viernes, 16 de enero de 2015

Telenovelas brasileñas en TV Azteca


VUELVEN LAS TELENOVELAS BRASILEÑAS A LAS  PANTALLAS MEXICANAS

En estos últimos meses, Televisión Azteca ha cambiado su programación: las telenovelas provienen de  Brasil y, a cambio, han introducido muchos programas de concurso. Además de la Academia Kids (que tuvo mucho éxito en 2013), ahora hay programas como Password, El rival más débil, Doble cara, Gánale al chef y Soy tu doble, entre otras (que, en muchas ocasiones se repiten).  ¿Por qué? ¿Será que en TV Azteca se cansaron de hacer refritos de historias pasadas y necesitaban un nuevo aire?  ¿Será más económico firmar algún convenio con las empresas brasileñas que buscar y filmar nuevas historias en nuestro país?  O tal vez sea un distractor para el abatido pueblo mexicano y que entonces se ponga a pensar en las desgracias que ocurren en otros países y se olviden, al menos por un rato, de las nuestras.

Por supuesto, no es la primera vez que las telenovelas brasileñas ocupan las pantallas mexicanas. Además, hubo una colombiana muy famosa, Café con aroma de mujer, protagonizada por Margarita Rosa de Francisco; meses después, ella trabajó en una historia mexicana filmada por TV Azteca y compartiendo créditos con Paola Núñez.

La que finalizó recientemente y que, al principio, fue bien recibida por los telespectadores fue Avenida Brasil, con una trama ligeramente difernete a las que estamos acostumbrados a ver. Lo que a mí me llamó la atención desde el primer momento fue que muchas escenas fueron filmadas en un tiradero (un basurero según el español de México). De hecho, la casa de Mamá Lucinda (interpretada magistralmente por Vera Holtz) está en el tiradero y construida con materiales de desecho, sobre todo, plásticos. Lo que nunca se explica es cómo conseguían agua.

El personaje principal, Tifón (Murilo Benicio), un futbolista que se volvió millonario gracias al deporte  donde destacó y obtuvo todos los triunfos. Su fortuna es tal que alcanza para tener una residencia espectacular en el suburbio El Divino  y alimentar a su numerosa familia. En esta casa (y en otras telenovelas brasileñas también) habitan los hijos con sus parejas, los nietos y las suegras o suegros. Además, muestran una gran libertad en su forma de entender el compromiso matrimonial.  Cuando Leleco  (Marcos Caruso), padre de Tifón y esposo de Moricy (Olenka Diogenes) ,  se enamora de una joven, pues sencillamente se va con ella, aunque sigue visitando la casa familiar y tomando parte en las decisiones. Por su parte, Moricy se consigue un novio,  Adauto (Juliano Cazaré), que se muda a la mansión y todos lo aceptan sin cuestionarlo. Por cierto, el apelativo Adauto me hizo recordar que el presidente Guadalupe Victoria se llamaba  José Miguel  Ramón Adaucto Fernández y Félix (hoy desaparecido en nuestro país). Por el contrario, en Brasil, eliminando la c parece ser de uso común.

La pareja joven la forman Patata (Bernardo Simöes), aspirante  a ser un futbolista famoso, aunque carece de las cualidades del padre, además, está demasiado preocupado por su historia familiar, y Nina (Débora Falabella) que busca vengarse de Carmina (esposa de Tifón y madre de Patata), que le arruinó la vida desde niña (cuando era la mujer de su padre) depositándola, a la muerte del padre,  en el tiradero donde es protegida por Mamá Lucinda. Tiempo después es adoptada por un rico argentino que le da educación y le hereda una buena suma con la que ella vuelve a Brasil para hacer justicia.

En realidad, lo que me ha llamado la atención es la forma como presentan a la sociedad y a sus personajes,  los cuales parecen seres de carne y hueso y no producto de la cirugía estética.  Los hombres pueden ser  viejos, gordos, canosos y poco atractivos. Las mujeres de mediana edad son atractivas, pero el tiempo ha dejado en ella sus huellas así que tienen un poco de sobrepeso y se preocupan por conservar la belleza y el aire de juventud.

Creo que otro aspecto importante es la presencia de personajes de ascendencia turca (en la novela actual La guerrera es todavía más llamativa).  Sabemos que efectivamente los turcos emigraron a América a principios del siglo XX. En su novela De cómo los turcos descubrieron América, el famoso escritor Jorge Amado  narra la historia de Jamil y Raduan (uno sirio y otros libanés) llegados a principios  del siglo veinte a Brasil.  En otra estupenda novela, Gabriela, clavo y canela, (1990) aparecen nombres como Nacib y Sinhazinha mezclados con los típicos de los nativos, los negros y los europeos. Además, Amado afirma que para nosotros, los americanos, sirios, libaneses, turcos y demás quedan englobados en la palabra árabes.

Desde ese punto de vista, las actuales telenovelas brasileñas sí enriquecen de alguna manera  la pantalla. Además, han mostrado hermosos paisajes de Rio de  Janeiro, pero también  de Cuzco y Machu  Pichu y presentan problemas sociales de actualidad como la trata de blancas donde las muchachas brasileñas son engatusadas para ir a trabajar como modelos a Turquía. Este tema, que ya ha sido tratado por muchos autores, fue también abordado por el escritor colombiano Santiago Gamboa en su novela Plegarias nocturnas.


Hace como diez años los alumnos de la Universidad José Vasconcelos, de la ciudad de Durango, organizaron una conferencia que iba a ser impartida por la productora estrella de TELEVISA: Carla Estrada. Como yo formaba parte del cuerpo docente, fui invitada a asistir. Al iniciarse la sesión de preguntas, cuestioné que su empresa sólo se dedicaba a filmar refritos y a presentar historias muy repetidas y no se arriesgaba a firmar telenovelas al estilo de las colombianas y brasileñas. Por supuesto, se molestó mucho y de forma agresiva me respondió que los televidentes mexicanos no estaban preparados para ese tipo de historias. Por fortuna, esos tiempos pasaron, aunque Carla Estrada sigue produciendo novelas al estilo TELEVISA.    

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