SOR JUANA INÉS DE LA
CRUZ
En realidad, la serie a la que
voy a referirme en este texto se llamó simplemente Juana Inés, lo que claramente indicaba que se trataría de la mujer
y no de la monja aunque sí, de alguna manera, de la poeta y de su manera de vivir
dentro del convento, libre hasta donde le era posible y escribiendo todo el
tiempo. Fueron siete capítulos que se transmitieron por el Canal Once, del
Politécnico Nacional, y, al final una mesa de reflexión que se transmitió el 14
de mayo una vez concluida la serie.
Quienes conformaron el elenco
fueron Arantza Ruiz, en el papel de Juana Inés a los dieciséis años cuando
llega a vivir en la capital de la Nueva España y quien se enfrenta al grupo de
examinadores con sumo control y conocimiento tanto del latín como de los
autores griegos y romanos. La conocida
actriz Arcelia Ramírez dio vida a la Sor Juana adulta que debió enfrentar las
críticas y el rechazo de su confesor y de otros sacerdotes envidiosos de sus
conocimientos y osadía.
La serie fue producida por Patricia Arriaga,
quien contó con la asesoría de Emilio Maillé
y Julián de Tavira. La excelente actriz Margarita Sanz destacó en el papel
de la superiora del convento de San Jerónimo y Lisa Owen en el de Leonor de
Carreto, marquesa de Mancera, mecenas y protectora de Juana Inés. La otra
marquesa, importantísima en la vida de la monja, fue María Luisa Manrique,
condesa de Paredes, quien se ocupó de que su obra fuera publicada en España.
Aparecen también dos sacerdotes definitivos para el destino de la monja: su
confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y el arzobispo Francisco Aguiar y
Seijas, enemigo de las mujeres, quien decía que no quería pisar el suelo por
donde hubiera caminado una mujer porque el aroma de una fémina le repugnaba. Me
fue imposible encontrar el nombre de los actores que encarnaron a estos
siniestros personajes.
Juana Inés de Asbaje (1651-1695)
había nacido en San Miguel de Nepantla y era
hija natural de Isabel Ramírez de Santillana, hecho que ella oculta a su
ingreso a la corte. En cuanto se conoce esta situación, enfrenta el repudio de todos y sabe que no
puede casarse con un noble por este hecho y por su carencia de dote. Toma entonces la decisión de entrar al
convento. Primero, lo hace en el de las carmelitas descalzas cuyo régimen es
tan severo que pronto la decepciona. Luego, es aceptada entonces en el de las monjas
jerónimas donde permanecerá hasta el fin de sus días.
El declive de Juana Inés empieza
cuando su confesor, animado por el arzobispo y por el obispo Fernández de Santa
Cruz, le tiende una trampa: la anima a escribir el documento conocido como la Carta Atenagórica donde Juana Inés
manifiesta su inconformidad con el sermón predicado por el jesuita Vieyra
treinta años atrás sobre lo que llaman Las finezas de Cristo. De ahí que el título de Las trampas de la fe, sea perfecto para el libro de Octavio Paz.
Mediante una carta firmada como
Sor Filotea de la Cruz, los sacerdotes le reclaman su atrevimiento. En
respuesta, ella escribe su famosa Respuesta
a sor Filotea de la Cruz donde narra su vida y se defiende de las
acusaciones. Sin embargo, ante el temor de ser llevada ante el Santo Oficio,
acepta cumplir con las exigencias de sus acusadores: vender su biblioteca, sus
instrumentos musicales y sus aparatos para astronomía y vivir como sus hermanas
monjas dedicadas a la oración y al silencio. Así lo hace hasta su fallecimiento
en 1695, un año difícil para la Nueva España por las inundaciones, la epidemia
de tifo y el descontento de la población.
Ahora, ¿qué es lo que novedoso
que aporta la serie dirigida por Patricia Arriaga? En primer lugar, hay dos
escenas en que Juana Inés besa ligeramente los labios de María Luisa Manrique,
condesa de Paredes, en su celda cuando, además, hace un movimiento para quitarse la toca. De
aquí se infiere que sí había entre las dos algo más que una amistad. El primero
en hablar del lesbianismo en Juana Inés fue el estudioso alemán Ludwig Pfandl. Octavio Paz lo sugiere también,
aunque no se atreve a afirmarlo. Sostienen que no es posible escribir un poema
como el siguiente si no se está enamorada: “Así cuando yo mía/ te llamo no
pretendo/que juzguen que eres mía,/sino sólo que yo ser tuya quiero”.
Otro hecho que me parece
peligroso es que siempre se ha dicho que Sor Juana se contagió de tifo cuidando
a sus hermanas enfermas; sin embargo, en la serie la vemos acercándose para
aspirar la respiración de una moribunda, lo que sugiere la idea de un suicidio.
Como
al inicio de la serie se afirma que está basada en hechos reales me parece peligrosa esta afirmación porque da una
idea equivocada de la monja mexicana que empaña su figura. Hubiera sido mejor
decir que la serie era una “versión libre”.
En la mesa de reflexión, Patricia
Arriaga defendió su punto de vista en tanto que otros opinaron lo que he
escrito porque el gran público, en general, sólo conoce de Sor Juana la imagen
que aparece en los billetes de doscientos pesos o el comienzo de las famosas
Redondillas: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón/sin ver que sois
la ocasión de lo mismo que culpáis”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario