BARAK OBAMA Y EL
PREMIO NOBEL DE LA PAZ
Cuando el recién electo
presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, recibió el Premio Nobel de la
Paz en 2009 (el mismo año en que tomó posesión de su cargo) por proponer como objetivos importantes de su
gobierno el desarme nuclear, buscar la paz en Medio Oriente y apoyar la lucha contra el cambio climático que en su
país los ciudadanos no consideraban importante, muchas personas en el mundo opinaban
que había muchos otros candidatos con
mayores méritos que Obama. Ahora que está por concluir su mandato, consiguió un
logro importantísimo desde mi punto de vista: reanudar las relaciones
diplomáticas con Cuba que se
interrumpieron el 3 de enero de 1961. Por ello, el 14 de agosto de 2015 la bandera
cubana ondeó en la capital de los Estados Unidos.
En 1964, el escritor Irving
Wallace, en su novela The Man, profetizaba que a pesar de los conflictos
raciales, un día un afroamericano llegaría a ocupar la Casa Blanca. Ese hombre fue
Barak Obama que, junto con su familia, ha habitado en esa mansión durante ya
casi ocho años.
Obama ha tenido una vida
sumamente interesante. Para empezar, nació en Hawaii en 1961, hijo de un
africano, Barak Obama, de la tribu keniana de los Luo que, en 1959, cuando
tenía 23 años, llegó a la Universidad de Hawaii. Fue el primer estudiante
llegado de África. Estudió econometría y
en tres años se graduó como el primero de su clase. En un curso de ruso,
conoció a una chica blanca, Ann Dunham, con la que contrajo matrimonio. De esa pareja
nació Barak Obama, el actual presidente de los Estados Unidos.
Al concluir sus estudios, en
1963, Obama padre decidió regresar a su
país para ayudar a su desarrollo. Su esposa decidió no seguirlo y se quedó en
Hawaii. El niño tenía apenas dos años y no volvería a ver a su padre sino hasta
1967 –y eso por un mes apenas- cuando cumplió seis años, tres años después de
que Martin Luther King fuera galardonado con el Premio de la Paz. Quizá algo
premonitorio.
La madre de Obama contrajo
matrimonio después con un hombre de Indonesia, por lo que la familia vivió en
ese país. El propio Obama narra en su libro Dreams
from my father (1995) que durante esos años él no estaba consciente de la
discriminación racial. En el país asiático el color de su piel no era tan diferente al l de los otros niños.
Cuando llegó a Los Ángeles para proseguir sus estudios, se estrelló contra la
discriminación pero sobrevivió. Después, se estableció en Nueva York, donde fue
aceptado en la prestigiosa Universidad
de Columbia. Al graduarse, en 1983 decidió emigrar a Chicago para convertirse en
un community organizer (una especie de gestor) con el
propósito de ayudar a las comunidades afroamericanas a luchar por sus derechos
civiles y a mejorar sus condiciones de vida. Así empezó su carrera política.
Luego, fue elegido senador y de ahí daría el gran paso hacia la Casa Blanca.
El 7 de febrero de 1962 el
presidente John F. Kennedy decidió el bloqueo a Cuba. Este año, cincuenta y
tres años después de esa decisión, Barak Obama y su grupo decidieron poner fin
a ese bloqueo, aunque el embargo todavía continúa vigente, y el 14 de agosto de
2015 será recordado como la fecha en que la bandera de los Estados Unidos ondeó
en la antigua sede de la embajada de ese país en Cuba. Cuando el muro de Berlín
fue derribado en 1989 se sabía de la intervención del papa Juan Pablo II en las negociaciones que
concluyeron con la demolición del muro. Ahora, se comenta que en reuniones
secretas en Obama y el papa Francisco hablaron sobre la posibilidad de reanudar
las relaciones con Cuba.
Además de sus proyectos
originales, Obama había decidido al comienzo de su mandato modificar en cierta
forma los servicios de salud para los indocumentados. La propuesta no prosperó
porque fue bloqueada por los republicanos. Lo mismo sucedió con la reforma
migratoria que tampoco tuvo éxito. Ahora, el mundo espera para ver cuáles serán
las consecuencias de la reanudación de las relaciones entre Cuba y los Estados
Unidos.
Yo estuve en Cuba en 1982 con un
grupo organizado por el Instituto Cultural Cubano. Fue una experiencia
interesante pero la sensación que me quedó, independientemente del asombro por
el avance de la educación, fue que el tiempo se había detenido en los años
cincuenta. Regresé en 1985, acompañada por una compañera universitaria, ambas
como invitadas oficiales del gobierno cubano para una serie de conversaciones con
profesores cubanos sobre los métodos de enseñanza del español para extranjeros.
Dada nuestra misión, fuimos tratadas a cuerpo de rey. Observé que algunos
edificios estaban restaurados y había más alimentos disponibles, pero quizá
sucedió porque estábamos alojadas en el Hotel Tritón que albergaba a muchos
extranjeros de aspecto ruso o checoeslovaco.
He leído a muchos autores cubanos
tanto a los que se fueron como a los que se quedaron y a los que lucharon por
la independencia de Cuba; por ejemplo, José Martí. . Recientemente, al gran
Leonardo Padura que será galardonado este otoño con el Premio Príncipe de
Asturias por su obra literaria.
Ojalá la reanudación de las
relaciones entre ambos país sea para bien de ambos y que Cuba no sea nunca más
el “burdel” de los Estados Unidos, como decía Fidel Castro, y que los
prisioneros políticos sean liberados.
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