lunes, 21 de julio de 2014

Historia de la Plaza Fundadores, en Durango, México

PLAZA FUNDADORES EN DURANGO, MÉXICO









La ciudad de Durango festejó el año pasado el 450 aniversario de su fundación, la cual tuvo lugar el 8 de julio de 1563. Este hecho se precipitó, nos informa el historiador y autor de obras dramáticas Enrique Mijares Verdín, en su libro La construcción de la ciudad. Durango a cordel y regla, (2000), porque Francisco de Ibarra decidió “formalizar la posesión del territorio que le había sido concedido”.  Cada año, entonces, en la esquina de las calles 5 de Febrero y Juárez, se lee el bando solemne conmemorando ese hecho.

Para dar mayor solemnidad al aniversario, se construyó a toda velocidad la Plaza Fundadores, sobre la calle 5 de Febrero, entre Constitución y Bruno Martínez, muy próxima a la Plaza de Armas y también a la Plaza IV Centenario construida en 1963 en el sitio que durante muchísimos años ocupó el hermoso y recoleto Jardín Victoria, bautizado así en honor del primer presidente de México Guadalupe Victoria (bautizado como José Miguel Antonio Adaucto Fernández Félix, y nacido en Tamazula, Durango, el 16 de septiembre de 1886).

La Plaza Fundadores se edificó en un predio que tiene una larga historia. Está anexa al ahora llamado templo de San Juan de Los Lagos (y que la gente insiste en llamar san Juanita, quizá porque son las vírgenes las que más brindan protección) y que durante siglos fue conocido como la Parroquia del Sagrario donde se registraban los nacimientos, entre ellos, el mío. Hubo que demoler el edificio que ocupaba ese predio y construir unos poderosos contrafuertes para sostener el muro del templo que, de otra manera, corría el riesgo de venirse abajo.

Según el historiador Javier Guerrero Romero, la historia de este sitio se remonta al siglo XVII porque ahí se construyó un edificio de gran tradición: el Colegio Jesuita que, al cabo de muchos años y de muchos acontecimientos,  se convirtió en el  Edificio Central de la Universidad Juárez.  En el lugar que hoy ocupa la Plaza Fundadores  se construyó, en el mismo siglo XVII,  una casa para los estudiantes del Colegio Jesuita. Allí  también estuvo la celda que ocupó Guadalupe Victoria cuando cayó en desgracia.  En el siglo XVIII y tras la expulsión de los jesuitas del territorio de la Nueva España, este edificio conocido como El Colegito, se convirtió en la residencia de los seminaristas.

En 1830, parte del edificio fue rentada  con el fin de aumentar los ingresos para el sostenimiento del Colegio. Al promulgarse las leyes de Reforma, el edificio, ya entonces conocido como El Palomar, fue  expropiado y vendido a particulares. A fines del siglo XIX fue demolido para construir la Mueblería Villarreal  y las oficinas de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Poco antes de la Revolución de 1910, en la planta baja del edificio estuvo la Mercería Alemana, como lo relata la señora Johann Caroline Wehmeyer Bose en su diario Adiós a Durango, publicado por el Instituto de Investigaciones de la Universidad Juárez del Estado de Durango, que sólo vivió aquí un año. La familia Bose ocupó uno de los departamentos de la planta alta que tenían espaciosas recámaras y techos altísimos porque, en la década de 1950,  en uno de ellos vivió un primo mío, así que tuve la oportunidad de conocerlos personalmente.  De hecho, en una fotografía tomada el  día de mi graduación,  donde aparezco de pie en la esquina de las calles de Constitución y Avenida 20 de Noviembre, a punto de entrar a la Catedral, en el fondo se aprecia  El Palomar, que se incendió después y, en su lugar, se construyó un edificio tipo cajón con oficinas; en la planta baja se estableció la tienda Sears hasta la demolición del año pasado. 


La Plaza Fundadores está provista de fuentes que se activan ocasionalmente.  Hay un breve espacio para conciertos y sobre un muro se ha construido un alto relieve que muestran la fusión de los militares españoles, los misioneros franciscanos (se presume que se trata de Fray Jacinto de San Francisco), los indígenas  mexicas y tlaxcaltecas y los esclavos negros.  En otro extremo se alza una especie de rallador (que pretende ser una estela de luz) y que muchos piensan que estorba al conjunto.    


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