EPISTOLARIO SEMO 13
Cape Girardeau, 21 de octubre de 1957
Qué bueno que al fin te decidiste
a escribirme aunque no me mandaras dinero porque, gracias a Dios, estoy muy
bien y no lo necesito, así que por mí no se preocupen.
Ojalá que mi mamá ya tenga quien
la ayude porque la pobre ha de estar cansadísima y necesita reposar un poco
para que no vaya a recaer en su enfermedad.
A Fausto le puse una tarjeta y no
le había vuelto a escribir, pero lo voy a hacer. A Tere Sosa pensé escribirle
para su santo, pero se me pasaron los días y no lo hice. Ahora le voy a
escribir nada más para saludarla.
En cuestión de amistades tengo
cantidad, gracias a Dios que le he caído muy bien a todas las señoras que he
conocido y me llevan a pasear y me traen regalos. El miércoles pasado fui a dar
un speech y yo creía que había estado terrible y no fue así; parece que les caí
muy bien a todas y que les gustó mucho. El lunes próximo tengo que bailar en un
banquete. Va a haber como 300 personas y nomás de pensarlo ya me están temblando
las piernas, por lo que me voy a tomar unos tres ecuaniles para calmar mis
nervios o me va a ir del coco.
Ya en la carta de Carlos les
platico de Mrs. Pott, así que ahora les escribiré del señor y la señora
Bollack. Son unos señores muy ricos y muy amables; no tienen hijos y están
encantados con Sonia y conmigo, nos invitan a pasear y ayer fuimos a ver el
nuevo hospital. Es algo de maravilla, como quien dice se antoja estar enfermo
en un sanatorio de ese estilo y no es tan caro pues los cuartos de lujo cuestan
$20.00 dólares. Todo es a prueba de ruido y los cuartos están decorados
preciosos; las cortinas, puertas y marcos de ventanas son a prueba de
incendios. Las salas de operaciones están equipadas con los adelantos más
modernos y tienen cámara para tomar película de cada operación difícil que es
conveniente estudiar.
Lo que
más me llamó la atención es un cuarto cuyas paredes tienen 16 toneladas de
plomo y la puerta pesa 250 kilos. Es un cuarto usado para alta terapia y la
máquina es controlada desde afuera; ni el doctor ni la enfermera entran aquí,
sólo el paciente y le aplican una alta dosis de radiaciones, así que el plomo
es para impedir que las radiaciones dañen a los que trabajan aquí todo el
tiempo. Es muy interesante visitar un hospital así y que le expliquen a uno
para qué sirve cada cosa.
Cada cuarto tiene un equipo de
oxígeno y de sangre para emergencia y una especie de radar en el cuarto de las
enfermeras les permite controlar todos los cuartos y cerciorarse de que cada
enfermo está bien. Las mesitas para comer son lindas, sirven de escritorio, de
atril para libros y de toilette . Estos gringos tratan de simplificar todo.
Luego, de allí fuimos a ver los
ranchos del señor Bollack porque tiene una empacadora y, luego, a cenar a
Jackson. Cuando volvimos miramos la televisión. La señora Bolladk tiene un
sillón que haría las delicias de mi mamá, se recuesta uno de la manera más
cómoda. Quince minutos en este sillón valen por una hora de sueño porque es la
posición perfecta para el cuerpo y la sangre circula muy bien.
Reciban todo el cariño de María Rosa
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