domingo, 28 de mayo de 2017

Niñas de primera comunión en diferentes épocas y distintos atuendos

FOTOGRAFÍAS ANTIGUAS DE NIÑAS

Amigos lectores, comparto hoy con ustedes dos fotografías que me encontré en la gran caja que perteneció a mi abuela materna; después, a mi mamá y, ahora, a mí.  He encontrado algunas formidables. Es más,  con una de ellas (mi abuela y sus hermanas)  obtuve un premio en un concurso de fotografía antigua convocado por el Municipio de Durango hace ya varios años. Quizá en otro momento la incluya y la comente. Lo malo de muchas de estas fotos es que fueron dedicadas a mi abuela pero los nombres carecen de apellido y de fecha. Es difícil, entonces, averiguar si eran parientes o sólo amigos.

Hoy les presento tres fotografías de primera comunión, que es una ceremonia solemne para los niños y las niñas católicos que al cumplir los ocho años deben recibir la Primera Comunión, la cual los convierte en verdaderos y fervorosos católicos. Niños y niñas van ataviados con los mejores atuendos que sus padres puedan conseguir para la ocasión, aunque ahora ya las circunstancias han cambiado y muchas escuelas católicas organizan una Primera Comunión colectiva.

La primera foto presenta a una niña de pie, con un vestido corto, con manga al codo, y con un velo también corto, lo cual no era usual. Usa medias blancas y zapatos cerrados con un moñito. Lleva su libro de Primera Comunión en las manos. La fotografía fue tomada el 25 de diciembre de 1908, en la ciudad de Durango, por J. B. Barney. El nombre es Emilia, sin apellido. No se agrega ninguna otra información, por lo que es difícil saber si  era parienta o hija de amigos de mis abuelos.  Presenta una expresión serena y un poco seria, pero tranquila y no  lleva rosario.

La segunda foto dice “Rosario” y la fecha parece ser 21 de julio de 1920. Fue tomada por M. Ortiz, cuyo estudio estaba situado en la calle Madero No. 69, en el centro de la Ciudad de México.  La diferencia con la fotografía anterior es más que evidente. Esta niña es de menor edad, quizá seis o siete años. Lleva un vestido largo con alforzas y el monedero. Sus manos están cubiertas por guantes y el dedo de su mano izquierda parece tocar su mejilla. Lleva el libro en la mano derecha  y está arrodillada en un reclinatorio forrado, lo que lo vuelve más elegante. Sus cabellos están cubiertos por un largo velo y una coronita que se lo ciñe a la frente. Su expresión es casi risueña.

A veces especulo y pienso que pudo haber sido mi tía Rosario Bracho, la hermana menor de la dinastía de los Bracho Pérez Gavilán; entre ellos, el director de cine Julio Bracho, su hermano escenógrafo Jesús y la actriz Andrea Palma. Si bien la familia había emigrado a la capital de la república al perder su hacienda La Ochoa y otras propiedades luego de la revolución y carecían de recursos, tanto la madre como las hijas eran hábiles costureras que sabían coser cualquier traje y podían haberse ocupado del de la pequeña Rosario. Nunca lo sabré porque todos ellos han muerto y sólo me queda esta fotografía que me ayuda a  elucubrar.

La última fotografía corresponde al día de mi Primera Comunión, el 11 de septiembre de 1946. La pose, como pueden observar es totalmente diferente. Estoy arrodillada sobre un taburete y sólo se aprecia mi perfil. Mi vestido (no tengo empacho en confesarlo) era lindo y fue confeccionado por una costurera de Durango. La tela era una especie de seda llamada marquisete en aquellos días. Estoy de espaldas pero se puede apreciar mi perfil y el pelo largo hasta los hombros. En las manos llevo una flores, probablemente azucenas. En la pared se encuentra una pequeña estatua de Cristo y da la impresión de que estoy rezando una oración. La foto fue tomada en el Estudio de Lupita Valenzuela, primera y única mujer fotógrafa en Durango.  



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