ENIGMAS ACERCA DE
CRISTÓBAL COLÓN
Desde hace varios años el escritor e investigador Christian
Duverger, profesor de la cátedra de antropología social y cultural de
Mesoamérica en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en París, de
origen francés pero actualmente radicado en México, donde es miembro de la
Academia Nacional de Historia y Geografía de México, ha venido a revolucionar
la historia que se tenía por válida en muchos aspectos.
Por ejemplo, su
primera investigación insiste –y parece probarlo, aunque no he leído el libro- en
que la Historia verdadera de la conquista
de la Nueva España, atribuida a Bernal Díaz del Castillo, no fue escrita
por este hombre sino por el propio Hernán Cortés que se valió de este
pseudónimo para no entrar en problemas con la corona española. Sobre este tema,
escribió un libro titulado Hernán Cortés que
resulta inquietante y que ha desatado muchas polémicas, además de haber sido
tema de numerosas conferencias para discutir si podría ser cierto. Duverger
afirma, y ese es su argumento más sólido, que Bernal Díaz del Castillo carecía
de las habilidades necesarias para escribir esta crónica, además de que nunca
aprendió las lenguas indígenas.
En meses recientes, Duverger ha despertado una nueva polémica;
esta vez relacionada con Cristóbal Colón pues afirma que hay motivos para
suponer que era portugués y no genovés. En su libro Diario de a bordo (Eds. Taurus Historia) plantea este argumento,
así como otros más. Lo que subraya es que el descubridor de América no mostró
ninguna emoción al llegar a las islas y que sabía perfectamente que no había
llegado al continente asiático.
Por principio de
cuentas, nos dice que este libro no es copia fiel de su original porque éste se
perdió y éste se basa, pues, en el libro escrito por su hijo Hernando Colón
(1526-1539) que fue traducido al veneciano por Alfonso Ulloa y nuevamente
traducido al castellano. Éste es el tema de la primera gran sección del libro.
Las otras dos son Diario de a bordo del
Almirante Cristóbal Colón. Primer viaje (según el resumen hecho por
Bartolomé de las Casas) y Carta a Luis de
Santángel (escrita por Colón a su regreso del primer viaje).
Colón ha sido para mí un personaje fascinante y me parece
una terrible injusticia que este continente se llame América y no Colombia,
nombre que corresponde a un país de gran extensión en el Hemisferio Sur. Lo admiré más todavía cuando tuve la
oportunidad de visitar una carabela, construida como habían sido las de Colón,
que se exhibió durante cierto tiempo en Corpus Christi, Texas. Parecía
realmente una cáscara de nuez si la comparamos con los grandes navíos que hoy recorren
el mundo con los turistas e, incluso, con los barcos ingleses Queen Elizabeth y
Queen Mary, que transportaron tropas desde Estados Unidos a Europa durante la
segunda guerra mundial o el France, el buque en el que yo crucé el Atlántico
desde Le Havre hasta Nueva York.
Yo había leído con suma atención una novela de Alejo
Carpentier, titulada El arpa y la sombra,
sobre los últimos días de Colón cuando se encontraba en el Monasterio de la
Rábida y que narra con detenimiento todo los obstáculos que encontraron en el
Vaticano para beatificarlo. Duverger no menciona este monasterio, pero, claro,
el libro sigue lo narrado en el Diario de
a bordo y no es una novela. Afirma que murió en Valladolid, pero el
monasterio indicado por Carpentier podría pertenecer a este lugar de España.
Duverger inicia su texto afirmando: “Documento de índole
excepcional, el Diario de a bordo, de
Cristóbal Colón, se encuentra perdido. Desapareció en el transcurso del siglo
XVI sin jamás volver a ver la luz”. Lo
que se puede consultar ahora y que sirvió a Duverger para su libro es la “copia
a dos manos” que Hernando, el hijo de Colón, utilizó para escribir una
biografía de su padre.
Colón hizo varios viajes a Lisboa antes de emprender el
largo viaje hacia lo desconocido. Yo había leído en algún otro libro que había
ido a consultar a un astrónomo árabe respecto de las corrientes en el Océano
Atlántico y la ruta que debería seguir, así como el movimiento de las estrellas
que deberían guiarlo. Duverger no menciona al árabe, pero sí afirma que se
reunió con algunos conocedores de la mar atlántica y, por ello, no tuvo
dificultad alguna al navegar hacia el occidente y tampoco a su regreso rumbo a
Castilla cuando zarpó con dirección a Castilla el 16 de enero de 1493.
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