KITCHEN, UNA NOVELA
PARA REFLEXIONAR
Según la crítica especializada, Haruki Murakami, que ha vendido más de cuatro
millones de su novela Norwegian Wood,
Tokio Blues, y Banana Yoshimoto, con su novela Kitchen, son hoy los más influyentes escritores de Japón. Me enteré de esta novela hace tiempo (fue
publicada por Tusquets, en 1991) pero sólo la pude adquirir en noviembre pasado
en la Librería Rosario Castellanos (antiguo Cine Lido), en la Colonia Condesa,
en el Distrito Federal. Parecía, como ya lo comenté anteriormente, que ambos
libros y sus autores me estaban
esperando.
Al contrario de Norwegian Wood, la obra de Banana
Yoshimoto (cuyo nombre real es Mahoko Yoshimoto, nacida en Tokio en 1964) es una novela breve que está dividida en dos secciones: la que da título a
la obra y “Luna llena”. Hay una tercera parte: Moonlight Shadow, que fue propuesta
para el premio de la Facultad de Arte de la Universidad de Japón.
La historia inicia cuando Mikage
Sakurai, que vivía con su abuela (su única pariente) fallece y ella queda sola
en una casa grande. La protagonista confiesa que al quedarse sola, “donde mejor
podía dormir era junto a la nevera”. Por supuesto, en la cocina. Dice también:
“Cuando llegue el momento, quiero morir en la cocina”. En este espacio, la soledad desaparece y los
recuerdos felices llenan el espíritu.
Días después, ocurre lo que
Mikage considera un milagro: suena el timbre y, al abrir, se encuentra con
Yuichi Tanabe que viene a invitarla a pasar un tiempo en su casa, junto con su
madre Eriko. Ella acepta y así formará parte de la reducida familia Tanabe y
entrará en su vida que transcurre en el décimo piso de un moderno edificio de
departamentos. Cuando Yuichi le ofrece que mire todo el departamento para
formarse su opinión, ella decide que sólo le interesa la cocina de la que se
enamora “sólo con verla”.
Así pues, la novela no va a ser
una colección de recetas japonesas adaptadas para el gusto occidental aunque en
determinado momento Mikage consigue empleo en la cocina de un hotel y, para
ello, debe tomar un curso de cocina francesa. Lo que transcurre en la cocina es la vida diaria de las tres
personas que habitan en el departamento y ahí se conocerán los secretos y
desventuras de Yuichi y su madre Eriko, que es madre y padre a la vez. En otras palabras, al morir la madre de
Yuichi, el padre decide someterse a una operación y convertirse en una bella
mujer llamada Eriko. A Yuichi ni lo sorprende la noticia ni la rechaza. La vida
sigue su curso como si no hubiera ocurrido nada y Mikage se adapta a las
circunstancias sin problema. Además, Eriko decide abrir un bar que funciona hasta altas
horas de la noche. A un lector
occidental conservador quizá le sorprendería el curso que toman los acontecimientos,
pero Banana Yoshimoto los narra como si fuera algo que sucede todos los días.
La segunda parte de la novela,
“Luna llena”, empieza con una afirmación
que nos sorprende: “Eriko murió a finales del otoño”, con lo que la vida de
Yuichi y de Mikage cambiará. Antes de que esto ocurra, hay un pasaje que, de
alguna manera, recuerda las maravillosas
descripciones de la naturaleza escritas por Kawabata:
La brisa del
atardecer entraba por la ventana con tela metálica, y contemplando el cielo que
se extendía azul con los últimos restos del calor, comíamos carne de cerdo
hervida, fideos chinos fritos, ensalada de sandía… Cociné para ella, que se
ponía contentísima con cualquier cosa que preparaba, y para él, que glotoneaba
en silencio.
El arte japonés, sea pintura,
escultura, literatura o la hechura de tapices y telas de maravillosa seda y
espléndidos colores, se ha distinguido siempre por su maestría en la
descripción de los paisajes, y esta novela no es la excepción aunque debo
admitir que las descripciones de Marukami son extraordinarias. Hacia el final
de “Luna llena” que marca el cambio en la vida de Yuichi y Mikage, cuando ella
decide que debe emprender sola su camino hay otra descripción que vale la pena
resaltar. Es una noche de invierno, sumamente fría, pero Mikage decide comprar
un tarro de café caliente, abrigarse lo más posible, bajar los escalones y dar un paseo a la orilla del mar: “La playa,
vista desde el dique era de una oscuridad nebulosamente blanca. Sobre el mar,
negrísimo, brillaban de vez en cuando sus crestas de encaje”.
La autora revela que la tercera
parte del volumen, “Moonlight Shadow”, fue inspirada por la canción del mismo
nombre de Mike Oldfield y escrita mientras trabajaba como camarera en un
restaurante donde el gerente accedió a
relevarla de algunas tareas para dedicarse a la escritura. Como cierre del
libro y de este comentario escojo estas palabras de Banana Yoshimoto: “Conquistar
y crecer: creo que estas dos acciones junto con todas sus esperanzas y
potencialidades, son cualidades del alma del individuo”.
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