.  Vestía informalmente con un saco de gamuza en tono café cocoa.  Mis tías me habían dicho que era guapísimo y, la verdad, ese mediodía no me lo pareció.  Concluida la comida, nos sentamos en el corredor; al caer la tarde, mi abuela y Ramón salieron para visitar el Santuario de la Virgen de Guadalupe. Me di cuenta que llevaba un rosario en el bolsillo izquierdo de su saco. Después, se comentó que había donado una suma importante para unas obras del  templo. Ramón Novarro fue siempre un hombre generoso con toda su familia y  lo fue incluso con  Louis Samuel, su secretario de confianza durante los años de gloria, que lo estafó con casi dos millones de dólares y contra el que no procedió legalmente con toda el rigor que Samuel se merecía, por lo que no lo pongo en duda. Nunca más volví a verlo.

Nació en la ciudad de Durango, el 6 de febrero de 1899, hijo del Dr. Mariano Nicolás Samaniego y de María Leonor Pérez Gavilán. Fue el cuarto hijo de trece descendientes, de los cuales el primero y el décimo murieron en la infancia. En 1910, la familia emigró al Distrito Federal a causa de la revolución. Sus padres lo inscribieron en el Instituto Científico de México, a cargo de los jesuitas, donde inició sus estudios de música. En 1915 todos retornaron a la tierra natal.

Era una familia numerosa, de disciplina estricta, con una fuerte inclinación hacia la iglesia, como era usual en las familias conservadoras de la época. Tres de sus hermanas, Guadalupe, Rosa y Leonor, profesaron como monjas. Leonor abandonó el convento muchos años después, se casó y tuvo un hijo al que llamó Nicolás. A ella la traté muchas veces en la Ciudad de México; como su hermano, era generosa y amable y, por supuesto, solidaria con la familia. Más tarde regresó a California,  donde falleció. Durante nuestras conversaciones nunca me atreví a preguntarle por su hermano. Por su parte, Ramón también se sentía atraído por el sacerdocio y de no haber sido por sus obligaciones económicas y por el encuentro con el productor y director de cine Rex Ingram, que lo impulsó en su carrera cinematográfica, es muy posible que se hubiera decidido a entrar al seminario.

En 1916, Ramón, de apenas diecisiete años, y su hermano Mariano, de quince, decidieron viajar a El Paso, por  tren, pero regresaron a pie a Durango porque el puente de Escalón había sido dinamitado. Poco después, lo intentaron de nuevo: esta vez cruzaron la frontera por Piedras Negras. De ahí, se dirigieron a la ciudad texana y, sin avisar a sus parientes, partieron rumbo a Los Angeles. Ramón tenía voz de  tenor, aunque sin gran potencia, y confiaba en hacer carrera en la ópera. Sentía gran amor por la música ya que, por las noches desde sus días en Durango,  su madre y él solían pasar la velada cantando y tocando el piano. En 1918, todos los Samaniego se establecieron en esa ciudad y la responsabilidad de mantener a la familia recayó sobre todo en Ramón dado que su padre no pudo ejercer su profesión de dentista.

Sin abandonar las lecciones de música y canto, Ramón inició su carrera en el cine como extra. Su primer papel fue como bandolero mexicano en una  cinta filmada en el desierto del Mojave. Poco después filmó una película de arte, The Rubayait of OmarKhayam, que nunca llegó a estrenarse y de la cual sólo se utilizaron algunos pies. En ese filme utilizó el apellido Samaniegos, con el cual intentó abrirse camino en Hollywood.  El director fue Ferdinand Pinney Earle y la actriz Kathleen Kay. Vinieron luego años difíciles en que Ramón trabajó en lo que fuera: desde modelo en una escuela de arte hasta acomodador en el  teatro con el fin de estar siempre presente y en contacto con el ambiente cinematográfico.

La suerte se puso de su parte y, en 1922, interpretó a Rupert de Hentzau, en El prisionero de Zenda, por invitación precisamente de Rex Ingram. La actriz protagónica fue Alice Ferry, que mantuvo una larga amistad con el artista mexicano. En 1923 encarnó a André Louis Moreau, en Scaramouche; dos años más tarde vendría la película que lo consagraría como el gran actor del cine mudo: Ben-Hur.  En el papel de Messala, aparecía Francis Bushman y como Esther, May McAvoy. El director fue John M. Stahl.

La película se rodó inicialmente en Italia donde tropezó con innumerables contratiempos, entre ellos, el desperdicio de las treinta galeras construidas para el filme  que nunca pudieron utilizarse debido a un mar encrespado y frío. Después de un receso, la empresa tomó la decisión de filmar la película en California y, en 1927, fue estrenada en la ciudad de Nueva York con gran éxito. De ahí, pasó a todas las pantallas de los Estados Unidos de América y al mundo entero. Si bien la película recaudó  millones de dólares, nunca se recuperó la inversión debido a las pérdidas en Italia. André Soares, autor de Beyond Paradise: The Life of Ramon Novarro (New York,  St.  Martin’s Press, 2002), una extensa y acuciosa biografia del actor, afirma que con el fin de facilitar el éxito de la nueva versión de la cinta, con Charlton Heston en el papel protagónico, la empresa ordenó destruir todas las copias de la primera y que, milagrosamente, en un museo de Checoslovaquia se encontró una película original con la cual se han podido reconstruir otras copias.

A Ben-Hur le siguieron muchas otras cintas de gran éxito; entre ellas, Mata Hari , con Greta Garbo –quien  también fue siempre una amiga fidelísima- producida por la Metro Goldwyn Mayer y estrenada en 1931. No obstante, con el surgimiento del cine sonoro su carrera se eclipsó porque a pesar de sus largos años de  residencia en California no había logrado eliminar su acento español.  Según el ya citado André Soares, influyeron igualmente en este descenso de su popularidad no sólo la escasez de papeles de príncipes o condes extranjeros que pudieran justificar su acento extranjero (como fue el caso de Dolores del Río), sino, además, el hecho de que conservó siempre su nacionalidad mexicana y  se rehusó a contraer matrimonio, contrariando las indicaciones de las empresas cinematográficas. Además, durante largos años  Novarro acarició el sueño de triunfar en el mundo de la música –que a su madre le parecía más digno-, por lo que en ocasiones no se encontraba  en Hollywood cuando lo buscaban para alguna película. En cuanto a su actividad en México, sólo filmó una película, La virgen que forjó una patria (1942), en el papel de Juan Diego, bajo la dirección de su primo Julio Bracho. Al contrario de lo que sucedió con Dolores del Río, optó por regresar a California.

Por lo que toca a su nombre de artista, primero agregó una s a su apellido, con lo que quedó Samaniegos, nada fácil de pronunciar para un anglohablante y del que se burló sin piedad la famosa comentarista del espectáculo de esos años, Louella Parsons, articulándolo como Samanegas (muy parecido a ham and eggs). Cambió entonces a Novarro porque el apellido Samaniego proviene de Navarra, España. Sustituyó la primera a por la o porque estaba convencido de que así habría una “vibración cósmica” que lo llevaría al éxito.

No fueron muchos los premios que recibió a lo largo de su carrera cinematográfica. Sin embargo, podemos mencionar dos: en 1932, le fue entregado el George Eastman House Medal of Honor for Distinguished Contribution to the Art of Motion Pictures 1926-1932 (la medalla de honor de la empresa George Eastman  por su distinguida aportación al arte cinematográfico). En 1965, por iniciativa de Gregory Peck, Ramón Novarro y otros importantes artistas del cine mudo recibieron un homenaje de la Academia de las Artes por las mismas razones.

Si bien hoy es casi una figura casi olvidada o apenas recordada por Ben-Hur, la verdad es que su filmografía es considerable:

Como extra o pequeños papeles:  9 cintas  (incluyendo Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1921), al lado de Rodolfo Valentino).

Con su nombre incluido en el reparto y en papeles protagónicos:  41 (la última  en 1960, Killer With a Gun, protagonizada por Sophia Loren y Anthony Queen).

Como productor, director y escritor:  la obra de teatro Contra la corriente (1960).

Película breve: The  X-mas Party (1931) de nueve minutos de duración , donde cada actorn actuaba como en la vida real y cuyo reparto incluía a Norma Shearer, Clark Gable y Lionel Barrymore.

Murió en condiciones dramáticas el 30 de octubre de 1968. La divulgación de las circunstancias de su fallecimiento puso al descubierto una faceta de su vida personal que Ramón Novarro había tenido buen cuidado en ocultar. Los detalles del proceso y del juicio a que fueron sometidos sus atacantes y que fueron dados a conocer por la prensa, opacaran su buen nombre. No obstante, cuando se encontraba en la cúspide de su carrera, dice André Soares, su fama superaba a la de otros artistas latinoamericanos como Gilbert Roland, Dolores del Río, Ricardo Montalbán e, incluso Anthony Quinn.

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Nota: La información sobre la  vida y obra de Ramón Novarro procede del volumen Beyond Paradise,  de André Soares, ya mencionado. 



                                                 

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