domingo, 28 de mayo de 2017

Para disfrutar la fotografía de Gabriel Figueroa.

RÍO ESCONDIDO



Recientemente la Cineteca Municipal exhibió la película Río Escondido, filmada en 1947, y protagonizada por dos famosos actores mexicanos: María Félix y Carlos López Moctezuma, cuatro años después de que María Félix se volviera famosa por su participación en la película Doña Bárbara (1943) según la novela del mismo nombre del escritor venezolano Rómulo Gallegos. A pesar de que María era muy joven para representar al personaje que le correspondió, lo hizo tan bien que le valió el calificativo de La Doña  que no la abandonó en toda su vida y que a ella le encantaba.

La película inicia cuando María Félix, que interpreta a una maestra rural, va a despedirse del presidente de la república que la ha enviado a un lejano pueblo dominado por un cacique, que no ha permitido que la educación progrese. No se dice quién fue el presidente pero tiene rasgos de Lázaro Cárdenas, aunque ya en los años veinte cuando fue Ministro de Educación, José Vasconcelos, mostró una gran preocupación por el analfabetismo predominante en el país, por lo que se esforzó para mejorar la educación. Incluso, invitó a la escritora chilena Gabriela Mistral, conocida como la maestra de América, para que colaborara con él y lo auxiliara con los programas educativos.

Al inicio de la película, María Félix lleva un vestido blanco, a media pierna, que suponemos es de manta, y cubierta con un largo rebozo negro (colores que predominarán a lo largo del filme). El cabello  está peinado en dos grandes trenzas que cuelgan a su espalda y que era el peinado tradicional de las mujeres del campo. Ella se compromete  a cumplir la encomienda sin importar los obstáculos porque también comparte la idea de que los niños deben aprender a leer y a escribir.

Río Escondido es un pueblo lejano adonde no llega ni el tren ni el autobús, así que debe caminar un largo tramo por un campo desértico bajo un tórrido sol. Al bajar del tren conoce a Felipe, un médico rural, que se dirige a un pueblo vecino y que le ofrece ayuda en cuanto la necesite. Cuando se despiden le regala una pistola que le será muy útil para defenderse.

El pueblo está dominado por el cacique que lo considera como de su propiedad. Ha dado muerte a muchos hombres y se apropia de cualquier mujer que le parezca atractiva, como sucedió con la anterior maestra. Se adueña, además, de la noria e impide que los habitantes obtengan agua. Se enfrenta de inmediato a la nueva maestra, pero ella se muestra fuerte y decidida a cumplir con su misión. La película termina con la muerte de la maestra pero, antes de morir, ella elimina al cacique.

La fotografía es de Gabriel Figueroa, el gran maestro de la época del cine de oro mexicano, y que dominó el uso de los colores blanco y negro. Ya mencionamos que la escena inicial abre con blanco y negro, en el atuendo de María Félix, pero luego veremos tomas del firmamento y del desierto donde estos colores juegan un papel importante, además de que simbolizan, de alguna manera, el bien y el mal.

Hay una escena magnífica desde el punto de vista de la fotografía. Se trata de mujeres, que se ven de perfil, cubiertas con chales negros, sin hablar y sin moverse. Me dieron la impresión de ser estatuas griegas. La escena corresponde a un velorio porque el cacique ha dado muerte a un niño, vestido de blanco, que se atrevió a sacar un poco de agua de la noria.

Tanto María Félix como Carlos López Moctezuma iniciaban su carrera en el cine. Lo mismo ocurría con el fotógrafo Gabriel Figueroa que se distinguiría a lo largo de su trayectoria por el uso de estos colores y quien tendría la oportunidad de fotografiar no sólo a María Félix sino también a Dolores del Río y a Andrea Palma. Carlos López Moctezuma tenía el tipo ideal para representar a un villano y lo hizo en muchas películas. Los galanes en filmes posteriores serían Pedro Armendáriz y Jorge Negrete.


Si bien es una película filmada hace más de medio siglo tiene un gran valor porque impulsó las carreras de los protagonistas, del fotógrafo y del cine mexicano de ese tiempo.   

Triunfa Eugenio Derbez con su película. Me divertí mucho.

CÓMO SER UN LATIN LOVER



Así se titula la más reciente película del actor, comediante, escritor y productor de cine  Eugenio Derbez (nacido en Milpa Alta, México, en 1961,  pero que reside actualmente en Los Angeles, California) cuyo filme ha sido capaz de atraer a seis y medio millones de espectadores a las distintas salas donde se ha proyectado, con lo cual ha obtenido también muchos millones de dólares, quizá más de los que el propio Derbez hubiera soñado. Colaboran al éxito de esta película las actrices Salma Hayek, en el papel de la hermana, y Raquel Welch, a la que se propone conquistar Derbez, así como un actor infantil, Raphael Alejandro, que tiene una destacada participación.

Derbez participó durante varios años en un programa nocturno de Televisa, titulado “Al derecho y al derbez”, donde hizo famosos algunos personajes; por ejemplo, El moco lonje (en lugar de el monje loco),  la pareja de ancianos con Alzheimer, uno donde repetía todo el tiempo “fue horrible” y otros más que escapan a mi memoria. Además, colaboró en el doblaje del filme Shrek   donde presta su voz al burro.

En cuanto al cine, quiero referirme  a tres películas que le dieron mucha fama: La misma luna (2007), No se aceptan devoluciones (2013), y Milagros del cielo 2016).Creo que en la última tenía un pequeño papel como un excelente médico que ayuda en un hospital, donde ocasionalmente da consulta, a una niña que tenía serios problemas de salud. En realidad, ha tenido mucho éxito en sus filmes donde se relaciona con niños porque las dos primeras fueron un gran éxito de taquilla.

En La misma luna interpreta a un migrante que por casualidad se encuentra con un niño, también migrante, que viaja solo a Los Angeles para encontrarse con su madre (Kate del Castillo) que se fue antes y lo espera allá. El niño realmente destaca en su actuación, se relaciona muy bien con los otros migrantes adultos y se ofrece a ayudar en lo que se necesita cuando se detienen en un asilo antes de cruzar la frontera. Lo recuerdo subido en un cajón, con un trapo de cocina amarrado a la cintura, lavando los platos en la cocina. Se necesitaba el cajón porque no tenía lal altura necesaria para alcanzar el fregadero. Logran cruzar la frontera y llegan a la anhelada ciudad. Derbez lo toma bajo su protección y lo acompaña al jardín donde va a encontrarse con su madre. Justo en ese momento llega la policía migratoria y Derbez se sacrifica para que el niño pueda cruzar la calle y reunirse con su madre lo espera en una esquina. Esa escena pone punto final a la película.

El gran éxito de No se admiten devoluciones es una muestra más de que Eugenio Derbez se relaciona en forma excelente con los niños, en este caso, con una niña que se supone es su hija (al final sabemos que no)  y que un buen día su mamá  la deja en sus manos y se va. La relación entre padre e hija es sorprendente y conmovedora en muchas escenas; por ejemplo, cuando ambos están vestidos con pijamas estampados con payasitos y cirqueros. El inesperado final toma por sorpresa a los espectadores y aumenta el éxito de la película.

El filme Cómo ser un latin lover se grabó en español, con el doblaje de actrices como Raquel Welch, y en inglés para que lo vieran sin problema los latinoamericanos que viven en los Estados Unidos y que no saben o han olvidado ya el español. Tiene escenas muy cómicas cuando Derbez intenta cambiar su aspecto que es el de un hombre cuarentón para verse más joven y que son motivo de regocijo de quienes están en el cine. Además, se relaciona también muy bien con el actor infantil que es hijo de Salma Hayek, su hermana, y, por tanto, su sobrino. Las escenas entre ambos son muy divertidas. El niño trata de seguir los consejos de su tío en cuanto a cómo debe conducirse para ser aceptado por una niña que le agrada mucho y esto provoca risas entre los asistentes al cine.

Son ya muchos los actores mexicanos que han emigrado a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de trabajo. Los más famosos son quizá Alfonso Cuarón, con las películas Harry Potter y el prisionero de Azkaban y Gravity, que le representó un Óscar y por la película The Revenant que le valió un Óscar a Alejandro González Iñárritu como director, a  Leonardo di Caprio como mejor actor masculino y al fotógrafo conocido como El Chivo Lubezky cuyo trabajo en esta película me pareció excelente. Ahora ya se puede agregar a la lista a Eugenio Derbez.

Derbez es hijo de una famosa actriz mexicana Silvia Derbez que filmó muchas películas y participó en varias telenovelas, así que desde su infancia conoció los sets y el ambiente cinematográfico, lo que permite que las películas en las que participa se conviertan en un éxito.



Niñas de primera comunión en diferentes épocas y distintos atuendos

FOTOGRAFÍAS ANTIGUAS DE NIÑAS

Amigos lectores, comparto hoy con ustedes dos fotografías que me encontré en la gran caja que perteneció a mi abuela materna; después, a mi mamá y, ahora, a mí.  He encontrado algunas formidables. Es más,  con una de ellas (mi abuela y sus hermanas)  obtuve un premio en un concurso de fotografía antigua convocado por el Municipio de Durango hace ya varios años. Quizá en otro momento la incluya y la comente. Lo malo de muchas de estas fotos es que fueron dedicadas a mi abuela pero los nombres carecen de apellido y de fecha. Es difícil, entonces, averiguar si eran parientes o sólo amigos.

Hoy les presento tres fotografías de primera comunión, que es una ceremonia solemne para los niños y las niñas católicos que al cumplir los ocho años deben recibir la Primera Comunión, la cual los convierte en verdaderos y fervorosos católicos. Niños y niñas van ataviados con los mejores atuendos que sus padres puedan conseguir para la ocasión, aunque ahora ya las circunstancias han cambiado y muchas escuelas católicas organizan una Primera Comunión colectiva.

La primera foto presenta a una niña de pie, con un vestido corto, con manga al codo, y con un velo también corto, lo cual no era usual. Usa medias blancas y zapatos cerrados con un moñito. Lleva su libro de Primera Comunión en las manos. La fotografía fue tomada el 25 de diciembre de 1908, en la ciudad de Durango, por J. B. Barney. El nombre es Emilia, sin apellido. No se agrega ninguna otra información, por lo que es difícil saber si  era parienta o hija de amigos de mis abuelos.  Presenta una expresión serena y un poco seria, pero tranquila y no  lleva rosario.

La segunda foto dice “Rosario” y la fecha parece ser 21 de julio de 1920. Fue tomada por M. Ortiz, cuyo estudio estaba situado en la calle Madero No. 69, en el centro de la Ciudad de México.  La diferencia con la fotografía anterior es más que evidente. Esta niña es de menor edad, quizá seis o siete años. Lleva un vestido largo con alforzas y el monedero. Sus manos están cubiertas por guantes y el dedo de su mano izquierda parece tocar su mejilla. Lleva el libro en la mano derecha  y está arrodillada en un reclinatorio forrado, lo que lo vuelve más elegante. Sus cabellos están cubiertos por un largo velo y una coronita que se lo ciñe a la frente. Su expresión es casi risueña.

A veces especulo y pienso que pudo haber sido mi tía Rosario Bracho, la hermana menor de la dinastía de los Bracho Pérez Gavilán; entre ellos, el director de cine Julio Bracho, su hermano escenógrafo Jesús y la actriz Andrea Palma. Si bien la familia había emigrado a la capital de la república al perder su hacienda La Ochoa y otras propiedades luego de la revolución y carecían de recursos, tanto la madre como las hijas eran hábiles costureras que sabían coser cualquier traje y podían haberse ocupado del de la pequeña Rosario. Nunca lo sabré porque todos ellos han muerto y sólo me queda esta fotografía que me ayuda a  elucubrar.

La última fotografía corresponde al día de mi Primera Comunión, el 11 de septiembre de 1946. La pose, como pueden observar es totalmente diferente. Estoy arrodillada sobre un taburete y sólo se aprecia mi perfil. Mi vestido (no tengo empacho en confesarlo) era lindo y fue confeccionado por una costurera de Durango. La tela era una especie de seda llamada marquisete en aquellos días. Estoy de espaldas pero se puede apreciar mi perfil y el pelo largo hasta los hombros. En las manos llevo una flores, probablemente azucenas. En la pared se encuentra una pequeña estatua de Cristo y da la impresión de que estoy rezando una oración. La foto fue tomada en el Estudio de Lupita Valenzuela, primera y única mujer fotógrafa en Durango.  



lunes, 8 de mayo de 2017

Filme sobre la inmigración musulmana a Francia

FÁTIMA


Se trata de una película filmada en Francia en 2015, bajo la dirección de Philippe Faucon. Fue exhibida en la Cineteca de Durango, Sala Silvestre Revueltas, durante la muestra internacional de cine que tuvo lugar del 12 al 23 de abril de 2017. Hubo muchas películas interesantes como, por ejemplo, El cliente, una coproducción entre Irán y Francia, en 2016, que no tuve oportunidad de ver y disfrutar.

Fátima es una película que tiene que ver con la inmigración musulmana a Francia. Es la historia de una mujer como de unos cuarenta y cinco años, divorciada y con dos hijas que le representan una complicación. Fátima aprendió francés, pero muy poco, y carece de toda instrucción profesional, por lo que trabaja limpiando casas o escuelas (según los lugares adonde la envía la oficina francesa que se ocupa de estos asuntos) cuatro horas en la mañana y cuatro en la tarde. Cuando regresa a su casa, después de haber salido en la madrugada, todavía tiene que enfrentar las labores del hogar.

Las dos hijas no están contentas con que trabaje como sirvienta y, sobre todo, que se rehúse a dejar de cubrirse la cabeza con el velo que usan las árabes porque de este manera indica a primera vista que es musulmana. Una de ellas quiere sentirse totalmente occidental y vestirse y actuar como las francesas de su edad, lo que disgusta profundamente a Fátima. La otra se prepara para estudiar medicina (en el filme aparece una doctora que habla árabe y que atiende a los musulmanes que no dominan el francés) y tiene éxito en su primer año de estudio, lo que hace suponer que para ella la integración a la sociedad francesa será más. El esposo, que parece estar en una mejor posición, pero no se ocupa de Fátima.

En una ocasión, al bajar por una escalera, Fátima  tropieza y cae, por lo que se fractura un brazo, lo que le impedirá cumplir con sus tareas domésticas. El servicio francés que se ocupa de estos casos le concede la incapacidad por un tiempo determinado. Sin embargo, ya cumplido este plazo, Fátima no se siente bien todavía, pero debe regresar a trabajar.

Esta película se refiere sobre todo a la inmigración musulmana a Francia, pero enfocada sobre todo a la situación de las mujeres que enfrentan circunstancias más difíciles que los hombres.  Está inspirada, nos dice el programa de la CINETECA, en el texto Rezar a la luna, de Fátima Elayoubi, que ya ha alcanzado cierta fama por su obra literaria.


Detrás de la fraternité que ensalza la nación francesa, es posible apreciar que sigue imperando la desigualdad y las dificultades para los inmigrantes. Ahora que los migrantes mexicanos y centroamericanos están experimentando angustia, tristeza e impotencia ante las disposiciones del presidente Trump en su contra, conviene recapacitar que dada la injusticia social, el racismo y la situación económica de mucha gente, éstos se ven obligados a buscar mejores oportunidades para su vida, lo cual implica que tendrán que enfrentar el rechazo social y las dificultades para encauzar su vida. 

Recuerdo de un bibliotecario afable e inolvidable

DON CRESCENCIO, UN BIBLIOTECARIO INOLVIDABLE


Afable, solícito, atento, don Crescencio se desempeñaba como bibliotecario de la Casa de la Cultura, cargo que ocupó durante varios años. Sin embargo, era, ante todo, poeta y compositor. Escribía canciones románticas y candorosas, como reflejo de su alma generosa y buena. Parecía no querer darse cuenta de que el mundo contemporáneo está lleno de violencia, drogas, inseguridad, robo, fraude y corrupción; a todo esto, él oponía la bondad, la ternura, el afecto.

Dedicaba sus ratos libres y sus noches a la creación literaria y a practicar la mandolina, instrumento con el que se acompañaba para interpretar sus melodías. Pero siempre tenía tiempo para opinar sobre un texto ajeno, ayudar a encontrar el vocablo preciso para un verso o auxiliar a quienes tímidamente daban sus primeros pasos en el campo de la literatura. Recuerdo la sonrisa que iluminaba su rostro y su enorme satisfacción cuando, con mucho orgullo, un mediodía me mostró los certificados de sus obras tramitados ante la Dirección de Derechos de Autor por la Sociedad de Escritores de México. ¡No cabía en sí de gusto¡

Don Crescencio estaba siempre bien provisto de papeles y lápices para ocupar, por las tardes, a los niños que acudían a la biblioteca mientras las niñas asistían a clase de danza, gimnasia o baile. Con amable sonrisa e infinita paciencia, don Crescencio aprovechada esos ratos para encaminar a sus visitantes hacia el mundo de las letras. Me tocó verlo, además, colaborar con alumnos de secundaria o preparatoria para encontrar las respuestas en los volúmenes de consulta o entender las preguntas de cuestionarios que debían ser resueltos para aprobar un  examen. Sin perder la paciencia ni la sonrisa, el bibliotecario extendía su mano proporcionando lo que se necesitaba en el momento.

Una tarde me dio un paseo por el espacio sideral cuando me leyó su obra Los planetas, acompañada, naturalmente, de una canción. Concebida para enseñar divirtiendo, es, sin embargo, un texto complejo: don Crescencio tuvo que estudiar para no citar datos erróneos. Al concluir la lectura, lamenté carecer de recursos para editar el texto, enriquecido con dibujos o ilustraciones y con la correspondiente cinta musical. En mi opinión, es una de sus mejores obras de carácter didáctico.

El autor de A cielo abierto se entregaba de tiempo en tiempo a la tarea de encuadernar sus propios materiales. Los escribía con estupenda caligrafía, los fotocopiaba, los recortaba al tamaño adecuado y los colocaba en la prensa, con sus pastas. Después, ¡listos para la venta! Pero también estaba dispuesto a darles una apariencia decente a los maltrechos volúmenes con que, de tanto en tanto, aparecíamos José Solórzano o yo misma. Recibía gustoso cualquier material de lectura, revista o periódico atrasado que uno le llevara. En sus manos, los viejos periódicos se convertían en el número del día haciendo realidad lo que narra Cortázar en su Un diario es un diario. Alguna vez me dijo satisfecho: “Ya van cinco personas que han leído la revista”.

Amaba a Durango entrañablemente y escribió varios largos poemas –quizá demasiado largos porque pierden efectividad- para cantar el cielo, las iglesias, las palomas, el Parque Guadiana, las montañas. Ningún espacio escapó a sus ojos de poeta. Busco siempre nuevas combinaciones métricas y día tras día encontró tiempo para la música y la poesía.

Un día me confesó con tristeza, mientras me pedía mi opinión sobre su último texto, que su amor por el arte no había hallado eco en su esposa, quien, en lugar de estimularlo, lo denostaba. Tal vez ocurrió así porque no fue un escritor que  buscara renombre y su callada labor no le trajo holgura económica ni ningún otro beneficio.

Se trasladaba de un lado a otro en bicicleta (hoy estaría completamente de moda) y lo mismo lo veía uno pedaleando con fuerza por las empinadas calles de Urrea que saboreando un paisaje de las Alamedas o evitando la colisión con frenéticos automovilistas por el Centro Histórico.


Don Crescencio creó en la biblioteca un refugio para muchos de nosotros. Era el espacio ideal  para el diálogo, la comunicación, el intercambio de puntos de vista. Nos hizo sentir una familia. Empezamos a extrañarlo desde que las puertas se cerraron debido a su enfermedad. A pesar de su ausencia física, conservaré siempre en la memoria su mano tendida y su tono afectuoso diciendo “!Bienvenida¡”

Batalla del 5 de mayo y triunfo de las fuerzas mexicanas

LA BATALLA DEL 5 DE MAYO



El 5 de mayo de 1862 tuvo lugar el sangriento enfrentamiento entre las tropas mexicanas, con escaso armamento y sin uniforme, principalmente los numerosos indígenas zacapoaxtlas del estado de Puebla, contra el poderoso ejército francés que tenía espléndido armamento. El militar que comandaba  las fuerzas mexicanas era el general Ignacio Zaragoza que nació en 1829 en  Bahía del Espíritu Santo, en Texas que en ese tiempo todavía formaba parte del territorio nacional y fallecido en Puebla el 8  de septiembre de 1862 a escasos días de haber obtenido la victoria a  consecuencia de una tifoidea que contrajo mientras visitaba a los soldados enfermos después de la batalla. Al amanecer del 5 de mayo, el general Zaragoza pasó revista a las tropas y les dirigió la siguiente arenga: “Nuestros enemigos son los primeros del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria”.

Esta fecha siempre ha sido importante para nosotros, los mexicanos, porque a pesar de la debilidad de nuestro ejército se obtuvo una victoria. Es importante, además, porque demostró el espíritu del ejército que a pesar de las desventajas numéricas y de armamento logró coronarse con la victoria. Así fue a lo largo de la invasión francesa porque los mexicanos nunca se rindieron, incluso hubo algunos soldados franceses que le escribieron a su familia mencionando que esa guerra nunca se ganaría. Hay algunos textos que prueban lo anterior en el libro Yo, el francés, La intervención en primera persona (2000), de Jean Meyer, un historiador francés emigrado a México que actualmente es ciudadano mexicano.

Como la historia lo registra, el ejército francés avanzó por lo que  el presidente Benito Juárez tuvo que abandonar la Ciudad de México y recorrer todo el norte del país en una diligencia para salvarse de los franceses. Para entonces, ya reinaban en la Ciudad de México el archiduque austriaco Maximiliano de Habsburgo y su esposa, la princesa belga Carlota, hija del poderoso rey Leopoldo de Bélgica. Para ellos, que llegaron llenos de ilusión y que, en realidad, venían llenos de buenas intenciones (Maximiliano era un liberal y fue el creador del Paseo de la Reforma y comenzó la recuperación de las ruinas indígenas), fue un desengaño terrible porque nunca fueron aceptados.

 Al perder la guerra Maximiliano y ya sin el apoyo de Napoleón III, fue aprehendido por las fuerzas mexicanas y fusilado en el Cerro de las Campanas, en el estado de Querétaro, donde actualmente se puede visitar una capilla a su memoria. Carlota ya había viajado a Europa en busca de apoyo para salvar a Maximiliano, incluso visitó al papa Pio IX, pero ya tenía un problema mental que obligó a su familia a recluirla en el Castillo de Bouchot, en Bélgica, donde falleció en 1927. Es decir, sobrevivió a todos los que la conocieron y no tuvo conocimiento alguno de que fue una rica heredera del Congo Belga y que ni siquiera se enteró de la primera guerra mundial.

Los mexico-americanos que viven en los Estados Unidos de Norteamérica organizan para el 5 de mayo una gran fiesta porque consideran que es la fecha de la independencia de México de España, la cual se celebra el 16 de septiembre y que para ellos es desconocida. Cuando viví en ese país, principalmente en San Antonio, Texas,  nunca entendí este alborozo por el 5 de mayo hasta que comprendí que sin importar si es o no la celebración de la independencia, es una fecha importante porque significa que los países de toda América se oponían categóricamente a la presencia de un imperio europeo en este continente.

En este caso sí son válidas las palabras “América para los americanos”.