VIAJAR POR LA VIDA
LIGERO DE EQUIPAJE
Poco tiempo antes de morir, el
renombrado jesuita nacido en la India conocido por todos como Tony de Mello
invitó a antiguos colegas y alumnos a viajar a Lonaula, India, para asistir a
un “cursillo de renovación de Sádhana”, (oración) de dos semanas en el que se proponía discutir con los
asistentes sus “últimas ideas”. Tony de Mello murió poco después y ya no tuvo
tiempo de recoger los frutos del seminario en un libro. Dicha tarea la
emprendió el también jesuita Carlos G. Vallés en el volumen titulado Ligero
de equipaje. Tony de Mello. Un profeta para nuestro tiempo (Editorial Sal
Terrae, 1987).
En un pequeño libro de
reflexiones titulado Minutos de sabiduría,
de C. Torres Pastorino (Editorial Diana, 1995), hay un texto que dice “¿Por qué
guardas tantas cosas inútiles? ¿Para qué llenar de cosas tus armarios si los de
tus hermanos están vacíos? Reparte todo lo que tienes de más para que tu
espíritu no pese demasiado cuando tengas que dejar la tierra”.
Por supuesto, los fardos que
cargamos los humanos y a los que se refiere Tony de Mello no son los físicos,
sino los morales. En otras palabras, dejar atrás los resentimientos, las
amarguras, los desencuentros e, incluso, las venganzas. En otras palabras, olvidarnos del Yo. En otra página decía: “Entender
por dentro es la capacidad de ver
las cosas desde dentro de la otra
persona, tal como ella las ve y las siente, y de hacerle saber a ella que así
lo hacemos”.
Por su parte, Torres Pastorino se
refiere a lo físico, a los objetos que guardamos inútilmente durante años sin
animarnos a deshacernos de ellos. Hace muchos años conocí a un hombre que
compraba el periódico todos los días, no lo leía, sino que lo colocaba encima
de la torre formada por muchos periódicos viejos. En pocas palabras, tenía una
habitación repleta de periódicos viejos, amarillentos y que se deshacían entre
los dedos porque cuando se jubilara se proponía sentarse a leerlos. Naturalmente, hubo problemas de ratones pero
esto no significó que se deshiciera de la mayoría de los periódicos.
Al abrir mi cajón de la ropa
interior, todos los días me topo con un pequeño cerro (ya he regalado varios)
de fondos, como decimos en México, o de “combinaciones” como los llaman en
España y quizá en Sudamérica. El fondo es, según el Diccionario de la Real
Academia, una “saya blanca que las mujeres llevan debajo de las enaguas”,
definición que me hace pensar en los
días revolucionarios cuando las faldas llegaban hasta los pies. En el caso de
las mujeres elegantes, eran indispensables para dar amplitud a sus faldas.
Hoy, el fondo es una prenda
desconocida seguramente por las mujeres jóvenes. Desapareció rápidamente
(seguramente ocasionando una crisis en las fábricas de ropa femenina) cuando fueron aceptados los pantalones para
cualquier ocasión; es decir, la oficina, el restaurante, reuniones e, incluso,
para fiestas formales. Sin embargo, para estas últimas se prefiere el vestido, que
viene forrado o no y permite que se
transparenten las piernas, lo que no escandaliza a nadie.
Tenía fondos de varios colores:
blancos, negros, azul, rosa y beige, el más cómodo y útil. Unos eran cortos,
otros llegaban a la rodilla, otros eran largos para los vestidos de noche.
Incluso, algunos venían con el sostén
incluido. Un buen día decidí hacer limpieza. Regalé muchos para una mujer mayor
interna en el Centro de Rehabilitación Social de Durango porque se prestó a
llevar una bolsa que le encargó un hombre al bajarse de un autobús. Junto con los fondos se fueron las
pantimedias que, según me hizo saber, la
ayudarían a soportar el invierno sin frío. Pero todavía quedan algunos. Siempre
quiero regalárselos a alguien que los vaya a utilizar y que no los considere
como un trapo de limpieza, pero parece una tarea imposible. Y no sólo necesito
deshacerme de los fondos, sino también de los aretes de tornillo o de clip que
han pasado a la historia y quizá de algunas bolsas pasadas de moda que conservo
“por si algún día las necesito”.
Tony de Mello nos propone limpiar
nuestro ropero espiritual en tanto que Torres Pastorino hace énfasis en lo
material. No es una tarea fácil porque con cada objeto que descartamos se van
nuestros recuerdos, tristezas o alegrías. Ahí es donde nos conviene recordar
los pensamientos y sugerencias de Tony de Mello para seguir su consejo y viajar
por la vida “ligero de equipaje”.