33.- EPISTOLARIO SEMO
Cape Girardeau, Mo., 4 de marzo de 1958
Mi querida mamá:
Fíjate que el sábado pasado fui a
un baile en Memorial Hall, y me divertí mucho. Era estilo antiguo pues bailamos
cuadrillas, polkas, cotillones y todos los bailes que solían bailar los
primeros habitantes de los Estados Unidos. Al principio, yo me equivocaba
cantidad y empezaba con la izquierda cuando debía ser con la derecha o
viceversa, pero al fin le entendí y no lo hice tan peor, sobre todo, me divertí
muchísimo.
La variedad éramos Lani Tallant,
de Hawaii, que bailó dos hulas y yo que bailé Guadalajara y La Bamba. Fíjate
que ya hacía cantidad de tiempo que no practicaba, así que el viernes y el
sábado en la tarde me puse a ensayar como desesperada y al llegar la noche estaba
tan cansada que apenas si podía mover los pies; afortunadamente, nadie conocía
los bailes así que no supieron si estuvieron bien o mal bailados. Parece que
les gustaron cantidad, nada más me dijeron que hubiera estado mejor si hubiera
sonreído. De por sí, yo no sonrío nunca y luego con un reflector gigante que me
tenían enfocado y toda deslumbrada ni me acordé de sonreír, lo que quería era
saber dónde estaba pues perdí la noción del lugar.
Hoy vino el señor del Instituto a
entrevistarme y se portó muy amable. No era muy viejo y me preguntó que qué tal
me había ido en los U.S.A., en el colegio, clases, etc. Luego, me preguntó si
había algo que él pudiera hacer por mí y yo, ni corta ni perezosa, le platiqué
lo del seguro y le dije que no me explicaba por qué no me habían devuelto mi
dinero completo. Él me aseguró que iba a investigar qué había sucedido y luego
me escribiría dándome los detalles. Ojalá que si él interviene me devuelvan mis
otros $5.00.
Todavía no acabo mis exámenes,
pero ya los más difíciles ya salieron. Todos estuvieron medio complicado, pero
contesté lo mejor que pude, así que espero no sacar mala calificación.
Estoy asombrada porque si vieras
qué buena comida nos han dado esta semana; además, ayer en la noche, a las
10:30 p.m., nos llamaron a la cocina y nos dieron un sándwich de jamón y una
coca. Todas estábamos patidifusas de la impresión, verdaderamente nos conmueve
tanta amabilidad. Yo creo que la señora notó las caras hambrientas y hoscas de
todas nosotras la semana pasada y se le conmovió el corazón, o quizás las
quejas surtieron efecto. El domingo en la tarde trajo a mi cuarto dos
charolonas de pizza y un cajetón de ensalada porque había invitado a su hijo a
cenar y le había sobrado todo eso. Inmediatamente llamé a todas las muchachas
que estaban en el dormitorio y en un abrir y cerrar de ojos acabamos con todo.
Es ridículo pensar que para 3 gentes prepara ese cajetón de ensalada y una
cantidad exorbitante de pizza y en cambio, a nosotras a veces nos da tan
limitado que se necesitan milagros para que alcance. La semana pasada nos
dieron unos biscuits tan grandes que si trataban de untar mermelada en ellos
probablemente la untabas en los dedos; también tuvimos unos hot cakes tan
gruesos, gruesos que se podía ver a través de ellos. En fin, hay que pedirle a
Dios que todo siga como esta semana.
Josefina Elena me escribió y me
platica que la sociedad de exalumnas va a publicar una revista mensual y me
invita a colaborar escribiendo artículos. Todavía no escribo el primero, pero
esta semana lo haré.
Mañana me voy a Kirkwood con Mickey y regreso el domingo en
la tarde.
Saludos a todos y
recibe un abrazo de tu hija que ya no sabe español, pero que no te olvida.
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