LA CONSTRUCCIÓN DE
UNA AMISTAD
Hace años que, con seguridad
Evodio y yo nos cruzamos algunas veces por las calles de la entonces pequeña
Ciudad de Durango, pues todos convergíamos en la Plaza de Armas. La siguiente
vez que nos vimos fue en 1979, en el
aeropuerto de la Ciudad de México, a punto de abordar el avión para viajar a
Gómez Palacio. Yo viajaba a recibir una mención especial en el concurso de
ensayo José Revueltas (aunque me trataron como si hubiera sido la ganadora) y
Evodio, junto con Yvette Jiménez de
Báez, había sido jurado en ese concurso. Poco después, una hermosa mañana de
primavera, en el jardín del Centro de Enseñanza para Extranjeros, organizamos
una lectura de poesía. Evodio participó junto con otros escritores. Leyó varios
poemas, pero el que más recuerdo, y que
hoy me parece que no ha perdido actualidad, es “Tijuana Moods”. Otro que me
gusta mucho es ”Pequeño biografía”, ambos incluidos en el volumen Todo signo es contrario (1989).
En 1998 cuando me invitaron a
encargarme de la antología sobre los poetas de Durango, busqué el auxilio de
Evodio porque yo sólo conocía a los tres grandes, Zarco, Campobello y Revueltas,
además de Olga Arias. Me orientó y me
indicó quíénes eran importantes en esos días en Durango y dónde podría
investigar. Varias veces, los viernes, nos reunimos en la cafetería de la
Librería Gandhi para comentar cómo iban mis avances. Hoy, como entonces,
gracias Evodio.
Ya viviendo yo en Durango, en el
año 2000, fui invitada a presentar un breve trabajo sobre los escritores de
Durango en el Congreso de Literatura Mexicana organizado por la Universidad de
Texas en el El Paso. Propuse, primero, un texto donde brevemente mencionaba
muchos escritores. Me solicitaron, entonces, que me redujera a tres. El
resultado de esa selección fue el trabajo “Leyva, Mijares y Escalante: tres
exponentes de la literatura durangueña” que posteriormente se publicó en la
revista de la UTEP.
Evodio es hoy uno de los mejores
críticos de literatura en el país. Entre sus últimas publicaciones se cuentan Las sendas perdidas de Octavio Paz (UAM,
2013), y Aproximaciones a Walter
Benjamin (Editorial Mambrin, 2012),
además de una reseña sobre la revista Proa
(1924-1926), que se publicó en la Nueva
Revista de Filología Hispánica, núm. LXI.
Hoy, aprecio y admiro a Evodio
Escalante Betancourt y respeto nuestra amistad, como respeté la amistosa
relación que tuve con su padre. Me congratulo que sea uno de nuestros mejores
escritores y le deseo muchos éxitos. Felicidades, Evodio, porque tus obsesiones
literarias (como lo dices en tu poema “Obsesiones”), se te han trepado y recorren el mundo literario
montadas en tus hombros, por lo que ”ya
sólo les sirves de caminante torre”. Pero ha valido la pena.
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