domingo, 13 de marzo de 2016

¿Gusta usted un café? Reflexiones.

UNA AROMÁTICA BEBIDA: EL CAFÉ

Llegado del Medio Oriente, según nos informa  José Enciso Contreras en su libro Café Acrópolis, ubicado en Zacatecas, y que es una gran aportación para la microhistoria de ese estado, comenzó a beberse en Constantinopla en 1554, durante el reinado de Solimán el Grande. Un siglo después ya se conocía en Italia, Marsella, París, Londres y en el imperio austro-húngaro,  seguramente gracias a los navíos venecianos que efectuaban el comercio entre Europa y el Oriente. Procedía, según escribe el autor, de Arabia y de África, del lugar hoy conocido como Etiopía.

¿Cómo llegó el café a América? Enciso Contreras narra que un soldado francés, Gabriel Mathieu de Clieu, destinado a la Martinica, trajo en su mochila tres granitos de café que sembró;  al café le gustó el suelo americano y empezó a crecer. A mediados del siglo XIX se conocían en occidente cuatro categorías: moka, procedente de Arabia, Cayena, cultivado en las Guayanas, el antillano y el Borbón. Yo agregaría el café turco esencial para la lectura de buena ventura.

Existen  cuatro variedades preferidas por el gusto internacional: arábica, robusta, excelsa y libérica. En nuestro país, según el autor antes citado, el 90% del cultivo pertenece al café de la variedad arábica. Se siembra principalmente en los estados de Veracruz (Córdoba, Xalapa, Coatepec) y en Chiapas. El Lic. Enrique Arrieta nos informa  que, en Durango, se cultiva  en la región de Canelas donde el  ambiente tropical es propio para la planta.

Narra también Enciso Contreras que el café tuvo que librar una dura batalla contra el chocolate, del que gustaba tanto la sociedad colonial (el padre Hidalgo disfrutaba de esta bebida todas las tardes). Sin embargo, con el tiempo fue aceptado y se convirtió en una bebida esencial. Para ello contribuyó que empezaron a abrirse restaurantes o merenderos donde se servía café.

Mencionemos algunos famosos. Por ejemplo, en París recuerdo el Café de la Paix en el cruce del Bulevar de las Capuchinas y la Plaza de la Opéra, lugar imprescindible en una primera visita a París. Quien haya visitado Veracruz recordará sin duda el  Café de la Parroquia. En la Ciudad de México, mencionemos el célebre Café Tacuba, ubicado en la avenida del mismo nombre, que después de un incendio fue reconstruido y que ha sido visitado por personajes famosos de nuestra historia, incluyendo algunos revolucionarios.

No podemos dejar de recordar los famosos cafés de chinos que, según el autor antes citado, eran el sitio preferido de quienes no tenían mucho dinero. En Durango existió el Tupinamba, sobre la calle de 5 de Febrero casi esquina con Pasteur. Yo pasaba por ahí todos los días de regreso a la casa después de mi trabajo en la oficina. Vendían un pan exquisito; me encantaba el niño envuelto, los bísquets, las donas y tantos más. No sé cuándo desapareció y creo que no hay ninguno que lo haya reemplazado.

Recordemos también el Café Puerto Rico, donde se vendía el café en grano pero que no contaba con instalaciones para ofrecerlo a los clientes.  Fue fundado entre 1932 y 1935, según nos informa el señor Antonio Güereca, quien fue el último gerente del expendio. Se localizaba en la esquina de la avenida 20 de Noviembre y la calle de Patoni,  muy cerca del mercado Gómez Palacio donde la gente compraba verduras, frutas, flores y otros artículos y, cruzando la calle, el café para prepararlo en casas. Las  bodegas y los cocedores se ubicaban en la calle Pateros (donde antiguamente vivían los cazadores de patos), hoy conocida como Antonio Norman Fuentes. Prácticamente no tenía rival  en la venta del café en grano, excepto el Café Colón, pero la llegada del café instantáneo a Durango sí representó una dura competencia.   

Entre los cafés más frecuentados por los señores  para charlar o leer los periódicos en las décadas de los años sesenta y setenta en nuestra ciudad, recordemos La Única (localizada sobre la calle Constitución, frente a la Plaza de Armas),  El Esfuerzo, (ubicado en la calle de 5 de Febrero a media cuadra de la calle de Juárez) y la cafetería del Hotel Casablanca, sobre la avenida 20 de Noviembre. La mujer que rompió la regla y se atrevió a sentarse a una mesa rodeada por los aspirantes a poetas fue Olga Arias, que frecuentaba La Única y abrió las puertas de los cafés para las mujeres. Por supuesto, fue criticada por las señoras de sociedad; sin embargo, a ella no le importaba. La cafetería El Esfuerzo estuvo por un corto tiempo sobre la calle de Bruno  Martínez, frente a la puerta lateral del Palacio de Gobierno, hoy transformado en el Museo Pancho Villa.

En la década de los noventa llegó a Durango el restaurant Sanborn’s  que ocupó el espacio antes conocido como la Posada Durán, en la esquina de 20 de Noviembre y la calle Juárez. Ofrece a sus clientes la tienda, la cafetería y la librería que muchos disfrutan hojeando los libros y las revistas. Es también frecuentado por asiduos parroquianos que deben llevar sus propios libros o periódicos.

Hoy el café se consume de distintas maneras: express, americano, café de olla (endulzado con piloncillo y muy popular en Durango en invierno), capuchino, con o sin sabor, irlandés y cortado (express con un poco de leche). También se ha popularizado la variedad descafeinado para quienes tienen problemas para conciliar el sueño.  

Creo que las cafeterías que ofrecían el café turco se han vuelto escasas, si no es que han desaparecido. Seguramente existen otros métodos más modernos para adivinar la buena fortuna.  Para concluir, recordemos que en Colombia al café se le llama tinto, y en España, largo.


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