lunes, 15 de julio de 2013

LA MISTERIOSA FALTRIQUERA 


Se trata, nos informa el diccionario, en el caso de las mujeres, de “un bolsillo que se ata a la cintura y que se lleva colgando debajo del vestido” (yo más bien pienso que debe de  haber sido debajo de un saco o disimulado por un chal). En el caso de los hombres, “es un bolso del pantalón” (seguramente disimulado). Otra acepción  nos indica que era “un cubillo o palco de los teatros antiguos”. En la actualidad, es una palabra obsoleta y sólo se tropieza uno con ella en textos ambientados a finales del siglo diecinueve o principios del veinte.

Deriva de la palabra mozárabe hatrikáyra (lugar para bagatelas). Como sabemos,  en la evolución de la lengua española, en muchos casos, la h h derivó en f  y, luego, volvió a la h. Veamos algunos ejemplos: fabulare, fablar, hablar; fervente, hirviente; fermoso, hermoso; fundo, fondo u hondo.  Se conserva en un poema lírico anónimo que reza: “Quién te pudiera traer/pueblo de los verdiales/metido en la faltriquera/como un pliego de papel”. Es decir, en un lugar íntimo, muy cerca del corazón.

Quizá las damas elegantes que consideraban la faltriquera como elemento indispensable de su atuendo llevaban en su interior  un perfumado pañuelo, una carta de amor, unos dulces exquisitos. Acaso los señores la usaban para el rapé o puros de finísima calidad, unos dulces de regaliz para evitar el mal aliento o también un pañuelo.

¿Por qué los dulces de almendra se llaman “huevitos de faltriquera”? Sólo puedo ofrecerles, amigos lectores, algunas suposiciones. Por ejemplo, delicados dulces  propios de las grandes ocasiones, por ejemplo, la Navidad o tal vez en la celebración de la fiesta de Corpus Christi. Por su delicioso sabor se guardaban en una bolsita especial, la faltriquera. Como ésta iba oculta, no era necesario compartirlos con nadie y quedaban reservados sólo para el propio paladar.La  misteriosa faltriquera






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