EL POPOCATÉPETL Y EL
IZTACCÍHUATL, UN ROMANCE DE LEYENDA AL ESTILO DE ROMEO Y JULIETA.
Entre las altas cumbres que hay
en el continente americano ocupa el primer lugar el Aconcagua, en Perú, que
alcanza una altura de 6,962 metros. En México, el más alto es el hermoso Pico
de Orizaba, con 5,610 metros, y se
encuentra en el estado de Veracruz; le cabe también el honor de ser la tercera
montaña más alta en América del Norte. El Popocatépetl alcanza una altura de
5,426 metros; se localiza entre los estados de Morelos, Puebla y México. Viene
luego el Iztaccihuátl, que llega a los 5,238 metros y se localiza entre los
estados de México y Puebla. Ambos son hermosos, cuando no había contaminación
en la Ciudad de México, podían apreciarse cualquier tarde. Hoy sólo se logra
esa maravillosa vista en algunas tardes de invierno cuando el viento despeja el
ambiente.
Dice la leyenda que el guerrero
Popocatepetl estaba enamorado de la bella Iztaccihuatl, pero tuvo que irse a la
guerra. La novia se quedó sola y esperando el retorno de su amado. Como pasó
mucho tiempo y no volvía, Iztaccihuatl murió de amor y se convirtió en la mujer
dormida que es hoy. Poco después regresó Popocatepetl. Devastado por la pena de
haber perdido a la mujer amada, el guerrero murió y se convirtió en la montaña
que hoy está tan cerca de la otra. ¿No
les parece que es un poco como Romeo y Julieta?
Estos bellos volcanes, junto con
otras muchas hermosas y pintorescas imágenes del México popular, se convirtieron
en el tema preferido del pintor Jesús Helguera (Chihuahua, 1910-México, D.F.,
1971) para sus calendarios. Se le considera como el pintor “de la identidad
mexicana”. Sin embargo, cuando su obra podía conseguirse en cualquier lado,
gran parte de la sociedad mexicana pensaba que carecía de valor artístico.
Andando el tiempo, se vio que ese era un concepto equivocado.
Hijo de Álvaro de la Helguera
García, un inmigrante español radicado en México, y de María Espinoza
Escárzaga, por causa de la revolución de 1910, emigró junto con ellos a España
cuando tenía siete años. Allí estudió la primaria en Ciudad Real y,
posteriormente, en Madrid ingresó a la Escuela de Artes y Oficios; tiempo
después se inscribió en la Academia de San Fernando. Regresó a México a fines
de 1938. Trabajó como artista exclusivo de la cigarrera La Moderna, pero
también durante un tiempo para la Editorial Galas que todavía conserva algunas
de sus pinturas.
Además de sus calendarios, muchas
de sus obras fueron utilizadas para decorar charolas metálicas que hoy son muy
cotizadas. Además, por ejemplo, una de sus pinturas, La Patria, fue utilizada
para ilustrar la portada del libro de texto gratuito. Su mirada se dirigió
siempre a lo bonito y diferente de México, pero también a lo religioso. Así,
hay pinturas de mujeres hermosas ataviadas con el traje veracruzano necesario
para bailar La Bamba, pero también de una pareja que se dirige con su bebé a la
iglesia para el bautizo.
En 1980 se organizó una
exposición en el Palacio de Bellas Artes para mostrarle al público mexicano la
formidable obra de Jesús Helguera y, además, para compensarlo de alguna manera
por el desprecio del que fue objeto por la clase alta de México. Posteriormente, se organizaron algunas
exposiciones en el extranjero.
En opinión de Carlos Monsiváis,
Helguera fue el “pintor de cabecera de las multitudes que vivió siempre un
doble reconocimiento lento, la admiración de la mayoría y la referencia irónica
de la minoría”.
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