VISITAS INESPERADAS
En febrero pasado, a pesar del
intenso frío, como a las 8:00 a.m., me despertó un ruido inesperado que
provenía de la cocina. Me dirigí hacia
allá y vi a una pajarita de color rojo
con café (pensé que era hembra por su tamaño) que picoteaba con insistencia en
el cristal de la ventana. Su compañero simplemente
se había posado en un barrote de la herrería y aguardaba a que ella se cansara
de admirarse en los vidrios espejo. Los
observé uno o dos minutos; luego, levantaron el vuelo. Una hora más tarde la
pajarita estaba de regreso picoteando sin fatigarse. Esta visita se repitió
muchas mañanas y parecía que esperaba a que
yo llegara a la cocina para levantar el vuelo. Aun si yo me movía
sigilosamente, la pajarita era capaz de percibir mi presencia.
Para mi sorpresa, ahora que el
otoño nos ha anunciado su llegada con un ligero viento frío y con las hojas
secas que empiezan a tapizar los jardines,
acaba de repetirse la visita. Esta semana los dos pajarillos (¿O serían
sus descendientes?) vinieron de nuevo a alegrarme la mañana. La pajarita
repitió su conducta anterior picoteando con entusiasmo. El pajarillo observaba a
su compañera mientras miraba con atención el jardín. Luego, se alejaron volando.
Consultando la Guía de Aves de Durango, escrita por
Walter C. Bishop Guajardo y Betty Grace Howard de Santiesteban, encontré una
foto de un pájaro semejante a los que me
visitan. Se trata de un “gorrión común o casero” Agrega que la hembra por lo
general es de color “café rayado con partes interiores blancas rayadas de café”. Su canto es tenue muy melodioso. Es posible observar a estas aves con mayor
frecuencia durante los meses de primavera en adelante en los llanos, parques y huertas de Durango, alimentándose de semillas
y fruta.
Hace tres años pasé la Navidad en
una granja en Ben Franklin, Texas, y tuve la oportunidad de observar a unos
pájaros totalmente rojos que llegaban como a las 7:30 de la mañana a mi ventana
porque afuera mi amiga les ponía su alimento. Una mañana, cuando el servicio meteorológico anunció un descenso en la temperatura acompañado de
fuertes vientos, los pájaros aparecieron con su plumaje esponjado, como si se
hubieran puesto su abrigo de invierno, y se alimentaron frenéticamente, quizá preparándose
para soportar el frío resguardados en sus nidos en los árboles.
Es posible que antes de que los
cazadores depredaran la Sierra Madre Occidental pensando que los venados y los
pájaros eran inextinguibles se pudiera observar a los pájaros azules o rojos o
a los venados asustados con sus grandes ojos, con mayor facilidad. Hoy, muchos
están extintos y debemos contribuir a cambiar la mentalidad de aquellos que
creen que los pájaros disecados sirven sólo para adornar sus estudios o
estancias.
Las visitas matinales de estos
pajarillos me alegran el inicio del día. En lugar de quejarse del frío, como
hacemos los seres humanos, parece que ellos lo disfrutaran y quisieran
contagiarnos a todos su alborozo.
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