domingo, 20 de agosto de 2017

Primer café en Durango con jardín y un servicio distinto.

ALGUNOS CAFÉS POPULARES DE LA CIUDAD DE DURANGO


Aunque ya no es de manera de reciente apertura, el café Cucurumbé renovó hace unos años el estilo de los cafés de la ciudad. Empezaremos por decir que no se estableció en el centro (hoy ya cuenta con uno en la calle Juárez) sino muy cercano al Parque Guadiana, al templo de Los Ángeles y sobre la calle Fanny Anitúa, se volvió sumamente popular de inmediato porque tenía a la entrada un bonito jardín con mesas y sillas para los asistentes (eran los días en que se había dado la ley de que no debía fumarse en el interior de ningún restaurante o café), de ahí la importancia del jardín que brindaba un espacio a los fumadores.

Por otra parte, no sólo ofrecía café, sino capuchinos con o sin sabor que por entonces se volvieron populares en la ciudad, tés de distintos sabores y estilos y pasteles o galletas. Es decir, no se vendían tacos ni tostadas. Además, se ordenaba en el mostrador a la entrada, donde se pagaba el importe, y luego el mesero llevaba lo solicitado a la mesa. Además, los meseros eran todos jóvenes, quizá algunos estudiaban por la mañana y trabajaban para ganarse unos pesos.

Después el Cucurumbé abrió otras sucursales en distintos sitios; en algunos, sólo podía comprarse café para prepararse en casa. Pero los que ofrecían servicio al público crecieron como por arte de magia. No sé cuántos existan en la actualidad, pero son muchos y todos son exitosos. La palabra Cucurumbé, es de origen cubano pues hay una canción titulada Negrito Cucurumbé que es muy popular.

Hay otro café que me agrada y que también tiene un nombre diferente: Wirikuta, que significa, según algunos, la tierra del peyote. Sólo conozco dos en distintas partes de la ciudad y parecen haber sido pensado para los jóvenes porque están llenos de revistas y de libros que pueden leerse ahí y de espacios para hacer la tarea. Los meseros son también jóvenes y, por lo general, apuestos, y ofrecen más o menos lo mismo que el Cucurumbé. Sin embargo, son más modestos y no tienen jardín a la entrada porque están en el centro de la ciudad.

Surgió después otro que se diferencia de los anteriores a que está todo en un jardín. A la entrada pueden admirarse hermosas plantas y un pequeño lago con hermosos peces. Aquí la concurrencia no son especialmente jóvenes, sino señoras que deciden tomar el café o el té en ese lugar y no incomodarse en su casa. Tienen un menú variado y la pastelería es excelente. El problema es que en verano los mosquitos no dejan en paz a los comensales.

En el centro se han abierto otros que ofrecen servicio en el interior como el Italian Coffee o el Punta del cielo, ambos sobre el Corredor Constitución, a un lado de la Catedral. Desde ahí puede disfrutarse de una vista de la Plaza de la Constitución o de algunos  edificios coloniales. Para la gente que vive o está en el centro, ofrecen la comodidad de que se puede llegar fácilmente caminando y que no se necesita un vehículo para transportarse.

Más cerca de donde yo  vivo, al sur de la ciudad donde se han construidos numerosos fraccionamientos que ofrecen exclusividad y seguridad a quienes habitan ahí, se abrió otro llamado Oh lá lá, título de clara influencia francesa. También ofrece cómodos sillones y libros para leer, así como una amplia terraza donde los fumadores pueden hacerlo a sus anchas. Al principio, pensé que lo cerrarían pronto porque casi no había clientela, pero poco a poco quienes vivimos en esta parte de la ciudad nos hemos ido acostumbrando a no tener que ir al centro y a sufrir por no encontrar estacionamiento, así que ahora se ha vuelto muy popular.

La ciudad de Durango se extiende cada vez más hacia el sur y el oriente donde es más fácil construir que al poniente  porque ahí se encuentran los cerros y el comienzo de la Sierra Madre Occidental, aunque también hay colonias ahí y quizá muchos cafés que no he visitado porque prefiero concentrarme en mis rumbos conocidos. Al que sí no dejo de visitar de vez en cuando es al restaurante del  Hotel Casablanca, que abrió sus puertas sólo como restaurante en 1950 y poco a poco  se construyó el hotel. Por supuesto, el ambiente es muy diferente: en las mañanas está lleno de señores que están relacionados con las oficinas gubernamentales o con los bancos, aunque también puede verse a algunas señoras aunque ellas prefieren la tarde para tomar el café porque tienen el espacio casi totalmente para ellas. Quienes sí son los grandes ausentes son los jóvenes.





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