jueves, 16 de octubre de 2014

Observaciones lingüisticas sobre el español de Durango

REFLEXIONES SOBRE EL ESPAÑOL POPULAR DE DURANGO


Hace algún tiempo, cuando impartí un curso de Lingüística Superior a unos alumnos normalistas les pedí, como ejercicio para que se fijaran en cómo habla la gente en nuestra ciudad, que trajeran una lista con las expresiones que oyeran en la calle y luego elaboraran un ensayo con ese material. La cantidad de expresiones que observaron fueron muchas, pero hoy me referiré sólo a unas cuantas. Antes, hagamos unas observaciones sobre lo que significa dialecto en la lingüística contemporánea.

Para empezar, las lenguas indígenas hace mucho que dejaron de considerarse dialectos: son lenguas porque cumplen con todos los requisitos para serlo.  Antiguamente, y todavía en la actualidad, muchas personas siguen refiriéndose al náhuatl, al tepehuán, al guaraní (de Paraguay) o al quechua (de los incas, en Perú), como dialectos, cuando son lenguas. Después de la conquista los españoles nombraron todo aquello que no conocían con palabras que les eran conocidas, de ahí que utilizaran dialecto. Por ello, todavía ese término es popular.

 Ahora bien, el español tiene diferentes variantes. No  es lo mismo el español de Buenos Aires, que el de Madrid, que el de la Ciudad de México o que el de Durango. Además de la entonación, el uso del vocabulario es diferente. Entonces se habla del dialecto de Durango. Pero, además, existe la norma culta que convive con el español popular.  Veamos algunos ejemplos.  

Aterrar – llenarse de tierra. Después del caserón, la casa quedó aterrada.
Envarar – tener el estómago duro. Doctor, me siento envarada.
Vueltear – ir y venir a un lugar varias veces. Me pasé la mañana vuelteando.
Rundar – no funcionar un  carro o una máquina.  El carro no rundó.
Desponchadora – vulcanizadora. Aquí, a la vuelta, hay una desponchadora.
Yunque – lugar donde se venden piezas usadas de coches o máquinas. Ve al yunque, ahí lo consigues.
Jale – trabajo  Estuvo duro el jale con la mudanza.  
Injusta- enferma. Mi amiga está injusta.
Ojos borrados – azules o verdes  Ése tiene los ojos borrados.
Nueva – mujer todavía atractiva.  Aquella me gusta. Todavía está nueva.

Hay otras que son más conocidas; por ejemplo, tomate, en lugar de jitomate, usual en el centro del país. Tomatillo, por el tomate verde.  Repollo, por col. El juego del bebeleche, por el avión.  El mueble se quebró por el coche está descompuesto. Troca por camión. El marido nomás vino y le jincó un hijo; luego, se fue (muy común para los hombres que han emigrado dejando atrás a la mujer y a los hijos). Iba para Durango, pero me arrendé en Sombrerete. (me quedé)  Acérquese para oír porque habla muy al pasito. Es decir, en voz muy baja.

Renglón aparte merecen las palabras derivadas del inglés. Por ejemplo, mopear (trapear), lonche (torta), liquear (salir el agua de una llave), parqueadero por estacionamiento.  En San Antonio oí dos expresiones que nunca se me han olvidado: ¿Por qué no culean el cuarto? (¿por qué no ponen el aire acondicionado? Y la otra: vamos a serapear la mesa. Poner la mesa  (derivado el verbo de  to set up) del inglés.

Existen muchos más ejemplos de los mencionados aquí. Éstos son sólo una muestra del habla que es común escuchar cuando se camina por la calle. Con seguridad ya hay lingüistas ocupándose de estas peculiaridades del habla popular de Durango. Pero me pareció oportuno escribir este breve texto para reflexionar sobre la lengua en la que nos comunicamos.

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