martes, 24 de marzo de 2015

Carta desde Cape Girardeau, Mo.

CARTA  DESDE CAPE GIRARDEAU, MISSOURI

Amigos lectores:

Durante el año 1957-58 viví y estudié en el Southeast  Missouri State College, en Cape Girardeau, con una beca que obtuve gracias a un anuncio en el  periódico Excélsior,  de la Ciudad de México. Escribí innumerables cartas (ahora pienso en cómo encontré tiempo para hacerlo)  a muchísimas personas y también recibí otras tantas. Mi madre tuvo la precaución de guardar las que le envié que encontré  metidas en una bolsa. A pesar de mis múltiples cambios de casa y de que perdí tantos libros y objetos, esta sencilla bolsa nunca se extravió. ¿Me estará indicando algo el destino? Hoy comparto con ustedes esta carta escrita a mi llegada a la escuela. Respeto mi forma de escribir de entonces  para no alterar la veracidad de la misma.

Cape Girardeau, Mo., septiembre 9, 1957

Muy queridos papás y hermanos:

No se imaginan el viajecito que he hecho. Tuve chorros de contratiempos, descomposturas de autobús, retrasos de trenes, pérdida de uno de ellos, accidentes en el autobús, líos en la frontera. A Monterrey llegamos a tiempo y todo mundo fue muy amable; de allí me vine en el tren y llegamos a Nuevo Laredo a tiempo. Allí hicimos tres transbordos y ya me daban las doce con los cuatro velices. Al fin, estábamos en Laredo. Entonces empezaron los líos en Inmigración porque me pedían un papel que yo no tenía y preguntas y más preguntas y, por fin, el encargado se dio cuenta de que realmente no lo necesitaba por ser una Exchange student y me dejaron pasar.

De Laredo salimos con ½ hora de retraso y me acompañé de unas señoras mexicanas que vivían en San Antonio y que fueron muy amables. Ahí, como estábamos bastante retrasados nada más tuvimos tiempo para cambiar de tren y salir.  Afortunadamente, documenté mis maletas hasta Cape. A San Luis Missouri llegamos 15 minutos tarde y mi otro tren ya se había ido. El próximo salía a medianoche.

Cuando me vi sola, sin nadie que me ayudara y que hablara español, lo único que se me ocurrió era sentarme a llorar y regresarme, pero no lo hice pues llorar no hubiera servido de nada, así que tomé un taxi y le pedí que me llevara a los autobuses Greyhound.  Entonces, me sentí segura, pero el autobús también se descompuso y estuvimos parados una hora. Para colmo, una señora se rodó las escaleras pues el autobús era de dos pisos y se hirió bastante una pierna que le sangraba muchísimo, así que hubo que llevarla al doctor y servir de testigos de que el chofer no tenía la culpa y, al fin, en Cape.
Miss Cleaver y la comisión que me estaba esperando se asustaron muchísimo cuando yo no aparecí en  el tren de la mañana  y hablaron a San Luis preguntando por mí, pero nadie sabía nada. Finalmente, llegué aunque mi entrada no fue tan sensacional como debía serlo.

El famoso tren “Águila Azteca” es una cochinada, sucio, ruidoso, mal atendido. Pero los americanos, ¡preciosos!, sobre todo el rápido de San Luis. Tenía un coche fumador, uno de descanso, dos comedores primorosos, adornados con flores y todas las mesas con manteles blancos; muy atentos el maitre y los meseros, pagué horrores por casi no comer, pero estaba lindo. Lo más precioso era el carro de cristal, la mitad era de vidrio,  con asientos muy cómodos y era casi como estar afuera, con un clima agradabilísimo. Jamás había visto nada tan grande como la estación de San Luis; tiene cientos de vías y cada minuto sale un tren. Hay alrededor de 30 ó 40 tracks así que no hay que equivocarse. Es gigante, con un restaurante enorme, muy bonita. La vi bien a pesar de mis nervios.

El colegio, precioso, con muchos edificios; está en una colina y se ve lindo y muy  grande. Hoy fue el primer día de escuela y estuvimos muy ocupados. Para mí, todo era extraño y divertido, nadie podía pronunciar mi nombre y era la única de pelo negro entre 900 estudiantes de primer año. El dormitorio está lindo y el comedor igual, tienen costumbres distintas y comemos bastante y todo muy rico.

Por ahora, creo que es todo y me voy a dormir pues nos levantamos a las 6:15 a.m. Esta semana vamos a estar ocupadísimas  con fiestas, juegos de futbol, bailes, tés, etc.

Tengo muchas amigas nuevas muy amables y re-monas. Cuando hablan entre ellas muy aprisa no les entiendo ni una letra pues usan mucho slang,  pero ya he aprendido bastante. Yo creo que cuando llegue voy a ser una pocha pues ya comienzo a pronunciar mi nombre a la manera gringa.

Saludos a todos y platíquenles lo que les cuento. Díganles que ya escribiré. Contesten pronto.


Muchos besos,


María Rosa  

  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario