ALGUNOS CAFÉS
POPULARES DE LA CIUDAD DE DURANGO
Por otra parte, no sólo ofrecía café, sino capuchinos con o
sin sabor que por entonces se volvieron populares en la ciudad, tés de
distintos sabores y estilos y pasteles o galletas. Es decir, no se vendían
tacos ni tostadas. Además, se ordenaba en el mostrador a la entrada, donde se
pagaba el importe, y luego el mesero llevaba lo solicitado a la mesa. Además,
los meseros eran todos jóvenes, quizá algunos estudiaban por la mañana y
trabajaban para ganarse unos pesos.
Después el Cucurumbé abrió otras sucursales en distintos
sitios; en algunos, sólo podía comprarse café para prepararse en casa. Pero los
que ofrecían servicio al público crecieron como por arte de magia. No sé
cuántos existan en la actualidad, pero son muchos y todos son exitosos. La
palabra Cucurumbé, es de origen
cubano pues hay una canción titulada Negrito
Cucurumbé que es muy popular.
Hay otro café que me agrada y que también tiene un nombre
diferente: Wirikuta, que significa,
según algunos, la tierra del peyote.
Sólo conozco dos en distintas partes de la ciudad y parecen haber sido pensado
para los jóvenes porque están llenos de revistas y de libros que pueden leerse
ahí y de espacios para hacer la tarea. Los meseros son también jóvenes y, por
lo general, apuestos, y ofrecen más o menos lo mismo que el Cucurumbé. Sin
embargo, son más modestos y no tienen jardín a la entrada porque están en el
centro de la ciudad.
Surgió después otro que se diferencia de los anteriores a
que está todo en un jardín. A la entrada pueden admirarse hermosas plantas y un
pequeño lago con hermosos peces. Aquí la concurrencia no son especialmente
jóvenes, sino señoras que deciden tomar el café o el té en ese lugar y no
incomodarse en su casa. Tienen un menú variado y la pastelería es excelente. El
problema es que en verano los mosquitos no dejan en paz a los comensales.
En el centro se han abierto otros que ofrecen servicio en el
interior como el Italian Coffee o el Punta del cielo, ambos sobre el Corredor
Constitución, a un lado de la Catedral. Desde ahí puede disfrutarse de una
vista de la Plaza de la Constitución o de algunos edificios coloniales. Para la gente que vive
o está en el centro, ofrecen la comodidad de que se puede llegar fácilmente
caminando y que no se necesita un vehículo para transportarse.
Más cerca de donde yo
vivo, al sur de la ciudad donde se han construidos numerosos
fraccionamientos que ofrecen exclusividad y seguridad a quienes habitan ahí, se
abrió otro llamado Oh lá lá, título de clara influencia francesa. También
ofrece cómodos sillones y libros para leer, así como una amplia terraza donde
los fumadores pueden hacerlo a sus anchas. Al principio, pensé que lo cerrarían
pronto porque casi no había clientela, pero poco a poco quienes vivimos en esta
parte de la ciudad nos hemos ido acostumbrando a no tener que ir al centro y a
sufrir por no encontrar estacionamiento, así que ahora se ha vuelto muy
popular.
La ciudad de Durango se extiende cada vez más hacia el sur y
el oriente donde es más fácil construir que al poniente porque ahí se encuentran los cerros y el
comienzo de la Sierra Madre Occidental, aunque también hay colonias ahí y quizá
muchos cafés que no he visitado porque prefiero concentrarme en mis rumbos
conocidos. Al que sí no dejo de visitar de vez en cuando es al restaurante
del Hotel Casablanca, que abrió sus
puertas sólo como restaurante en 1950 y poco a poco se construyó el hotel. Por supuesto, el
ambiente es muy diferente: en las mañanas está lleno de señores que están relacionados
con las oficinas gubernamentales o con los bancos, aunque también puede verse a
algunas señoras aunque ellas prefieren la tarde para tomar el café porque
tienen el espacio casi totalmente para ellas. Quienes sí son los grandes
ausentes son los jóvenes.
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