lunes, 8 de mayo de 2017

Batalla del 5 de mayo y triunfo de las fuerzas mexicanas

LA BATALLA DEL 5 DE MAYO



El 5 de mayo de 1862 tuvo lugar el sangriento enfrentamiento entre las tropas mexicanas, con escaso armamento y sin uniforme, principalmente los numerosos indígenas zacapoaxtlas del estado de Puebla, contra el poderoso ejército francés que tenía espléndido armamento. El militar que comandaba  las fuerzas mexicanas era el general Ignacio Zaragoza que nació en 1829 en  Bahía del Espíritu Santo, en Texas que en ese tiempo todavía formaba parte del territorio nacional y fallecido en Puebla el 8  de septiembre de 1862 a escasos días de haber obtenido la victoria a  consecuencia de una tifoidea que contrajo mientras visitaba a los soldados enfermos después de la batalla. Al amanecer del 5 de mayo, el general Zaragoza pasó revista a las tropas y les dirigió la siguiente arenga: “Nuestros enemigos son los primeros del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria”.

Esta fecha siempre ha sido importante para nosotros, los mexicanos, porque a pesar de la debilidad de nuestro ejército se obtuvo una victoria. Es importante, además, porque demostró el espíritu del ejército que a pesar de las desventajas numéricas y de armamento logró coronarse con la victoria. Así fue a lo largo de la invasión francesa porque los mexicanos nunca se rindieron, incluso hubo algunos soldados franceses que le escribieron a su familia mencionando que esa guerra nunca se ganaría. Hay algunos textos que prueban lo anterior en el libro Yo, el francés, La intervención en primera persona (2000), de Jean Meyer, un historiador francés emigrado a México que actualmente es ciudadano mexicano.

Como la historia lo registra, el ejército francés avanzó por lo que  el presidente Benito Juárez tuvo que abandonar la Ciudad de México y recorrer todo el norte del país en una diligencia para salvarse de los franceses. Para entonces, ya reinaban en la Ciudad de México el archiduque austriaco Maximiliano de Habsburgo y su esposa, la princesa belga Carlota, hija del poderoso rey Leopoldo de Bélgica. Para ellos, que llegaron llenos de ilusión y que, en realidad, venían llenos de buenas intenciones (Maximiliano era un liberal y fue el creador del Paseo de la Reforma y comenzó la recuperación de las ruinas indígenas), fue un desengaño terrible porque nunca fueron aceptados.

 Al perder la guerra Maximiliano y ya sin el apoyo de Napoleón III, fue aprehendido por las fuerzas mexicanas y fusilado en el Cerro de las Campanas, en el estado de Querétaro, donde actualmente se puede visitar una capilla a su memoria. Carlota ya había viajado a Europa en busca de apoyo para salvar a Maximiliano, incluso visitó al papa Pio IX, pero ya tenía un problema mental que obligó a su familia a recluirla en el Castillo de Bouchot, en Bélgica, donde falleció en 1927. Es decir, sobrevivió a todos los que la conocieron y no tuvo conocimiento alguno de que fue una rica heredera del Congo Belga y que ni siquiera se enteró de la primera guerra mundial.

Los mexico-americanos que viven en los Estados Unidos de Norteamérica organizan para el 5 de mayo una gran fiesta porque consideran que es la fecha de la independencia de México de España, la cual se celebra el 16 de septiembre y que para ellos es desconocida. Cuando viví en ese país, principalmente en San Antonio, Texas,  nunca entendí este alborozo por el 5 de mayo hasta que comprendí que sin importar si es o no la celebración de la independencia, es una fecha importante porque significa que los países de toda América se oponían categóricamente a la presencia de un imperio europeo en este continente.

En este caso sí son válidas las palabras “América para los americanos”.



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