sábado, 18 de junio de 2016

Miniserie del Canal Once sobre Sor Juana Inés de la Cruz

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ

En realidad, la serie a la que voy a referirme en este texto se llamó simplemente Juana Inés, lo que claramente indicaba que se trataría de la mujer y no de la monja aunque sí, de alguna manera, de la poeta y de su manera de vivir dentro del convento, libre hasta donde le era posible y escribiendo todo el tiempo. Fueron siete capítulos que se transmitieron por el Canal Once, del Politécnico Nacional, y, al final una mesa de reflexión que se transmitió el 14 de mayo una vez concluida la serie.

Quienes conformaron el elenco fueron Arantza Ruiz, en el papel de Juana Inés a los dieciséis años cuando llega a vivir en la capital de la Nueva España y quien se enfrenta al grupo de examinadores con sumo control y conocimiento tanto del latín como de los autores griegos y romanos.  La conocida actriz Arcelia Ramírez dio vida a la Sor Juana adulta que debió enfrentar las críticas y el rechazo de su confesor y de otros sacerdotes envidiosos de sus conocimientos y osadía.  

 La serie fue producida por Patricia Arriaga, quien contó con la asesoría de Emilio Maillé  y Julián de Tavira. La excelente actriz Margarita Sanz destacó en el papel de la superiora del convento de San Jerónimo y Lisa Owen en el de Leonor de Carreto, marquesa de Mancera, mecenas y protectora de Juana Inés. La otra marquesa, importantísima en la vida de la monja, fue María Luisa Manrique, condesa de Paredes, quien se ocupó de que su obra fuera publicada en España. Aparecen también dos sacerdotes definitivos para el destino de la monja: su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, y el arzobispo Francisco Aguiar y Seijas, enemigo de las mujeres, quien decía que no quería pisar el suelo por donde hubiera caminado una mujer porque el aroma de una fémina le repugnaba. Me fue imposible encontrar el nombre de los actores que encarnaron a estos siniestros personajes. 

Juana Inés de Asbaje (1651-1695) había nacido en San Miguel de Nepantla y era  hija natural de Isabel Ramírez de Santillana, hecho que ella oculta a su ingreso a la corte. En cuanto se conoce esta situación,  enfrenta el repudio de todos y sabe que no puede casarse con un noble por este hecho y por su carencia de dote.  Toma entonces la decisión de entrar al convento. Primero, lo hace en el de las carmelitas descalzas cuyo régimen es tan severo que pronto la decepciona. Luego, es aceptada entonces en el de las monjas jerónimas donde permanecerá hasta el fin de sus días.

El declive de Juana Inés empieza cuando su confesor, animado por el arzobispo y por el obispo Fernández de Santa Cruz, le tiende una trampa: la anima a escribir el documento conocido como la Carta Atenagórica donde Juana Inés manifiesta su inconformidad con el sermón predicado por el jesuita Vieyra treinta años atrás sobre lo que llaman Las finezas de Cristo.  De ahí que el título de Las trampas de la fe, sea perfecto para el libro de Octavio Paz.

Mediante una carta firmada como Sor Filotea de la Cruz, los sacerdotes le reclaman su atrevimiento. En respuesta, ella escribe su famosa Respuesta a sor Filotea de la Cruz donde narra su vida y se defiende de las acusaciones. Sin embargo, ante el temor de ser llevada ante el Santo Oficio, acepta cumplir con las exigencias de sus acusadores: vender su biblioteca, sus instrumentos musicales y sus aparatos para astronomía y vivir como sus hermanas monjas dedicadas a la oración y al silencio. Así lo hace hasta su fallecimiento en 1695, un año difícil para la Nueva España por las inundaciones, la epidemia de tifo y el descontento de la población.

Ahora, ¿qué es lo que novedoso que aporta la serie dirigida por Patricia Arriaga? En primer lugar, hay dos escenas en que Juana Inés besa ligeramente los labios de María Luisa Manrique, condesa de Paredes, en su celda cuando, además,   hace un movimiento para quitarse la toca. De aquí se infiere que sí había entre las dos algo más que una amistad. El primero en hablar del lesbianismo en Juana Inés fue el estudioso alemán  Ludwig Pfandl. Octavio Paz lo sugiere también, aunque no se atreve a afirmarlo. Sostienen que no es posible escribir un poema como el siguiente si no se está enamorada: “Así cuando yo mía/ te llamo no pretendo/que juzguen que eres mía,/sino sólo que yo ser tuya quiero”.
Otro hecho que me parece peligroso es que siempre se ha dicho que Sor Juana se contagió de tifo cuidando a sus hermanas enfermas; sin embargo, en la serie la vemos acercándose para aspirar la respiración de una moribunda, lo que sugiere la idea de un suicidio.   Como al inicio de la serie se afirma que está basada en hechos reales me parece peligrosa esta afirmación porque da una idea equivocada de la monja mexicana que empaña su figura. Hubiera sido mejor decir que la serie era una “versión libre”.
En la mesa de reflexión, Patricia Arriaga defendió su punto de vista en tanto que otros opinaron lo que he escrito porque el gran público, en general, sólo conoce de Sor Juana la imagen que aparece en los billetes de doscientos pesos o el comienzo de las famosas Redondillas: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón/sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.


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