REFLEXIONES SOBRE EL
ESPAÑOL POPULAR DE DURANGO
Hace algún tiempo, cuando impartí
un curso de Lingüística Superior a unos alumnos normalistas les pedí, como
ejercicio para que se fijaran en cómo habla la gente en nuestra ciudad, que
trajeran una lista con las expresiones que oyeran en la calle y luego elaboraran
un ensayo con ese material. La cantidad de expresiones que observaron fueron
muchas, pero hoy me referiré sólo a unas cuantas. Antes, hagamos unas
observaciones sobre lo que significa dialecto en la lingüística contemporánea.
Para empezar, las lenguas
indígenas hace mucho que dejaron de considerarse dialectos: son lenguas porque cumplen
con todos los requisitos para serlo. Antiguamente, y todavía en la actualidad,
muchas personas siguen refiriéndose al náhuatl, al tepehuán, al guaraní (de
Paraguay) o al quechua (de los incas, en Perú), como dialectos, cuando son
lenguas. Después de la conquista los españoles nombraron todo aquello que no
conocían con palabras que les eran conocidas, de ahí que utilizaran dialecto. Por ello, todavía ese término
es popular.
Ahora bien, el español tiene diferentes
variantes. No es lo mismo el español de
Buenos Aires, que el de Madrid, que el de la Ciudad de México o que el de
Durango. Además de la entonación, el uso del vocabulario es diferente. Entonces
se habla del dialecto de Durango. Pero, además, existe la norma culta que
convive con el español popular. Veamos
algunos ejemplos.
Aterrar – llenarse de tierra. Después del caserón, la casa
quedó aterrada.
Envarar – tener el estómago duro. Doctor, me siento envarada.
Vueltear – ir y venir a un lugar varias veces. Me pasé la
mañana vuelteando.
Rundar – no funcionar un
carro o una máquina. El carro no rundó.
Desponchadora – vulcanizadora. Aquí, a la vuelta, hay una desponchadora.
Yunque – lugar donde se venden piezas usadas de coches o
máquinas. Ve al yunque, ahí lo
consigues.
Jale – trabajo Estuvo
duro el jale con la mudanza.
Injusta- enferma. Mi amiga está injusta.
Ojos borrados – azules o verdes Ése tiene los
ojos borrados.
Nueva – mujer todavía atractiva. Aquella me gusta. Todavía está nueva.
Hay otras que son más conocidas;
por ejemplo, tomate, en lugar de
jitomate, usual en el centro del país. Tomatillo,
por el tomate verde. Repollo, por col. El juego del bebeleche, por el avión. El
mueble se quebró por el coche está descompuesto. Troca por camión. El marido nomás vino y le jincó un hijo; luego, se fue (muy común para los hombres que han
emigrado dejando atrás a la mujer y a los hijos). Iba para Durango, pero me arrendé en Sombrerete. (me quedé) Acérquese para oír porque habla muy al pasito. Es decir, en voz muy
baja.
Renglón aparte merecen las
palabras derivadas del inglés. Por ejemplo, mopear (trapear), lonche (torta),
liquear (salir el agua de una llave), parqueadero
por estacionamiento. En San Antonio oí
dos expresiones que nunca se me han olvidado: ¿Por qué no culean el cuarto? (¿por qué no ponen el aire acondicionado? Y la
otra: vamos a serapear la mesa. Poner
la mesa (derivado el verbo de to set
up) del inglés.
Existen muchos más ejemplos de
los mencionados aquí. Éstos son sólo una muestra del habla que es común
escuchar cuando se camina por la calle. Con seguridad ya hay lingüistas
ocupándose de estas peculiaridades del habla popular de Durango. Pero me
pareció oportuno escribir este breve texto para reflexionar sobre la lengua en
la que nos comunicamos.
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