lunes, 4 de septiembre de 2017

Recuerdos de mis días en bicicleta

ANDANZAS EN BICICLETA 

Amigos lectores, entre estas dos fotografías  deben de haber transcurrido alrededor de setenta años. En la primera, estamos mi hermano Carlos y yo, cada uno en su bicicleta. Si se fijan bien, la mía tiene una barra curva como era lo indicado para una niña. Debo haber tenido entre nueve y diez años; mi hermano, tres años menos que yo. Estamos en el hermoso paseo de Las Alamedas y al fondo se ve el inicio de la calle de Analco. Hay una gran paz, no se observa ningún automóvil porque en esos días eran escasos en Durango y tampoco había muchos ladrones ni otra clase de peligros, por eso era seguro que dos niños salieran  pasear en su bicicleta. Me encantaba andar en bicicleta y todavía me gustaría hacerlo si mis rodillas me lo permitieran.

La otra foto fue tomada afuera de mi casa, una tarde en que mi amiga Anhel y su novio decidieron venir en bicicleta a visitarme en lugar de utilizar el automóvil. Al presentarse en la caseta de entrada al fraccionamiento, los vigilantes no sabían qué hacer pues no tenían cara de mensajeros (y éstos ya no usan la bicicleta sino la motocicleta que es mucho más rápida), así que no sabían si dejarlos entrar o no. Tuve que llamar a la caseta y decir que eran ellos las personas que esperaba y que les permitieran el paso. Cuando ya se iban, sentí la tentación de subirme a una bicicleta y ver si todavía podía dar un breve paseo, pero a la mera hora, me dio miedo y pensé que podría empeorar la condición de mis rodillas en lugar de pasear feliz unos minutos.

Recuerdo ahora una aventura que pudo haberme costado la vida o por lo menos tener un serio accidente. Fue en Malden, Missouri, en 1958, poco antes de mi regreso a Durango al concluir mi año como becaria en el Southeast Missouri State College. Íbamos en bicicleta mi amiga Carol Mackey y yo y veníamos bajando una cuesta a una  velocidad provocada por la forma del terreno. Yo no conocía bien esa bicicleta que tenía los frenos en los pedales, a lo que yo no estaba acostumbrada. Al terminar la cuesta había una gran señal de STOP en los cuatro sentidos. Oprimí los pedales lo más que pude, pero no logré frenar. Oí un gran grito de Carol que me indicaba CUIDADO, pero me fue imposible detenerme.  Los cuatro coches que estaban en la carretera sonaron el klaxon de su automóvil y los oí gritarme con gran susto, pero lo único que hice fue encomendarme a Dios y bajar la cuesta a toda velocidad. Afortunadamente, los automóviles habían frenado y esto impidió el accidente. Cuando me alcanzó Carol, nos dimos un abrazo y decidimos caminar hasta la casa en lugar de seguir en la bicicleta.

En la Ciudad de México, durante varios años la chica que era mi secretaria y yo íbamos al bosque de Chapultepec a andar en bicicleta los domingos como a las 8:30 a.m. Ni ella ni yo teníamos una bicicleta, pero había un sitio donde las rentaban a la entrada de Chapultpec y ahí las conseguíamos. A veces la bicicleta estaba tan mala que casi era preferible caminar, pero, mientras duraron,  disfrutamos mucho de nuestros paseos.

Hoy, las bicicletas son muy sofisticadas y tienen todavía una gran aceptación. Aquí en Durango hay grupos que hacen largos recorridos durante los domingos, aunque, como es costumbre, los sigue una camioneta por si alguien ya no puede continuar.  Otros grupos van hasta Mazatlán, aunque el recorrido lo hacen con una o dos escalas.

Por supuesto, también existen las bicicletas fijas para hacer ejercicio, aunque tengo la impresión de que han sido sustituidas en muchos casos por las caminadoras.  Según información del internet, la bicicleta fue inventada en 1817 por el barón alemán Karl Christian Ludwig Draies von Sauerbronn y consistió en un vehículo que tenía dos ruedas y que llamó “máquina andante”. En muchas ciudades europeas es común utilizarlas como medio de transporte con toda seguridad porque todos respetan las reglas de tránsito.

 En la Ciudad de México se han construido ciclopistas para que los ciclistas puedan pedalear con toda seguridad y existen unos puestos donde se puede rentar una bicicleta. El ciclista la utiliza mientras la necesita y, luego,  la deposita en otro puesto, en otra calle, y paga por el tiempo que la utilizó. En Durango no es seguro utilizar la bicicleta excepto en días en que se organizan carreras especiales y se suspende la circulación de automóviles. Sin embargo, muchos trabajadores que no tienen dinero para comprar un automóvil o para pagar la tarifa del autobús urbano, utilizan la bicicleta como medio de transporte para llegar hasta su lugar de trabajo pues es más económico, aunque riesgoso.   



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