UNA AROMÁTICA BEBIDA:
EL CAFÉ
Llegado del Medio Oriente, según
nos informa José Enciso Contreras en su
libro Café Acrópolis, ubicado en
Zacatecas, y que es una gran aportación para la microhistoria de ese estado,
comenzó a beberse en Constantinopla en 1554, durante el reinado de Solimán el
Grande. Un siglo después ya se conocía en Italia, Marsella, París, Londres y en
el imperio austro-húngaro, seguramente
gracias a los navíos venecianos que efectuaban el comercio entre Europa y el
Oriente. Procedía, según escribe el autor, de Arabia y de África, del lugar hoy
conocido como Etiopía.
¿Cómo llegó el café a América?
Enciso Contreras narra que un soldado francés, Gabriel Mathieu de Clieu,
destinado a la Martinica, trajo en su mochila tres granitos de café que sembró; al café le gustó el suelo americano y empezó
a crecer. A mediados del siglo XIX se conocían en occidente cuatro categorías:
moka, procedente de Arabia, Cayena, cultivado en las Guayanas, el antillano y
el Borbón. Yo agregaría el café turco esencial para la lectura de buena
ventura.
Existen cuatro variedades preferidas por el gusto
internacional: arábica, robusta, excelsa y libérica. En nuestro país, según el
autor antes citado, el 90% del cultivo pertenece al café de la variedad arábica.
Se siembra principalmente en los estados de Veracruz (Córdoba, Xalapa,
Coatepec) y en Chiapas. El Lic. Enrique Arrieta nos informa que, en Durango, se cultiva en la región de Canelas donde el ambiente tropical es propio para la planta.
Narra también Enciso Contreras
que el café tuvo que librar una dura batalla contra el chocolate, del que
gustaba tanto la sociedad colonial (el padre Hidalgo disfrutaba de esta bebida
todas las tardes). Sin embargo, con el tiempo fue aceptado y se convirtió en
una bebida esencial. Para ello contribuyó que empezaron a abrirse restaurantes
o merenderos donde se servía café.
Mencionemos algunos famosos. Por
ejemplo, en París recuerdo el Café de la Paix en el cruce del Bulevar de las
Capuchinas y la Plaza de la Opéra, lugar imprescindible en una primera visita a
París. Quien haya visitado Veracruz recordará sin duda el Café de la Parroquia. En la Ciudad de México,
mencionemos el célebre Café Tacuba, ubicado en la avenida del mismo nombre, que
después de un incendio fue reconstruido y que ha sido visitado por personajes
famosos de nuestra historia, incluyendo algunos revolucionarios.
No podemos dejar de recordar los
famosos cafés de chinos que, según el autor antes citado, eran el sitio
preferido de quienes no tenían mucho dinero. En Durango existió el Tupinamba,
sobre la calle de 5 de Febrero casi esquina con Pasteur. Yo pasaba por ahí
todos los días de regreso a la casa después de mi trabajo en la oficina.
Vendían un pan exquisito; me encantaba el niño envuelto, los bísquets, las
donas y tantos más. No sé cuándo desapareció y creo que no hay ninguno que lo
haya reemplazado.
Recordemos también el Café Puerto
Rico, donde se vendía el café en grano pero que no contaba con instalaciones
para ofrecerlo a los clientes. Fue
fundado entre 1932 y 1935, según nos informa el señor Antonio Güereca, quien
fue el último gerente del expendio. Se localizaba en la esquina de la avenida
20 de Noviembre y la calle de Patoni,
muy cerca del mercado Gómez Palacio donde la gente compraba verduras,
frutas, flores y otros artículos y, cruzando la calle, el café para prepararlo
en casas. Las bodegas y los cocedores se
ubicaban en la calle Pateros (donde antiguamente vivían los cazadores de patos),
hoy conocida como Antonio Norman Fuentes. Prácticamente no tenía rival en la venta del café en grano, excepto el Café
Colón, pero la llegada del café instantáneo a Durango sí representó una dura competencia.
Entre los cafés más frecuentados
por los señores para charlar o leer los
periódicos en las décadas de los años sesenta y setenta en nuestra ciudad,
recordemos La Única (localizada sobre la calle Constitución, frente a la Plaza
de Armas), El Esfuerzo, (ubicado en la
calle de 5 de Febrero a media cuadra de la calle de Juárez) y la cafetería del
Hotel Casablanca, sobre la avenida 20 de Noviembre. La mujer que rompió la
regla y se atrevió a sentarse a una mesa rodeada por los aspirantes a poetas
fue Olga Arias, que frecuentaba La Única y abrió las puertas de los cafés para
las mujeres. Por supuesto, fue criticada por las señoras de sociedad; sin
embargo, a ella no le importaba. La cafetería El Esfuerzo estuvo por un corto
tiempo sobre la calle de Bruno Martínez,
frente a la puerta lateral del Palacio de Gobierno, hoy transformado en el
Museo Pancho Villa.
En la década de los noventa llegó
a Durango el restaurant Sanborn’s que
ocupó el espacio antes conocido como la Posada Durán, en la esquina de 20 de
Noviembre y la calle Juárez. Ofrece a sus clientes la tienda, la cafetería y la
librería que muchos disfrutan hojeando los libros y las revistas. Es también
frecuentado por asiduos parroquianos que deben llevar sus propios libros o
periódicos.
Hoy el café se consume de
distintas maneras: express, americano, café de olla (endulzado con piloncillo y
muy popular en Durango en invierno), capuchino, con o sin sabor, irlandés y
cortado (express con un poco de leche). También se ha popularizado la variedad
descafeinado para quienes tienen problemas para conciliar el sueño.
Creo que las cafeterías que
ofrecían el café turco se han vuelto escasas, si no es que han desaparecido.
Seguramente existen otros métodos más modernos para adivinar la buena fortuna. Para concluir, recordemos que en Colombia al
café se le llama tinto, y en España, largo.
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