LA CONSTRUCCIÓN DEL
COLECTOR PLUVIAL SUR
Quienes navegamos cada verano en las caudalosas aguas del
Boulevard Domingo Arrieta, la pasamos mal. Los propietarios de embarcaciones
pequeñas (VW, Golf, Nissan, Caribe,
algún calafateado Renault o un chocolate
construido con partes de otros vehículos) sufrimos cuando los orgullosos dueños
de trasatlánticos (Suburban, Ram Charger y todo tipo de pick ups) navegan a
toda velocidad y aumentan el nivel de las aguas creando olas innecesarias. ¡Ni
hablar de los buques-tanque (registro
“SEP-AZTECA-IMSS o CAMIONERA POR LIBERTAD) que arremeten contra los menos altos
y, en ocasiones, propician que las pequeñas naves encallen sin remedio.
Por ello, recibimos con gusto la noticia, hace casi dos años,
de que iniciaría la construcción del Colector Pluvial Sur que aliviaría las
inundaciones y las tribulaciones e los pilotos. En el embarcadero de Soriana
Madero se congregaron autoridades y público en general (¿serían marineros de
corazón?) y una tarde se anunció que, ahora sí, comenzaban las obras.
Primero, se trabajó en la zona del Huizache (también
peligroso río veraniego) y, mañana del otoño de 1997, sin decir agua va, ni
mediar anuncio radiofónico o letrero que informara a los navegantes cuál sería
la situación aquel lunes, se cerró la glorieta Madero y todos, sin excepción,
debieron virar por el río Hacienda Santa Patricia (Fraccionamiento Camino Real)
y arreglárselas como pudieran para dirigirse a su destino final.
El polvo se adueñó del ambiente hasta el jueves 12 de diciembre
cuando la “nieve negra” (porque en unos cuantos minutos la temperatura
descendió 12 grados congelando árboles, jardines y tuberías) cubrió la ciudad,
La máquina excavadora quedó muda e inmóvil durante dos meses al lado de un alto
cerro de tierra y piedras. Un vecino
comentó que el radiador se había estropeado por el congelamiento. Sin embargo,
un día desapareció. Alguien comentó que la habían reparado y que se la habían llevado para trabajar en los
nuevos canales que se estaban construyendo en otros rumbos de la ciudad (por
aquello que de que son áreas más populosas
y estamos en época de elecciones).
Inesperadamente, el ¿trascabo? Reapareció y se puso manos a
la obra con toda celeridad. Esta vez los navegantes se enfrentaron a la noticia
(otro lunes caótico) de que una de las vías del Boulevard Domingo Arrieta se
convertía en canal de doble sentido. Como en otoño, sin previo aviso y sin
respeto ni consideración a la ciudadanía.
Eso sí, la obra beneficiaría a la comunidad; no obstante, un
poco de cortesía y previsión habrían evitado molestias y enojos y la población
la habría aceptado con mejor talante. Por ejemplo, ¿por qué no se pavimentaron
las calles de Tierra Blanca como vías alternas? ¿Por qué, además de recomendar
su utilización, no se colocó un mapa espectacular, con anticipación, informando
cuáles eran y cómo llegar a ellas? Los semáforos, por supuesto, no funcionan
desde hacer meses, a pesar del intenso flujo naviero. Los agentes de navegación
(tránsito) sólo se dejan ver algunos días y en las horas pico: después, todos
quedamos librados a nuestra buena suerte y a la civilidad de los conciudadanos.
Ahora, se trabaja intensamente. Pero ¿se concluirá la obra
antes del día de las elecciones y, lo que es más importante, cumplirá los fines
para los que fue diseñada? En otras palabras, ¿se resolverá el problema de las
inundaciones en días de tormenta?
Para quien lo ignore, conviene recordar que el agua sube de
0.50 a 1.00 m. y que las lagunas o estanques se forman como por arte de magia
(quizá se podrían utilizar como criaderos temporales de peces). Los buques-tanque, cuando llevan el pasaje
hasta la SEP dejan a los pasajeros a buena distancia (para no correr el riesgo
de encallar) y éstos deben nadar o mojarse hasta la rodilla para llegar al
sitio de trabajo.
Desde que tengo uso de razón, la
Acequia Grande se derramaba tres o cuatro veces al año, anegando toda la zona
en ambas márgenes. Después, se entubó y afirmó que ya no habría más
inundaciones. A pesar de ello, año tras año nos congratulamos si logramos
cruzar el área sin quedarnos a media laguna.
¿Cuál será el futuro para los que
vivimos en Tierra Blanca y a ambos lados del multicitado Boulevard?
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(Publicado el 17 de mayo en la revista Transición Siglo XXI)
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