DE KAWABATA A MURAKAMI: CAMBIOS EN LA LITERATURA JAPONESA
Amigos lectores, ¿han leído
alguna obra de Haruki Murakami o,
particularmente, Tokio Blues,
subtitulada en español Norwegian Wood?
Bien, yo he leído tres, mejor dicho, dos y una sólo parcialmente. Cuando mis
amigas en el Distrito Federal empezaron a hablar de Murakami, pensé que había
llegado el momento de conocerlo Empecé
con Sputnik, my love, que me aburrió
pronto y la dejé a un lado. Sin embargo, el otoño pasado al entrar a la
librería Rosario Castellanos (sobre quien escribí mi tesis de licenciatura)
había toda una galería de obras de Murakami. Me decidí por dos: After Dark y Tokio Blues. Norwegian Wood. Me
pareció que Castellanos me llevaba de la mano.
After dark es una novela muy breve: empieza a las 11:55 p.m. y
termina a las 6:00 a.m. Es decir, todo sucede en una noche. Murakami nos
presenta un Tokio alucinante, con más luz y movimiento que Nueva York (o al
menos, la ciudad que yo conocí). Los personajes, todos jóvenes, van
coincidiendo en una cafetería que nunca cierra porque parece lo más normal cualquiera
entre a la medianoche, con un libro en
la mano, ordene una bebida y se ponga a leer. Así ocurre con la chica Mari Asai que empieza a conversar con
Takahashi, un trombonista que conoció
fugazmente y que no tiene intención de dejarla sola. Por casualidad, conocerán
un love-ho (hotel de paso) donde todo
se maneja a base de botones por lo que no hay necesidad de ver o hablar con
nadie. La situación se complica por lo que ocurre a una prostituta china
fuertemente golpeada por su cliente y Mari se convierte en detective. Por el
contrario, la bella Eri, hermana de Mari, duerme profundamente en su recámara
mientras alguien la observa desde un televisor encendido. Los padres no aparecen ni tienen ningún rol
importante en la historia.
La novela Tokio Blues Norwegian Wood (melodía compuesta por los Beatles), de
la que se han vendido más de cuatro millones de ejemplares según se informa en
la solapa, tiene casi 400 páginas que hay que leer con atención. La música
juega también un papel importantísimo.
La narración empieza cuando Watanabe, de 37 años, aterriza en Hamburgo y
retrocede en el tiempo hasta su juventud, cuando a los dieciocho años llega al
Instituto para continuar su educación y donde poco después conocerá a Kizuki,
quien le presentará a su novia Naoko, que se convertirá en un personaje
fundamental en la vida de Watanabe. Podemos entonces clasificarla como una Bildungsroman, una historia de
iniciación o adolescencia.
La novela es realmente un blues porque predomina el tono
melancólico que a veces explota con alegría y que alterna con otros ritmos. Al
comentar un amigo, en la radio, que, en
español, Bosque de Noruega, no sonaba
realmente romántico y que ese subtítulo
era incomprensible, otra amiga nos
informó que es el nombre de un gato exportado desde Noruega apenas en la década
de 1970, por lo que es un miembro relativamente reciente del club felino. El
libro que consulté añade unos datos interesantes:
Históricamente
hablando, una leyenda noruega nos habla de skogatt,
un gato habitante de las montañas con capacidad para escalar las escarpadas
rocas, imposibles para otros, En realidad, el bosque de Noruega es un magnífico
escalador, con un aspecto un tanto etéreo, por lo que la leyenda puede estar
basada en hechos reales. Los cuentos populares mencionan asimismo a gatos
enormes servidores de Freya, la diosa noruega del amor y la belleza. (Guía completa de gatos, p. 181).
Entonces sí cobra sentido el
subtítulo. Como todos sabemos, el gato es un animal sensual, que se estira
lánguidamente y deja que lo acariciemos cuando lo desea. De otro modo, se
escabulle. El Bosque de Noruega tiene un pelo largo y sedoso que despierta el
deseo de acariciarlo. Y así es Naoko, la amada de Watanabe, dueña de una
hermosa cabellera negra, que un buen día desaparece sin dejar rastro.
La historia de ese amor y de cómo va madurando
Watanabe es el hilo conductor de la novela. Hay
también personajes secundarios importantísimos que revelan la forma de
ser de los jóvenes japoneses actualmente (según Murakami) y la frecuencia con
que recurren al suicidio sin dudarlo: los padres y la familia carecen de
importancia y apenas si se les menciona. Tampoco hay ninguna preocupación por la
religión.
Murakami ha escrito novelas que
se apartan por completo de los objetivos propuestos por Kawabata (galardonado
con el Nobel en 1968) que defendía las tradiciones del Japón, que se oponía radicalmente a la occidentalización
de su país y que se suicida en 1972. Por el contrario, Murakami se abre al
mundo y a la música occidental y ofrece al lector seguramente una visión real
del Japón actual.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario