LA BATALLA DEL 5 DE
MAYO
El 5 de mayo de 1862 tuvo lugar el sangriento enfrentamiento
entre las tropas mexicanas, con escaso armamento y sin uniforme, principalmente
los numerosos indígenas zacapoaxtlas del estado de Puebla, contra el poderoso
ejército francés que tenía espléndido armamento. El militar que comandaba las fuerzas mexicanas era el general Ignacio
Zaragoza que nació en 1829 en Bahía del
Espíritu Santo, en Texas que en ese tiempo todavía formaba parte del territorio
nacional y fallecido en Puebla el 8 de
septiembre de 1862 a escasos días de haber obtenido la victoria a consecuencia de una tifoidea que contrajo
mientras visitaba a los soldados enfermos después de la batalla. Al amanecer
del 5 de mayo, el general Zaragoza pasó revista a las tropas y les dirigió la
siguiente arenga: “Nuestros enemigos son
los primeros del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os
quieren arrebatar vuestra patria”.
Esta fecha siempre ha sido importante para nosotros, los
mexicanos, porque a pesar de la debilidad de nuestro ejército se obtuvo una
victoria. Es importante, además, porque demostró el espíritu del ejército que a
pesar de las desventajas numéricas y de armamento logró coronarse con la
victoria. Así fue a lo largo de la invasión francesa porque los mexicanos nunca
se rindieron, incluso hubo algunos soldados franceses que le escribieron a su
familia mencionando que esa guerra nunca se ganaría. Hay algunos textos que
prueban lo anterior en el libro Yo, el
francés, La intervención en primera
persona (2000), de Jean Meyer, un historiador francés emigrado a México que
actualmente es ciudadano mexicano.
Como la historia lo registra, el ejército francés avanzó por
lo que el presidente Benito Juárez tuvo
que abandonar la Ciudad de México y recorrer todo el norte del país en una
diligencia para salvarse de los franceses. Para entonces, ya reinaban en la
Ciudad de México el archiduque austriaco Maximiliano de Habsburgo y su esposa,
la princesa belga Carlota, hija del poderoso rey Leopoldo de Bélgica. Para
ellos, que llegaron llenos de ilusión y que, en realidad, venían llenos de
buenas intenciones (Maximiliano era un liberal y fue el creador del Paseo de la
Reforma y comenzó la recuperación de las ruinas indígenas), fue un desengaño
terrible porque nunca fueron aceptados.
Al perder la guerra
Maximiliano y ya sin el apoyo de Napoleón III, fue aprehendido por las fuerzas
mexicanas y fusilado en el Cerro de las Campanas, en el estado de Querétaro,
donde actualmente se puede visitar una capilla a su memoria. Carlota ya había
viajado a Europa en busca de apoyo para salvar a Maximiliano, incluso visitó al
papa Pio IX, pero ya tenía un problema mental que obligó a su familia a
recluirla en el Castillo de Bouchot, en Bélgica, donde falleció en 1927. Es
decir, sobrevivió a todos los que la conocieron y no tuvo conocimiento alguno
de que fue una rica heredera del Congo Belga y que ni siquiera se enteró de la
primera guerra mundial.
Los mexico-americanos que viven en los Estados Unidos de
Norteamérica organizan para el 5 de mayo una gran fiesta porque consideran que
es la fecha de la independencia de México de España, la cual se celebra el 16
de septiembre y que para ellos es desconocida. Cuando viví en ese país,
principalmente en San Antonio, Texas, nunca
entendí este alborozo por el 5 de mayo hasta que comprendí que sin importar si
es o no la celebración de la independencia, es una fecha importante porque
significa que los países de toda América se oponían categóricamente a la
presencia de un imperio europeo en este continente.
En este caso sí son válidas las palabras “América para los
americanos”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario