ÁNGEL ZÁRRAGA, PINTOR DEL CUERPO Y LA RELIGIOSIDAD
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La dádiva |
Hace unos días tuve la
oportunidad de visitar la espléndida exposición de este distinguido pintor
nacido en Durango, y relegado al olvido durante muchos años, que estará abierta al público en el Palacio de
Bellas Artes hasta el fin de julio. Era una luminosa mañana dominical y el
Centro Histórico del Distrito Federal estaba pletórico de visitantes: los
amantes de la bicicleta disfrutaban disponer de la Avenida Juárez para ellos
solos, los asistentes al concierto se apresuraban a subir las escaleras, los
interesados en escuchar la conferencia sobre Efraín Huerta en la Sala Manuel M.
Ponce se dirigían hacia allá y los que teníamos interés en admirar las pinturas
de Zárraga enfilábamos hacia el segundo piso.
Titulada “El sentido de la creación”
e integrada por 85 cuadros ofrece al visitante una muy grata experiencia visual y un alimento
para el espíritu. Los curadores decidieron dividirla en tres secciones: “Diálogos
de la creación”, “El cuerpo: la perfección entre lo humano y lo divino” y “El otro muralismo: más allá de la
perspectiva nacionalista”. Yo agregaría que también es importante señalar los
elementos de la mexicanidad que aparecen en muchos cuadros dado que durante
mucho tiempo y dada su larga residencia en Francia, se consideró que Zárraga se
había ocupado poco de lo mexicano.
Uno de los cuadros en donde mejor
se aprecia el interés del pintor durangueño por el cuerpo es el “Martirio de
San Sebastián”. Zárraga muestra al santo herido por una flecha; a sus pies,
arrodillada, se aprecia a una mujer de largas y finas manos, vestida de negro y
peinada al estilo de los años veinte. Otro maravilloso, en mi opinión, se
titula “Alegoría de septiembre” donde presenta, en un lado, a un viejo recostado (metáfora de la vejez) y, en el otro, a una joven y bella mujer (metáfora de la plenitud de la vida).
Los separan frutas y flores, es decir, los goces de la vida en la juventud.
En 1922, y quizá inspirado por su
primera esposa Jeanette Ivanoff, que practicaba el futbol, pintó el lienzo
titulado “Las futbolistas”. Pero no fue el único. Hay otros dedicados a las
mujeres futbolistas en distintas jugadas y posiciones, así como varios cuadros
dedicados a los jugadores de rugby. Habría que mencionar también el cuadro que
presenta al actor de cine mudo Ramón Novarro, con el torso desnudo, sosteniendo
un balón. Tanto los hombres como las mujeres se ven fuertes y aguerridos; en
otras palabras, es otra manera diferente de mostrar el cuerpo.
Dentro de la fase realista por la
que atravesó Zárraga durante su estancia en España destaca, en mi opinión, el
cuadro titulado “La dádiva”. De nuevo aparecen en un lado de la pintura dos
viejos canosos y encorvados, uno de ellos con la mano extendida. En el otro,
dos jóvenes mujeres cargadas de uvas, que también están regadas por el suelo,
junto con unos melones. Una de ellas semioculta
su desnudez por un chal español sostiene en la mano un racimo de uvas
pero que no tocan la mano del mendigo.
Una pieza emblemática es “La
adoración de los reyes” pintada en 1911.
Presentada en forma de círculo, muestra a los reyes ataviados con
suntuosas telas, como también son suntuosos los obsequios que entregan a Jesús.
Ocupaba para sí sola un pequeño espacio que, al mismo tiempo que la mostraba en
toda su belleza, cerraba la exposición.
Cuadros de Zárraga habían
aparecido en anteriores exposiciones. Quizá en 1989, dentro de la muestra
titulada “Ángeles y arcángeles”, en el Palacio de Iturbide, se presentaron tres
cuadros: dos eran representaciones de San Miguel, uno, al estilo cubista y el
otro cubierto con armadura medieval. El tercero era un dibujo de grandes
dimensiones de San Gabriel donde sobresalía el tratamiento que el pintor daba a
manos y pies. En 1995, en el Museo
Nacional de Arte (en la calle de Tacuba), en la muestra titulada “Joaquín
Clausell y los ecos del impresionismo en México”, se incluyeron cinco cuadros
de Zárrraga.
En la ciudad de Durango, cuando
se inauguró el Museo que llevaba el nombre del pintor (y que ya no existe más)
localizado en una casona en la esquina de las calles Negrete y Pasteur, se
brindó a los visitantes la posibilidad de conocer la obra de Zárraga en su
lugar de nacimiento. Durante el tiempo que estuvo abierta la muestra, fue
custodiada por elementos del ejército para evitar cualquier desaguisado.
Ángel Zárraga nació el 16 de agosto de 1886 en el Barrio de Analco,
que todavía hoy conserva la armonía arquitectónica que otrora caracterizaba a
la ciudad. Al establecerse sus padres en la capital del país, el futuro pintor
estudió en la Escuela Preparatoria y comenzó sus cursos de arte en la Academia
de San Carlos. En 1909 junto con José Vasconcelos, Alfonso Reyes , Pedro
Enríquez Ureña, Antonio Caso y muchos más fundó el Ateneo de la Juventud.
En 1904 Zárraga viajó a Europa
para continuar su formación. Estuvo primero en Bruselas. Luego, en España e
Italia. Trató de regresar a México, pero un desacuerdo con Diego Rivera
relacionado con el muralismo, lo decidió a permanecer en Francia donde decoró
iglesias, hospitales, y también los muros de la Embajada de México en París.
Regresó a México en 1941 cuando Francia fue invadida por los alemanes.
En nuestro país pintó los murales
que adornan la Catedral de Monterrey, También pintó la serie titulada “La
riqueza”, “El placer”, “La abundancia” y “La miseria”, que puede ser vista como
un solo mural dividido en cuatro temas relacionados entre sí, para el Club de
Banqueros, entonces ubicado en los pisos superiores del edificio Guardiola (en
la esquina de Madero y el Eje Central). Trabajaba en un mural relacionado con
el deporte en la antigua Biblioteca México, en el edificio conocido como La
Ciudadela, cuando debió suspender su trabajo debido a la enfermedad. Falleció
en México el 22 de septiembre de 1946.
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