martes, 9 de diciembre de 2014

Adiós a Vicente Leñero

ADIOS A VICENTE LEÑERO

Conocí al renombrado dramaturgo, periodista, novelista, guionista y profesor de la Escuela de la Sociedad General de Escritores de México posiblemente en 1979, año en que presenté mi tesis de licenciatura La imagen de la mujer en la narrativa de Rosario Castellanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Por ese tiempo, su esposa Estela Franco preparaba su tesis de doctorado en psicología, que finalmente se publicó con el título Rosario Castellanos. Otro modo de ser humano y libre. Además, poco tiempo después presenté la novela El rumor que llegó del mar, de Eugenio Aguirre, en el Centro de Enseñanza para Extranjeros. Entre los invitados se encontraba precisamente Vicente Leñero, que escuchó mi texto con atención. Después me felicitó y me pidió que lo  llevara   a Proceso,  revista de la que era subdirector, para su  publicación. Fue así como empecé a colaborar con la revista casi semanalmente
.
Cuando me despedí  para venirme a Durango, me preguntó: ¿Qué pasó con Olga Arias que ha mantenido viva la literatura allá durante cuarenta años?  Ahí  está, repuse, trabajando como siempre. Te encargo una entrevista, me dijo. A mi llegada puse manos a la obra y envié el texto (por fax, todavía no contábamos con internet), la cual se publicó en el número 671de la revista Proceso (septiembre 11, 1989, pp. 50-51) con el título “Darse a conocer desde provincia: casi imposible, la escritora Olga Arias”.

La bibliografía de Leñero es muy variada y extensa; por ello, quiero referirme a ciertos textos que me parecen fundamentales. En primer lugar, Los albañiles  (1963), que le valió el premio Planeta-Seix Barral y que después fue llevada al cine. Leñero estudió la carrera de ingeniero civil en la Universidad Nacional Autónoma de México, aunque después prefirió las letras. Sin embargo, conocía perfectamente el ambiente de una construcción, así como las triquiñuelas  propias de quienes ahí trabajan.

En 1976, cuando el entonces presidente Luis Echeverría urdió el golpe contra el periódico Excélsior, cuyo director era Julio Scherer y el subdirector Vicente Leñero, ambos, acompañados de muchos otros periodistas, abandonaron la redacción del periódico. Octavio Paz que en ese tiempo era el director de la revista Plural siguió su ejemplo y sólo muchos años después, a su regreso de la India, inició otra revista: Vuelta. Pocos meses después de salir de Excélsior,  Scherer y Leñero, con el apoyo de muchos de sus seguidores y público en general, saludaron la aparición de  Proceso, donde Leñero estuvo como subdirector de 1977 a 1998. Todas esas experiencias fueron el origen de  su libro Los periodistas (1978). 

Otro texto fundamental sería Asesinato (1985) donde narra todo el proceso y la investigación que se llevó a cabo por el asesinato del ex gobernador de Nayarit  Gilberto Flores Muñoz y de su esposa, Asunción Izquierdo,  una escritora poco conocida y que utilizó el pseudónimo de Ana Mairena para publicar sus novelas, asesinato cometido por el nieto de la pareja.

Creo que la primera obra de teatro que vi fue Pueblo rechazado (1968) que aborda el problema de la modernización de la iglesia (misa en español, con el sacerdote frente a los feligreses);  además, era defensora de que se permitiera  a los monjes  psicoanalizarse. Leñero fue siempre un hombre religioso, pero con un acercamiento moderno a la normas de la iglesia. Una obra que me gustó muchísimo fue La mudanza (1979) donde, casi sin diálogo y sólo con la acumulación de enseres domésticos en el escenario, muestra los problemas de una pareja.

Sin embargo, la que merece mención especial aun cuando sólo se haya representado unas cuantas veces y que fue vista y apreciada por poco público fue Martirio de Morelos (1981), llevada a escena en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, en el Centro Cultural de la UNAM, bajo la dirección de Luis de Tavira. En el escenario se apreciaba una especie de rampa dividida en tres niveles: en el inferior se encontraba Morelos en su celda poco tiempo antes de su interrogatorio; en el nivel medio se presentaba la sala del juicio del héroe nacional con el inquisidor y los escribanos, donde lo declaraban culpable y procedían a la desacralización de sus manos.  En la parte superior se presentaba la ejecución de Morelos en Ecatepec. La razón principal por la cual la obra sólo se presentó como unas seis veces ante un público selecto (tuve la suerte de que me tocara un boleto) era, pienso, que al declarar Morelos todo lo que sabía sobre la guerra de independencia se convertía en un traidor y eso no podía hacerse del conocimiento del público en general porque perdería su categoría de héroe impoluto.

Entre los guiones que preparó para el cine destacan Mariana, Mariana (1988) basado  en la novela Las batallas en el desierto (1981), de José Emilio Pacheco;   El callejón de los milagros (1994), basado  en la novela del mismo nombre del  escritor egipcio Naguib Mafuz  que lo hizo acreedor al  Premio Nobel en 1988 y  el guión basado en la novela El crimen del padre Amaro,  del escritor portugués José María Eca de Queiroz, novela publicada en Portugal originalmentente en 1875, y que tanto escándalo levantó en la iglesia católica cuando en el 2002 se estrenó la película revelando la corrupción de algunos sacerdotes y obispos.

No puedo dejar de mencionar su novela La vida que se va (1999) que le valió  el premio Xavier Villaurrutia donde Leñero muestra su dominio  del ajedrez y pone a prueba sus dotes de narrador con una estructura diferente.  Además de sus muchos premios, en el 2011 fue admitido a la Academia Mexicana de la Lengua.
 

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