DE BEN-HUR AL OLVIDO: RAMÓN NOVARRO
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Mi río, Ramón Samaniego Pérez Gavilán, conocido en el cine como Ramón Novarro. |
Ramón Samaniego Pérez Gavilán,
conocido en los anales cinematográficos como Ramón Novarro, era primo hermano
de mi madre y, por tanto, mi tío. Lo conocí cuando niña, en una ocasión que visitó
a mis abuelos en Durango y se hospedó en la casona de las calles de Zaragoza.
Lo saludé a la hora de la comida cuando se
sentó a la izquierda de mi abuela;
yo ocupé mi lugar habitual, a su derecha, entre ella y mi tía Luz.. Cada vez que podía, lo miraba con atención.
Era un hombre de porte distinguido, quizá cercano a los cincuenta años y de
cabello gris. Vestía informalmente con
un saco de gamuza en tono café cocoa.
Mis tías me habían dicho que era guapísimo y, la verdad, ese mediodía no
me lo pareció. Concluida la comida, nos
sentamos en el corredor; al caer la tarde, mi abuela y Ramón salieron para
visitar el Santuario de la
Virgen de Guadalupe. Me di cuenta que llevaba un rosario en
el bolsillo izquierdo de su saco. Después, se comentó que había donado una suma
importante para unas obras del templo.
Ramón Novarro fue siempre un hombre generoso con toda su familia y lo fue incluso con Louis Samuel, su secretario de confianza
durante los años de gloria, que lo estafó con casi dos millones de dólares y
contra el que no procedió legalmente con toda el rigor que Samuel se merecía,
por lo que no lo pongo en duda. Nunca más volví a verlo.
Nació en la ciudad de Durango, el
6 de febrero de 1899, hijo del Dr. Mariano Nicolás Samaniego y de María Leonor
Pérez Gavilán. Fue el cuarto hijo de trece descendientes, de los cuales el
primero y el décimo murieron en la infancia. En 1910, la familia emigró al
Distrito Federal a causa de la revolución. Sus padres lo inscribieron en el
Instituto Científico de México, a cargo de los jesuitas, donde inició sus
estudios de música. En 1915 todos retornaron a la tierra natal.
Era una familia numerosa, de
disciplina estricta, con una fuerte inclinación hacia la iglesia, como era
usual en las familias conservadoras de la época. Tres de sus hermanas,
Guadalupe, Rosa y Leonor, profesaron como monjas. Leonor abandonó el convento muchos
años después, se casó y tuvo un hijo al que llamó Nicolás. A ella la traté
muchas veces en la Ciudad de México; como su hermano, era generosa y amable y,
por supuesto, solidaria con la familia. Más tarde regresó a California, donde falleció. Durante nuestras
conversaciones nunca me atreví a preguntarle por su hermano. Por su parte,
Ramón también se sentía atraído por el sacerdocio y de no haber sido por sus
obligaciones económicas y por el encuentro con el productor y director de cine
Rex Ingram, que lo impulsó en su carrera cinematográfica, es muy posible que se
hubiera decidido a entrar al seminario.
En 1916, Ramón, de apenas
diecisiete años, y su hermano Mariano, de quince, decidieron viajar a El Paso,
por tren, pero regresaron a pie a
Durango porque el puente de Escalón había sido dinamitado. Poco después, lo
intentaron de nuevo: esta vez cruzaron la frontera por Piedras Negras. De ahí,
se dirigieron a la ciudad texana y, sin avisar a sus parientes, partieron rumbo
a Los Angeles. Ramón tenía voz de tenor,
aunque sin gran potencia, y confiaba en hacer carrera en la ópera. Sentía gran
amor por la música ya que, por las noches desde sus días en Durango, su madre y él solían pasar la velada cantando
y tocando el piano. En 1918, todos los Samaniego se establecieron en esa ciudad
y la responsabilidad de mantener a la familia recayó sobre todo en Ramón dado
que su padre no pudo ejercer su profesión de dentista.
Sin abandonar las lecciones de
música y canto, Ramón inició su carrera en el cine como extra. Su primer papel
fue como bandolero mexicano en una cinta
filmada en el desierto del Mojave. Poco después filmó una película de arte, The Rubayait of OmarKhayam, que nunca
llegó a estrenarse y de la cual sólo se utilizaron algunos pies. En ese filme
utilizó el apellido Samaniegos, con el cual intentó abrirse camino en
Hollywood. El director fue Ferdinand
Pinney Earle y la actriz Kathleen Kay. Vinieron luego años difíciles en que
Ramón trabajó en lo que fuera: desde modelo en una escuela de arte hasta
acomodador en el teatro con el fin de
estar siempre presente y en contacto con el ambiente cinematográfico.
La suerte se puso de su parte y,
en 1922, interpretó a Rupert de Hentzau, en El
prisionero de Zenda, por invitación precisamente de Rex Ingram. La actriz
protagónica fue Alice Ferry, que mantuvo una larga amistad con el artista
mexicano. En 1923 encarnó a André Louis Moreau, en Scaramouche; dos años más tarde vendría la película que lo
consagraría como el gran actor del cine mudo: Ben-Hur. En el papel de
Messala, aparecía Francis Bushman y como Esther, May McAvoy. El director fue
John M. Stahl.
La película se rodó inicialmente
en Italia donde tropezó con innumerables contratiempos, entre ellos, el
desperdicio de las treinta galeras construidas para el filme que nunca pudieron utilizarse debido a un mar
encrespado y frío. Después de un receso, la empresa tomó la decisión de filmar
la película en California y, en 1927, fue estrenada en la ciudad de Nueva York
con gran éxito. De ahí, pasó a todas las pantallas de los Estados Unidos de
América y al mundo entero. Si bien la película recaudó millones de dólares, nunca se recuperó la
inversión debido a las pérdidas en Italia. André Soares, autor de Beyond Paradise: The Life of Ramon Novarro
(New York, St. Martin’s Press, 2002), una extensa y acuciosa
biografia del actor, afirma que con el fin de facilitar el éxito de la nueva
versión de la cinta, con Charlton Heston en el papel protagónico, la empresa
ordenó destruir todas las copias de la primera y que, milagrosamente, en un
museo de Checoslovaquia se encontró una película original con la cual se han
podido reconstruir otras copias.
A Ben-Hur le siguieron muchas otras cintas de gran éxito; entre
ellas, Mata Hari , con Greta Garbo
–quien también fue siempre una amiga
fidelísima- producida por la
Metro Goldwyn Mayer y estrenada en 1931. No obstante, con el
surgimiento del cine sonoro su carrera se eclipsó porque a pesar de sus largos
años de residencia en California no
había logrado eliminar su acento español.
Según el ya citado André Soares, influyeron igualmente en este descenso
de su popularidad no sólo la escasez de papeles de príncipes o condes
extranjeros que pudieran justificar su acento extranjero (como fue el caso de
Dolores del Río), sino, además, el hecho de que conservó siempre su
nacionalidad mexicana y se rehusó a
contraer matrimonio, contrariando las indicaciones de las empresas cinematográficas.
Además, durante largos años Novarro
acarició el sueño de triunfar en el mundo de la música –que a su madre le
parecía más digno-, por lo que en ocasiones no se encontraba en Hollywood cuando lo buscaban para alguna
película. En cuanto a su actividad en México, sólo filmó una película, La virgen que forjó una patria (1942),
en el papel de Juan Diego, bajo la dirección de su primo Julio Bracho. Al
contrario de lo que sucedió con Dolores del Río, optó por regresar a
California.
Por lo que toca a su nombre de
artista, primero agregó una s a su
apellido, con lo que quedó Samaniegos,
nada fácil de pronunciar para un anglohablante y del que se burló sin piedad la
famosa comentarista del espectáculo de esos años, Louella Parsons,
articulándolo como Samanegas (muy
parecido a ham and eggs). Cambió
entonces a Novarro porque el apellido
Samaniego proviene de Navarra, España. Sustituyó la primera a por la o porque estaba convencido de que así habría una “vibración
cósmica” que lo llevaría al éxito.
No fueron muchos los premios que
recibió a lo largo de su carrera cinematográfica. Sin embargo, podemos
mencionar dos: en 1932, le fue entregado el George
Eastman House Medal of Honor for Distinguished Contribution to the Art of
Motion Pictures 1926-1932 (la medalla de honor de la empresa George Eastman
por su distinguida aportación al arte
cinematográfico). En 1965, por iniciativa de Gregory Peck, Ramón Novarro y
otros importantes artistas del cine mudo recibieron un homenaje de la Academia de las Artes por
las mismas razones.
Si bien hoy es casi una figura
casi olvidada o apenas recordada por Ben-Hur,
la verdad es que su filmografía es considerable:
Como extra o pequeños papeles: 9 cintas
(incluyendo Los cuatro jinetes del
Apocalipsis (1921), al lado de
Rodolfo Valentino).
Con su nombre incluido en el reparto y en papeles protagónicos: 41 (la última
en 1960, Killer With a Gun,
protagonizada por Sophia Loren y Anthony Queen).
Como productor, director y escritor: la obra de teatro Contra la corriente (1960).
Película breve: The X-mas Party (1931) de nueve minutos de
duración , donde cada actorn actuaba como en la vida real y cuyo reparto
incluía a Norma Shearer, Clark Gable y Lionel Barrymore.
Murió en condiciones dramáticas
el 30 de octubre de 1968. La divulgación de las circunstancias de su fallecimiento
puso al descubierto una faceta de su vida personal que Ramón Novarro había
tenido buen cuidado en ocultar. Los detalles del proceso y del juicio a que
fueron sometidos sus atacantes y que fueron dados a conocer por la prensa,
opacaran su buen nombre. No obstante, cuando se encontraba en la cúspide de su
carrera, dice André Soares, su fama superaba a la de otros artistas
latinoamericanos como Gilbert Roland, Dolores del Río, Ricardo Montalbán e, incluso
Anthony Quinn.
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Nota: La información sobre
la vida y obra de Ramón Novarro procede
del volumen
Beyond Paradise, de André Soares, ya mencionado.