domingo, 1 de octubre de 2017

Una magnífica novela bien llevada a las pantallas chica y grande.

ANA KARENINA

Es, quizá, la más famosa de las tres mujeres de la literatura europea en el siglo XIX que se suicidaron. Las otras dos son Madame Bovary, en la gran novela de Flaubert, y La Regenta, Ana de Ozores, escrita por el español Leopoldo Alas, Clarín,  que no circuló mucho porque en ese tiempo España se había cerrado al resto del mundo. Ana Karenina, en cambio, ha sido llevada al cine y últimamente se han filmado series con su historia, aunque muchas veces se concentran solamente en el pasaje relativo al baile del vals con el príncipe Wronsky y a su suicidio cuando la novela en sí es una de las tres grandes obras de Leon Nikolaievich Tolstoi.

Apodado por sus contemporáneos como el Oso, porque era de gran estatura y muy corpulento y en invierno gustaba de usar un abrigo fabricado con una piel de oso, Tolstoi es quizá el mayor escritor ruso. Sus tres novelas, la ya mencionada Ana Karenina y dos más: su obra cumbre La guerra y la paz donde narra la invasión de Rusia por el ejército francés en la época de Napoleón Bonaparte, que es una novela extraordinaria, y Resurrección, escrita diez años después de Ana Karenina donde deja ver su gran preocupación por la suerte, la pobreza y el duro trabajo  de los siervos de los príncipes rusos poco antes de la revolución iniciada por Lenin. El personaje Levine, en Ana Karenina, es un poco una muestra de ese amor de Tolstoi por la naturaleza rusa y por su afán de ser un patrón generoso y comprensivo.

Ana Karenina empieza cuando ella deja San Petersburgo, donde vivía felizmente casada con el juez Karenina y su hijo de ocho años, y toma el tren para dirigirse a Moscú donde su cuñada ha amenazado con divorciarse de su marido (hermano de Ana) que le ha sido infiel. En ese momento conoce al príncipe Wronsky que se queda prendado de su belleza y que, al final, será la causa de su desgracia.  Asisten a un baile donde bailan un vals que deja a Wronsky boquiabierto por la gracia y la belleza de Ana y que será el inicio de su desgracia. Además, ha sido el pasaje más explotado por las series televisivas.

Una vez solucionado el problema de su hermano y su cuñada, Ana se apresura a tomar el tren para regresar a su hogar con su marido y su hijo, pero Wronksy la persigue y la acosa sin respeto alguno y sin darle tregua. Ana acaba por enamorarse de Wronsky y se deja seducir,  lo que será el inicio de su desventura.

Los amores entre Wronsky y Ana son tumultuosos y difíciles porque el juez Karenina está dispuesto a darle el  divorcio pero conservando a su hijo, lo que a ella no le parece justo. Exceptuando el tiempo que pasan en Italia lejos de la sociedad rusa y de su crítica,  su relación es trágica y llevará a Ana al suicidio. Queda embarazada y tiene una hija, que finalmente conservará Karenina, pero después de un parto difícil, queda muy débil y el doctor le receta gotas de láudano (tintura alcohólica a base de opio preparada por primera vez por Paracelso al que ella se aficionará en demasía)  para ayudarla a sobrevivir.

A su regreso a Rusia, la relación entre la pareja se vuelve más conflictiva. Ana se atreve a retar a la alta sociedad rusa asistiendo a una función de ópera con un atrevido atuendo sólo para sentir el rechazo de aquellos que antes la aceptaban y tiene que abandonar el teatro.

En una ocasión Wronsky sale de la casa para ver a su madre que no soporta a Ana. Desesperada porque no regresa pronto, Ana le envía un mensaje con un sirviente, que Wronsky no alcanza a leer, porque él le ha enviado otro anunciándole que acompañará  a su madre ese día. Es decir, los mensajes se cruzan, pero Ana, siempre preocupada porque presiente que él va a abandonarla, va en su busca. En el trayecto, recuerda que a su llegada a Moscú vio cómo en la estación un hombre cae a las vías del tren y muere destrozado. Entonces, decide que ella hará lo mismo y lo cumple. Cuando pierde la oportunidad de lanzarse al primer vagón, lo logra con el segundo y muere.


Curiosamente, nos informa Fedro Guillén, el autor del estudio que precede al ejemplar de la novela que poseo, León Tolstoi (1828-1910) había salido de su propiedad llamada Yasnaia Poliana, abandonando a su esposa y comprendido por  su hija  Alejandra, que lo acompaña.  Muere el 20 de noviembre de 1910 (fecha significativa para la historia de México porque se es el inicio de la Revolución) porque de pronto se siente enfermo y fallece en Astapovo,  una modesta estación de ferrocarril.   

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