sábado, 7 de noviembre de 2015

Galería de arte en el Hotel Casablanca

EL MUSEO ÁNGEL ZÁRRAGA VISITA AL HOTEL CASABLANCA

El Hotel Casablanca fue inaugurado a finales de la década de los años cuarenta del siglo pasado y ha gozado desde entonces de un gran prestigio y de la aceptación incondicional de la sociedad durangueña que disfruta con frecuencia de su restaurante. Hace algunos años, el ambiente era amenizado por el pianista Renato Romo y por los cantantes Armando Blancarte y Antonio Haro que hacían  la delicia de los comensales. En la actualidad, quien se ocupa de deleitar a los asistentes es el pianista Pedro Rocha. En 2013, para beneficio de la cultura, dio un giro a sus actividades: se transformó  en galería de pintura y en recinto cultural. Fue así como se llevó a cabo el proyecto de decorar los muros del restaurante con obras   pertenecientes al desaparecido Museo Ángel Zárraga.  El proyecto fue bautizado con el título que encabeza este texto.

La primera exposición se abrió al público el 16 de mayo de 2013 con una exposición colectiva que incluyó  artistas de la talla de Luis Nishizawa y Vicente Rojo. La segunda, inaugurada el 8 de octubre de 2013,  fue una colectiva “de los más destacados exponentes de la plástica local”, en palabras de la pintora Elizabeth Linden Bracho. La tercera, inaugurada el 20 de mayo de 2014, fue una exposición individual del distinguido pintor y muralista durangueño, Guillermo Bravo Morán, quien en lugar de haber continuado su carrera en la Ciudad de México, prefirió arraigarse en su tierra natal.

En cuarto lugar, el 17 de septiembre de 2014, se ofreció a la sociedad una muestra plural titulada “Óleos y gráfica digital”, conformada por obras  de los artistas José Luis Calzada y  Ricardo Guevara.  Con el título “Nosotros”, el 16 de diciembre de 2014 los muros se vistieron con los cuadros de los  maestros  Elizabeth Linden y Armando Blancarte. La última fue “Espejo de la memoria” dedicada a la obra del maestro Candelario Vázquez Moreno.

En cuanto a las actividades del  género literario, los maestros Rubén Castrellón y Patricia Rodríguez, así como quien esto escribe dieron lectura a varios textos del libro Historias de vida. 21 mujeres de Durango. Tras el fallecimiento del gran poeta y novelista José Emilio Pacheco,  ocurrida el 26 de enero de 2014, María Rosa Fiscal ofreció una charla sobre su obra. Por último, con una nutrida concurrencia se llevó a cabo la presentación de dos números de la revista Cantaletras, dirigida por Petronilo Amaya.

Ahora, el Hotel Casablanca ha decidido que en sus muros se ofrezca a los visitantes una selección de la obra plástica de su propiedad con la presencia de tres notables artistas de Durango: Irene Arias, Guillermo Bravo y José Luis Calzada.

Irene Arias nació en Mazatlán, Sinaloa. Su padre, que era militar, fue trasladado a Durango y fue así cómo ella llegó, en la adolescencia, a vivir en esta ciudad. Poco después la familia se trasladó nuevamente a Mazatlán y, de ahí, a la Ciudad de México. Venciendo la resistencia de su familia, Irene se matriculó en la escuela de pintura La Esmeralda. Al mismo tiempo, fue una ejecutiva importante para la empresa American Express, lo que le permitió viajar por el mundo, sin dejar de pintar. Regresó a Durango en 1992 con el propósito de estar al lado de hermana, la poeta Olga Arias. Prefiere la pintura abstracta y sobresalen, en mi opinión, los tonos ocres con pinceladas  lila, rosa y azul, que son generalmente los colores que engalanan el cielo de esta ciudad al atardecer. En el Hotel se puede apreciar un  mural muy adecuado para un comedor que recuerda a los  bodegones que decoraban los comedores de las mansiones.
   
Muralista y pintor de caballete, Guillermo Bravo nació y estudió en Durango. Posteriormente, viajó a la capital del país donde se incorporó al taller del reconocido muralista David Alfaro Siqueiros. Trabajó bajo su dirección en el Polyforum Cultural Siqueiros, pero también en el mural que se pintó en el Casino de la Selva, en la Ciudad de Cuernavaca, Morelos. En Durango son de destacar, desde mi punto de vista, dos murales: uno decora el cubo de la escalera del segundo patio del Palacio de Gobierno, hoy convertido en el Museo Pancho Villa, y dedicado a la revolución. El segundo puede apreciarse en el cubo de la escalera del Hotel San Jorge, en la calle Constitución,  y recuerda el Durango colonial. Su obra de caballete es notable y, para mi gusto, sobresale su  dominio del color azul.

Más joven que los anteriores, José Luis Calzada es grabador y pintor; de hecho, dirigió tres talleres de grabado en el antiguo Museo. Según uno de sus críticos, en su obra se aprecia “un arcoíris de majestuoso colorido” donde destaca el resplandor del paisaje durangueño. Radica en la Ciudad de México pero visita su  ciudad natal con suma frecuencia. Su colección de grabados elaborados después de una estancia en Cuba me pareció hermosa.


Con esta nueva actividad, el Hotel Casablanca me hizo recordar el restaurante Carmel, en la calle de Génova, en la Zona Rosa de la Ciudad de México, propiedad de Jacobo Glantz, quien en los años sesenta ofreció los muros de su establecimiento para dar a conocer las primeras obras de José Luis Cuevas, Pedro Friedeberg y otros pintores que daban sus primeros pasos en el camino del arte.   

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